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miércoles, 26 de febrero de 2014

Sopetrán, 400 años. Fascículo 3

Cuatrocientos años
Darío Sevillano Álvarez
Fascículo 3
Los linajes que nos acompañan

Para que todos disfruten las bondades de los apellidos ilustres que nos regalaron lo que hoy somos, después de muchas consultas con internet en las mejores páginas de la heráldica de apellidos, en muchos libros de heráldica de apellidos antioqueños y en unos documentos muy importantes que publicó El Colombiano de Medellín, les voy a narrar paso a paso algunos de esos importantes linajes que formaron nuestra raza y cuáles fueron las bondades de esa herencia genética en nuestras el de costumbres.
No es una preferencia especial o una estravagancia, que vaya a empezar por el apellido Álvarez, sino que los voy a escribir en orden alfabético, hoy vamos a empezar con mi segundo apellido.



Álvarez

Como ven, es un patronímico, es decir derivado del nombre del padre, pero se cree que el primer Álvarez, fue el capitán Alvar, un personaje legendario, que acompañó al Mío Cid en todas sus correrías.

Este apellido está ampliamente difundido en España, Iberoamérica y otros países del nuevo mundo y según los heraldistas, no tiene un origen único, porque son varias las familias que aparecieron en España con este linaje.

Se cree que los más linajudos, por su antigüedad, son los Álvarez de Asturias, que pertenecían al Concejo de Nava una parroquia llamada: Cangas de Onís.


Como ya lo dije, hay varios escudos de armas de esta familia.

Álvarez viene de dos vocablos: «All» que significa ‘todo’ y «Wars» que significa ‘sabio’. ‘Todo sabio’.

A estos Álvarez les pueden seguir en dinastía los de León, que luego se dispersaron por Ruanes, Trujillo y Plasencia en Cáceres.
Como consecuencia de la cantidad de casas de Álvarez, sus escudos de armas son muy variados y muy bonitos, pero como este no es un curso de heráldica de apellidos, voy a mostrar el con que más me identifico, que es el jaquelado de quince piezas, ocho de color gules y siete de veros, que pertenece a los Álvarez de Sevilla. Claro está que quiero que conozcan algunos de las otras casas
Ahora veamos la herencia genética y las costumbres que este linaje nos regaló:


Los Álvarez fueron responsables de abrir haciendas ganaderas por aquello de que Fernando Álvarez fue el que introdujo el ganado vacuno a nuestras tierras en el año de 1541.

Dicen los historiadores que compró un buen hato ganadero en Isla margarita de Venezuela, y lo trajo con mucha paciencia, por tierra, imagínense las peripecias de ese viaje y experimentó con ellos en varios municipios antioqueños.

También abrieron minas en todos aquellos lugares que la geología lo permitía y con base en eso, montaron talleres de fundiciones de metales.


Los Álvarez se metieron de lleno en las ciencias y hubo miembros tan destacados en algunas de ellas como en medicina, Emilio Álvarez que fue un ilustre médico y dirigió una corporación médica en la república de El Salvador; fue profesor de medicina y cirugía en la universidad de Antioquia.

En arquitectura se distinguió Manuel José Álvarez Carrasquilla, que se convirtió en profesor de artes y fue un gran arquitecto; con sus conocimientos trazó muchas calles de Medellín, como Bolivia y Argentina; recogió las aguas de Piedras Blancas; y le dio un acueducto a la ciudad; trazó algunos barrios de la ciudad, fundó el barrio Robledo; influyó notablemente en la fundación de la Empresa de Energía; y dio inicio al traslado de la feria de Itagüí a Medellín.

Otro fue un distinguido profesor de matemáticas.

Los Álvarez, fueron los reconquistadores de la ciudad de Córdoba en Andalucía, cuando San Fernando llegó con 200 soldados para liberar la ciudad del régimen de los moros en el año de 1248.

Los Álvarez de Sopetrán posiblemente descendemos de Rodrigo Álvarez, un importante ciudadano de Sevilla en Andalucía, que se desempeñaba como un gran líder y era muy acaudalado.


Hubo un primer Álvarez en Talavera de la Reina y de él descienden los de Andalucía y por extensión los colombianos.

En términos generales los Álvarez son emprendedores; buenos científicos; echados para adelante y hacen lo imposible por sacar adelante sus ideas y empresas.


Sopetrán, 11 de febrero del 2014.


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sábado, 22 de febrero de 2014

Sopetrán, 400 años. Fascículo 2

Cuatrocientos años
Darío Sevillano Álvarez
Fascículo 2

El peregrinaje de nuestra etnia a través de los cuatrocientos años que tenemos ha sido una ardua labor de titanes, por caminos enroscados y llenos de desfiladeros, por escarpadas montañas y cañones angostos, recorridos en busca de la fortuna y un buen porvenir para sus hijos, montando ranchos a orillas de quebradas o playas llenas de oro, con fogones de tres piedras y techos de guadua pisada, en los que nacían quince y veinte hijos, cada uno con su pan bajo los brazos.
D. S. A.

Ahora, cuando se va a presentar el cuarto centenario de la fundación de nuestra ciudad, una de las primeras poblaciones fundadas en tierra firme por los españoles, ciudad que en sus albores se llamó: Viceparroquia de Nuestra Señora del Saladito de Córdoba y que hoy lleva el nombre de Sopetrán, en reconocimiento a Nuestra Señora de Sopetrán o Virgen sobre piedras, de la Villa de Hita en España, hoy Torre del Burgo, a cuarenta y cinco kilómetros al noreste de Madrid, me parece oportuno aprovechar esa circunstancia histórica, para hacer un recuento de las razas puras que intervinieron en la configuración de nuestra etnia y de las distintas castas, que surgieron a raíz de los encuentros genéticos entre ellas, porque para nosotros es muy importante interpretar la cultura regional y demostrar su vinculación con el medio social, con el territorio, con sus habitantes y con sus instituciones.



¿Cómo está configurada nuestra etnia?

Aunque los nativos de estas tierras, los indios guamas o guacas, fueron exterminados por el virrey Solís Folk de Cardona, en el año de 1757. No podemos olvidar la importante circunstancia de que nuestros aborígenes y los negros de África, convivieron con los españoles y los extranjeros que estaban poblando nuestras tierras, por espacio de 141 años y en esta convivencia, generaron un gran mestizaje que favoreció nuestra etnia, porque ellos pertenecían a dos civilizaciones puras y esto en genética produce el milagro de humanos fortalecidos, con las bondades de las tres razas que intervinieron.


Veamos en un gráfico, cómo es eso de la fusión de razas en nuestro municipio y tratemos de entender cada uno de esos términos para que podamos llegar a la descripción perfecta de nuestras gentes, que son joviales, inteligentes, alegres, identificados con todas las ramas del saber humano, astutos, con ejemplares muy puros de sus castas y con una serie de cualidades propias de etnias bien fortalecidas genéticamente.


Estas fueron las castas que produjo el mestizaje en Sopetrán:
americano con negro, zambo; americano con blanco, mestizo; mestizo con blanco, castizo; castizo con blanco:, casi blanco; negro con blanco: mulato; mulato con blanco, cuarterón; cuarterón con blanco, ochavón.

No hablo de lo que hubiera producido la unión de blanco con zambo, porque ese, era un crimen muy grande para la Santa Inquisición y hay de aquel que se atreviera a hacerlo; estoy seguro de que hubo muchos casos de estos encuentros, pero como la historia casi siempre se ha escrito en forma sesgada nunca sabremos de ellos.


Principales castas que se produjeron en el departamento de Antioquia:

De español e indígena – mestizo.
De Indio con negra – zambo.
De negro con zamba – zambo prieto.
De blanco con negra – mulato.
De mulata con blanco – morisco.
De español con morisca – albino.
De albino con blanco – saltatrás.
De indio con mestizo - coyote.
De blanco con coyote – harnizo.
De coyote con indio – chamizo.
De chino con india – cambujo.
De cambujo con india – tente en el aire.
De tente en el aire con china - no te entiendo.
De mulato con tente en el aire – albarazado.

Es bueno que busquen en sus diccionarios todos estos términos, para que puedan entender mejor el tema que estoy tratando.
A continuación les muestro en un gráfico las tres razas puras y las tres primeras castas:


Si notaron, cuando las castas se van mezclando, mientras más puras, mejores individuos nacen, como es la de los casi blancos, este fue uno de los casos de genética, que más se dio en la conformación de nuestra etnia y esos parámetros son los que rigen la sociedad de hoy.

Es bueno traer a la memoria, que el día 22 de Febrero del año 2016, vamos a cumplir los cuatrocientos años de fundados y este acontecimiento se puede mirar históricamente, como el nacimiento de nuestra raza, de donde proviene la inmensa muchedumbre, que en la actualidad habita casi todo el departamento de Antioquia y que repercute con mucha fortaleza en la república y tal vez en todo el planeta, porque cada que vamos a cualquier lugar de la tierra, nos encontramos con sopetraneros ilustres que viven cómodamente en esos lugares; otro ejemplo de lo que afirmo, es que nuestro Blogger, tiene visitantes en todos los continentes, circunstancia que muestra la pujanza de nuestra raza, porque estoy convencido que esos visitantes, son buenos sopetraneros.


Tomo esta cita de un periódico muy prestigioso, para que vean que lo que sostengo, es una realidad:

«Doscientos años después de la limitada independencia de Antioquia, vale preguntarse: ¿Existe una raza antioqueña? No es fácil negar un dogma civil con el cual comulgamos dos siglos y que sigue permeando nuestros imaginarios de identidad. Desde el conquistador peninsular hasta el mestizo triétnico de hoy, pasando por el criollo esclavista, se sacraliza una raza supuestamente blanca y pura, y no es otra que la española —una sangre con genes de iberos, moros, judíos, romanos, cartagineses, celtas, galos, fenicios, gitanos, bárbaros—, y encima, de negros e indios».

Nos podríamos preguntar como un ilustre rector de la universidad de Antioquia:

«¿De dónde salió este ejemplar de humanidad, laborioso y fugaz, tenaz y aventurero, altivo y apasionado, fiel amador de su terruño y de su casa, individualista y rutinario, previsor y traficante, emprendedor y tesonero? ¿En qué raro crisol se fundieron los genes de la especie que a través de cuatro siglos, producen hoy un tipo inconfundible, en que se amoldan aquellas virtudes, a veces contrapuestas y que visto en conjunto, parece una raza especial y vigorosa, en el abigarrado cruzamiento biológico de la América hispana?».


No es gratuito, que en alguno de mis escritos dije hace unos treinta años: «La etnia sopetranera es el producto de diez y seis civilizaciones de la tierra: Iberos, celtas, celtíberos, godos, visigodos, romanos, griegos, cartagineses, asirios, caldeos, nilóticos, bantúes, bosquimanos, pigmeos, melanesios y polinesios; esta fina fusión de civilizaciones, es la que hace la pujante raza sopetranera».
El peregrinaje de nuestra etnia a través de los cuatrocientos años que tenemos ha sido una ardua labor de titanes, por caminos enroscados y llenos de desfiladeros, por escarpadas montañas y cañones angostos, recorridos en busca de la fortuna y un buen porvenir para sus hijos, montando ranchos a orillas de quebradas o playas llenas de oro, con fogones de tres piedras y techos de guadua pisada, en los que nacían quince y veinte hijos, cada uno con su pan bajo los brazos.


Invoquemos pues, los nombres de: Francisco Herrera Campuzano, José Barón de Chávez, José Ignacio Tabares, Doña María de Quezada, José María Villa, Vespasiano Peláez, Alfonso Góez, Abundio Posada, Jorge Restrepo Molina, Carlos Mazo Argüelles, Germán Villa Gaviria, Luciano Carvalho, Heliodoro Rodríguez, Atanasio Girardot, Ramón Carrasquilla, Anacleto Velázquez, Tomás María Zapata, Francisco Medina Pérez, César Villa Gaviria, Iván Cadavid Gutiérrez, Carlos González Gaviria, Horacio Muñoz Suescún, Jorge Rodríguez Villa, Justiniano Vieira, Raúl Zapata, Carlos Muñoz, Jesús María Muñoz, Teodomiro Villa, Benjamín Trespalacios y muchos otros más, sopetraneros destacados y en tan ilustre compañía, penetremos en nuestro pasado, lleno audacias, fatigas, tenacidad, alegrías, amarguras y aventuras, pero con la mejor disposición para salir adelante, en nuestro largo caminar por esta tierra.


La primera salvedad que debemos hacer es, Sopetrán no fue la primera ciudad fundada en tierra firme por los españoles, porque le antecedieron Santa María la Antigua del Darién, San Sebastián de Urabá, Santa Fe de Antioquia, de la que los relatos históricos dicen que cuando fue fundada, llegaron a ella unos ochenta pobladores hispánicos, fuera de algunos americanos, ya cristianizados y unos cuantos negros de servicio, como se les decía a los esclavos para aquellas épocas, que habían sido traídos por Diego Badillo y Luis Bernal de Cartagena de Indias.

Las Crónicas de Indias, no mencionan, en estas primeras expediciones, la llegada de mujeres blancas españolas, lo que nos hace pensar que en ese momento empezó el mestizaje con mujeres americanas, que no eran esquivas y muy bien plantadas, como lo afirman los cronistas de la época en sus escritos: «Eran de buen cuerpo y bien dispuestas».

Álvaro Restrepo, un buen historiador antioqueño afirma que hasta el año de 1600, no hay noticias, ni indicio alguno, de inmigración de mujeres españolas, al departamento de Antioquia, porque el Mariscal Robledo a su regreso de España, en el año de 1545, cuando llegó con los títulos de Teniente Gobernador de Antioquia, Arma, Anserma y Cartago, arribó a Cartagena de Indias con su esposa, pero la radicó en el Corralito de Piedras y se vino a buscar la muerte a garrote, que le esperaba en la Loma de Pozo, hoy Pácora, en manos del Adelantado Sebastián de Belalcazar, por querer arrebatarle sus conquistas.


Entonces se realizó el milagro de que la sangre guerrera de nuestros conquistadores se mezclara con la de los nutabes, guamas o guacas, los catíos, los tahamíes y los caribes, para producir la mejor de las razas: El mestizaje de América.
Es bueno traer a la memoria, que al finalizar el Siglo XVI, el departamento de Antioquia solo tenía unos 600 españoles y los mestizos llegaban a 8.000, esta población estaba distribuida en las ciudades de: Santa Fe de Antioquia, Sopetrán, San Jerónimo, San Martín de Cáceres, Zaragoza y en pequeños grupos mineros a orillas de los grandes ríos.


Hasta el año de 1550, la conquista fue un fracaso por las continuas peleas entre los conquistadores y por las disputas entre ellos para poseer las tierras conquistadas, pero después de la muerte de Robledo, centraron su atención en exterminar los americanos (indios), todos los caciques de nuestros antepasados fueron matados con crueldad, como Zuburuco, que se lo comieron unos perros bravos, entrenados en España, por orden del rey, para apoderarse de sus tierras, que comprendían los territorios de Peque, Sabanalarga, Sopetrán, San Jerónimo y Ebéjico.

Casi siempre mentamos con mucho orgullo el nombre de: Gaspar de Rodas, que fue uno de los primeros gobernantes de Antioquia, pero yo le tengo cierto desdén, porque fue el que más americanos y caciques mató.

Era tan dura la pelea entre los conquistadores por poseer las riquezas de nuestras queridas tierras que Santa Fe de Antioquia cambió de dueños cinco veces, entre los años 1541 y 1546.

Los nativos perdieron la pelea, por la tecnología de punta que manejaban los conquistadores, pero lucharon por sus posesiones, unos 30 años que fueron muy negros para los españoles, en los cuales perdieron a muchos de sus soldados.

Para el año de 1575, los caciques de nuestras gentes, habían sido exterminados por completo y los americanos que quedaban, sin unas directivas estables y sin fuerzas, se dispersaron por las tierras de Urabá y la región del río Atrato.


Fue así como las continuas guerras de los catíos, los incendios de ciudades por parte de nuestros antepasados, el arrojo de los nutabes y la crueldad de los españoles forjaron nuestra raza, con alma tenaz y aventurera y con sangre mestiza y española y surgió, con genes de libertad y de bravura.

Al crisol de nuestra raza le llega un nuevo elemento en el año de 1630, los negros del África, que sin capacidad analítica y con adolescencia total de abstracción, nos regalan sus rasgos físicos, de resistencia para enfrentarse a los rigores de nuestros climas tropicales y su gran fortaleza para sufrir todo tipo de improperios.

Para concluir esto de los aportes genéticos, tenemos que decir que el aporte de los negros de África no fue muy determinante, porque para el año 1700 solo habían llegado 2.000; en el año de 1770, no pasaban de 4.500, y en el año 1800 solo contaban con 7.000 ejemplares; pero 800 de ellos fueron mandados a las campañas libertadoras y se convirtieron en escudos humanos, para que los españoles debutaran con sus armas. Para mí tengo que el principal aporte de nuestra genética radica en la raza blanca llegada del exterior.


Veamos ahora, cómo progresaba la nueva población americana, después del exterminio total de las culturas precolombinas, obra máxima de los más distinguidos conquistadores de la mal llamada: madre patria.

En el año de 1700, la nueva población del departamento de Antioquia estaba surcando el número de de 35.000 pobladores; pero en el siglo XIX, alcanzó la suma de 100.000 habitantes, claro, con la ayuda de la inmigración peninsular; si traigo a colación este relato, lo hago intencionalmente, para poder hablar de las grandes familias europeas, que llegaron a nuestro municipio, que son las responsables de muchas de nuestras bondades genéticas; costumbres ancestrales; distinguidos rasgos arquitectónicos; y todas aquellas herencias del pasado, que hacen de nosotros, un pueblo especial en América.


Es importante decir que los conquistadores veían con mucho entusiasmo nuestras tierras, porque parecían un edén en América, dadas las riquezas de pastos naturales; fruticultura silvestre; buenos bosques; abundancia de aguas; pesca y cacería garantizadas; producción de sal y cercanía a la urbe principal, Santa Fe de Antioquia, que añoraban la hora de poder poblarlas; esa circunstancia se dio con la muerte del Cacique Zuburuco y las principales familias que poblaron nuestras tierras fueron los Gavirias, los Blaire, los Vieiras, los Tamayos, los Morenos, los Encles, los Sevillanos, los Álvarez, los Pérez, los Valderramas, los Jiménez, los Mirandas, los Gutiérrez, los González, los Villas, los Carvalhos, los Góez, los Velásquez, los Vásquez, los Garcías, los Aristizábales, los Zapatas, los Arbeláez, los Herreras, los Ortices, los Espinosas, los Oquendos, los Brand…


Si recordamos que los conquistadores venían financiados por prestamistas y reinos Europeos, que lógicamente debían recuperar sus inversiones. La Corona española, que era la dueña absoluta de tan preciado don, debía garantizar el dominio sobre las tierras y bienes de los aborígenes, con un control militar efectivo, que permitiera someter las comunidades americanas, saquearlas, embolatarlas con baratijas, como tijeras espejos, herramientas, etc., obligándolas a entregar sus bienes, con un carisma comercial, que era un buen disimulo, ente los ojos de la tierra y lógico todo esto era acolitado por los famosos inquisidores.

Es bueno aclarar, que a los conquistadores también se les presentaban grandes problemas, como el saber que las provisiones que importaban cómo harinas, aceites, cerdos, caballos, vinos, herramientas y armamento, los debían comprar a precios exorbitantes, muchas veces, cinco o diez veces más caros que en Europa.

De estos problemas, nació la necesidad de repartirse los americanos en encomiendas para poder explotar las minas y garantizar la agricultura local, que serían las responsables de mantener bien a sus majestades, los españoles; y fuimos pasando de la sociedad de conquista militar y basada en el saqueo y en el comercio desigual, a una sociedad metida en las normas de la colonia, centrada en la explotación del oro, con mano de obra de los negros africanos y a una actividad agrícola, sostenida por los americanos.


En este momento de la historia, sacaron partido algunos clérigos de la Iglesia, que muy celosos por salvar las almas de estos seres indisciplinados y por conseguir el favor divino, incorporando a nuevas almas a las filas del credo religioso, cometieron todo tipo de atropellos en nombre de Dios.

Mucho se ha hablado de nuestros ancestros judíos, pero ese argumento no ha podido ser demostrado, y la coincidencia de los nombres de las personas y de los pueblos con los de la Biblia se debe más a la religiosidad de los españoles uy a la evangelización de n nuestros ancestros indígenas.


Si encontramos una cantidad de nombres hebreos en los pueblos que fundaron y en los nombres que los padres ponían a sus hijos, no fue por la pertenencia a esa etnia, sino por todos los conocimientos religiosos y la historia sagrada, que los españoles les metieron a los americanos en su dieta diaria de religión.

Cito algunos de esos nombre: Jericó, Betulia, Betania, Belén; Samueles, Benjamines, Gabrieles, Migueles, Déboras y Raqueles; a veces eran tantos los nombres que tenían que poner, en las casas en donde eran veinte los hijos, que se agotaba el santoral de la Iglesia y debían apelar a los nombres del antiguo testamento, como: Moisés, David, Elías, Jeremías, Adán, Eva, Noé, etc.

Hoy en día, por la proliferación de organizaciones religiosas que se dedica a estudiar la Biblia, los seguidores son atentos a los nombres que no sean comunes y los guardan para cuando tienen un hijo poner al pobre muchachito a estrenar nombre y aparecen Abimelec, Lemuel, Kelalia y otros más, de los que estamos seguros, no aparecen en el directorio telefónico de Jerusalén.

Es bueno comentar que algunos psicólogos europeos, abominan el mestizaje que se produjo en América y les adjudican a estos pueblos indohispanos todo tipo de culpas, como la indisciplina política; la desorganización administrativa; el caudillismo en grado muy alto; la garrulería, es decir, hablantinosos, vulgares y petulantes; y hasta deficiencias biológicas y Psicológicas, por creer que nuestras razas no eran puras, pero creo que se pelaron, como decimos los montañeros.



Se olvidan los que sostienen esas tesis, que para mí son sofismas de distracción, tal vez alimentados por el sentimiento de que nosotros, nos liberamos de ellos y no soportamos sobre nuestros hombros el yugo de la opresión, por eso sostenemos: «Llevo el hierro entre las manos, porque en el cuello me pesa».


Recordemos que la historia, que nunca miente, nos cuenta que Europa, también sufrió su pubertad política y padecieron caudillismos, dictaduras, reinados muy déspotas y hasta el momento, no han logrado la perfección que ambicionaban.

Por alguna razón se dio la revolución francesa y por algo se publicaron los derechos del hombre; tampoco podemos olvidar la reforma del comunismo soviético que llevo a cabo Mijaíl Gorbachov, con su Perestroika; estos acontecimientos, no fueron gratuitos y pensemos que las repúblicas del bloque soviético y otras más, siguen luchando por recuperar la libertad en todos los sentidos.

Para mostrarles cómo estaban de equivocados los que hablaban de deficiencias biológicas o psicológicas les cuento lo que argumentaban: «El cruzamiento de distintos elementos raciales produce fallas de armonía en el organismo físico y en lo mental y emotivo produce graves problemas de inestabilidad; haciendo un símil con las hibridaciones de plantas, los injertos, se suponían que nuestras castas iban a ser estériles; hablaban de desproporciones en los dos sexos y un debilitamiento de las capacidades físicas y mentales».

Pero toda su teoría se fue al suelo, porque en genética humana las cosas son diferentes y cuando dos razas puras se mezclan, el producto recibe todas las bondades de sus genitores.


Para terminar, nuestra etnia es única en la tierra y que debemos estar agradecidos por las bondades de Dios y de la naturaleza, que se les fue la mano en los atributos que le concedieron a nuestras gentes.
Para mantenerlos contentos a todos, cuando a mí preguntan:

—¿Cómo es la etnia sopetranera?

Respondo:

«En nuestra tierra se consigue mico para todos los palos y usted.

Encuentra en nosotros desde el sabio más sabio, hasta el bobo más bobo.


Esperamos que este fascículo sea del agrado de todos nuestros visitantes y que lo reconozcan como un aporte a los escritos de la historia de nuestro pueblo y a sus cuatrocientos años de fundado.


Sopetrán, 7 de febrero del 2014.

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jueves, 6 de febrero de 2014

Sopetrán, 400 años. Fascículo 1


Nota bene: Este es un pequeño grano de arena, para que la tierra conozca, con más exactitud, como empezó nuestra historia. Espero que a todos ustedes les guste y que lo disfruten, como lo pude saborear, mientras lo escribía.

Camello

Cuatrocientos años
Darío Sevillano Álvarez
Fascículo 1


Primer fascículo sobre los cuatrocientos años de la fundación de Sopetrán.

Como bien sabido es por todos nuestros conciudadanos, la ciudad de Sopetrán cumple cuatrocientos años de haber sido fundada por don Francisco Herrera Campuzano el día 22 de febrero del 2016, pero como ningún humano puede decir con certeza, que para esa fecha está vivo, el blogger http://losgaviriasdesopetran.blogspopt.com va a publicar con cierta frecuencia unos fascículos, de mucha importancia relacionados con el Sopetrán de nuestros amores, que serán coleccionables y le servirán a todos, como documentos históricos, relacionados con nuestro querido terruño.

En el fascículo de hoy vamos a hablar, como es lógico, de los pobladores de estas tierras, antes de la llegada de Colón y de su equipo de salteadores.


Recordemos en primer lugar que todo lo que ocurrió antes de la llegada de Colón, se llama en la prehistoria: El período precolombino o período prehispánico y para nosotros es muy importante, porque vamos a hablar de los aborígenes que vivieron aquí, recordemos que no eran Indios, sino americanos, muchos años antes de que pasara el descubrimiento de América, circunstancia histórica, que nunca debió pasar, porque los conquistadores españoles, no se preocuparon por el inmenso tesoro que habían descubierto y cómo cuidarlo, sino por saquear todas sus riquezas y al que se atreviera a contradecirlos, le aplicaban la santa ley de la inquisición: Pena de muerte por no profesar la religión católica.


Nuestro propósito en el día de hoy, es llegar con mucha precisión a las familias que habitaban las tierras de Sopetrán y por esa razón entremos en materia.

Los tres grandes grupos de aborígenes que cita la historia eran los chibchas, los caribes y los arawacos.

Pero si analizamos cuidadosamente los grupos que nuestro departamento tenía, estos tres nombres nada nos dicen y tal vez la razón sea que los grupos de familias antioqueñas eran descendientes de los chibchas y los caribes.

Los catíos que poblaban la región comprendida entre los ríos Atrato y Cauca, eran descendientes de los caribes, personajes guerreros y antropófagos; los nutabes que son los que realmente nos interesan, que habitaban las tierras comprendidas entre el río Cauca y el río Porce, aborígenes cazadores y recolectores, con sangre guerrera y costumbres de buenos agricultores, eran descendientes de los chibchas, pero hay historiadores que atribuyen esa descendencia a los dicen caribes; pero yo estoy convencido de que se trataba de una buena fusión de esas dos civilizaciones.


Y el otro grupo de familias se llamaban los tahamíes, que habitaban la parte comprendida entre los ríos Porce y Magdalena.

Todos los historiadores coinciden en decir que los aborígenes nutabes (otros les dicen nutabaes), ocuparon el valle de Aburrá, es decir lo que hoy constituye el área metropolitana de Medellín, que al institucionalizarse  fue mal llamada Área Metropolitana del Valle de Aburra, nombres escogido porque algunos municipios sintieron celos de que la ciudad grande conocemos como la zona metropolitana y todas las orillas del río Porce o río Medellín, nombre este que toma desde el alto de San Miguel hasta la confluencia del río Grande después de Barbosa se llama Porce, hasta su desembocadura, asociado con el río Nechí, en el Cauca.

También dicen los historiadores que la conquista de Antioquia fue una de las más sangrientas, por la condición guerrera de sus moradores que parecían familiares de los espartanos de Grecia.

Para el año de 1650, España había logrado 
dominar toda el área coloreada con rosa.

Los pobladores de estas tierras fueron sometidos a las más crueles humillaciones y como los españoles creían que los aborígenes eran animales, los maltrataban de todas las formas.

En la ilustración que muestro, pueden observar como era el trato para los pobres americanos, que en los primeros 20 años de conquista, fueron muriendo por la crueldad y las enfermedades que los famosos secuaces de Colón, habían traído como regalo: la viruela, el sarampión, los piojos y todo tipo de problemas de salud.

Como nuestros aborígenes, no estaban preparados dn su sistema de defensas del cuerpo para estos bichos, la población murió en un alto porcentaje.


Las batallas que se libraron en el departamento, 
se muestran en obras de arte de la siguiente manera.


Los nutabes no fueron expertos en el arte lítico y, como eran cazadores y recolectores, vivían en chozas miserables metidas en la selva, pero también hacían pequeños poblados, como el que había en las tierras de Córdoba, cuando llegó don Francisco Herrera Campuzano que, según dicen algunos historiadores, era una población de unos dos mil habitantes.

Estas tribus contenían el 5 % de la población del departamento y debido a su buena formación para la guerra, lograron sobrevivir a la cruel matanza que se desató para poder tener bajo control, sus tierras y sus tesoros.


Hagamos un resumen de las costumbres y tradiciones de estas familias:

Como eran tribus nómadas, cambiaban constantemente los sitios en donde habitaban.

Eran muy aficionados a tomar licores y el preferido era la chicha, recordemos que la molían con sus mandíbulas y que el mejor fermento para la preparación era la saliva.

Sus viviendas eran unas pequeñas casas con techo de iraca u hojas de palmas, que terminaban en forma cónica a las que llamamos «bohíos».


Elegían para construir sus bohíos lugares que estuvieran cercanos a las quebradas y a los ríos, con el fin de tener agua en abundancia y buena pesca.

Solo usaban un taparrabo, que ahora llamamos «antea», con el que cubrían sus genitales.

Don Manuel Uribe Ángel dice que andaban desnudos y que solo se ponían una ligera pampanilla que ellos llamaban «guayuco» que fabricaban con un pedazo de corteza de un árbol llamado «damajagua».

Para las reuniones públicas, las mujeres usaban, una falda o delantal de lienzo y un pequeño manto parecido a un chal; los hombres y las mujeres, se adornaban los cuellos con collares fabricados con plumas, objetos dorados y sartas de cuentas.


También se tienen registros de que utilizaban el tabaco, que con el licor, eran los dos mejores componentes de sus fiestas.

En sus ferias de trueque, vendían y compraban joyas, alimentos, elementos para la cacería y la pesca, productos como sal, oro, esteras, mantas y todo aquello que necesitaban para su diario vivir.
Los trabajos eran distribuidos así: Los hombres hacían las siembras, recogían las cosechas, pescaban y cazaban; las mujeres preparaban los alimentos, cuidaban los niños y ayudaban a recoger las cosechas.

Entre las labores domésticas que hacían estaban los canastos, las esteras, las chinas, los trastos de barro cocido, los tejidos con chaquiras y la construcción de armas.


Recordemos que los clanes o tribus eran manejados por matriarcados; pero el infame de Colón y sus acompañantes los hicieron pasar a patriarcados.

En sus jerarquías había caciques, jeques, zaques, brujos y vasallos.

El gobierno era muy impreciso, al parecer era algo que no los preocupaba.

Los nutabes eran grandes agricultores y cultivaban maíz, frijol, frutales, algodón, plantas de aliño; pero también trabajaban en la pesca, la cacería y la minería.

Habían construido un puente sobre el río Cauca en el lugar que hoy está el puente de pescadero y lo llamaban en su idioma «Bredunto»; pero cuando los españoles los estaban acosando mucho, los aborígenes destruyeron el puente, para obstaculizar la marcha de los enemigos; más tarde Andrés de Valdivia lo reconstruyó, dada la importancia que tenía para la conquista.


La sociedad nutabe, estaba constituida por pequeños cacicazgos que no tenían poder central concentrado, pero cuando había circunstancias especiales, ellos se confederaban alrededor del cacique que fuera mejor guerrero; esta circunstancia se presta para decir que una reducida familia de nutabes se agrupó alrededor del cacique Zuburuco o Zubsabaruza y tomó el nombre de guamas o guacas y se estableció en las tierras de Sopetrán,  en lo que hoy llamamos corregimiento de Córdoba cuya extensión territorial iba hasta la quebrada Seca que desemboca cerca del puente de Occidente, en jurisdicción del municipio de Olaya.

Don Manuel Uribe Ángel describe admirablemente la raza nutabe de esta manera:

«El hombre primitivo de estas montañas era de color moreno cobrizo; de pelo negro y lacio; de frente ligeramente achatada; de ojos pequeños, rasgados y negros; de nariz regular; de huesos salientes, especialmente en los pómulos y los juanetes; de talón prolongado hacia atrás; de fibra muscular tensa y dura; de cuerpo suelto y ligero, más bien delgado que obeso; arrogante, duro, áspero y decidido en la expresión».


Las tierras del departamento de Antioquia estaban habitadas por tribus cazadoras y recolectoras, desde el siglo V antes de Cristo y se cree que los nutabes estaban aquí 10.500 años antes de la venida de los españoles.

Recordemos que la mayoría de estas invasiones habían sido por el norte, porque el punto clave era Alaska, cuando se congelaba en los inviernos el estrecho de Bering.

Los nutabes, acostumbraban teñirse el cuerpo con la tintura que produce el Achiote y con otras sustancias que extraían de algunos vegetales; también cubrían sus dientes, para prevenirlos de las caries dentales, con el zumo de un bejuco que tiene la propiedad de matar esos microbios.


Los nutabes, como buenos descendientes de los caribes, practicaban la antropofagia, es decir, comían carne humana y algunos historiadores cuentan que sus prisioneros eran engordados en corrales, hechos de madera, para poder disfrutar de mejores carnes; agregan algunos que los elegidos para esta infame costumbre, aceptaban con cierto cariño la decisión y no los preocupaba el golpe fatal, que casi siempre era, un fuerte golpe sobre las vertebras cervicales.
Las ejecuciones, tenían un carisma religioso y las hacían en aéreas libres; el reo debía estar mirando hacia el oriente y agachar la cabeza, con el fin de dejar ver la parte cervical del cuello, en donde le descargaban con fuerza brutal una maza, para partir la columna vertebral.
Cuando Herrera Campuzano, llegó a sus tierras, estaban más civilizados y los recibieron con mucho beneplácito, razón por la cual simpatizó mucho con ellos.

Así se muestran los indios guerreros caribes.

Si quisiéramos hablar del idioma de los nutabes, nos quedaríamos sin palabras, porque los crueles españoles, cuando vieron que en nada se parecía al castellano, lo borraron del planeta y no dejaron evidencias de él.

A propósito de idioma, es irrespetuoso decirles a los idiomas de los aborígenes de cualquier lugar de la tierra «dialecto», porque para mí tengo que los dialectos, son deformaciones de un idioma que se habla en un lugar de la Tierra y que en algunas comunidades de esa nación lo han desfigurado y le han agregado o quitado palabras.

El idioma de nuestros aborígenes era muy escaso de palabras importantes y se limitaba a voces, gritos, ademanes, gesticulaciones, sonidos guturales, interjecciones en abundancia y algunas palabras compuestas, pero ninguna de ellas, se refería a cultura, ciencia, tecnología o cosa que se pareciera, a lo que en la actualidad hablamos, en términos generales, se podría decir que era un idioma que apenas se estaba configurando.


Las únicas palabras que quedan del idioma Nutabe, recuperadas por Vázquez de Espinosa:

Español y demonio: Ai.
Vieja: Guacú.
Viejo: Tobé.
Relámpago: Urichiquisi.
Ven acá: Noretó.
Anda vete: neto.
Agua: Ni.


Lumbre: Quia.
Está bueno: Guare me.
Estoy bueno: Si guarero.
Pan: Amiguiá.
Noche: Tebuna.
Mañana: Machiquí.
Muy de mañana: Macasa.
Yo me voy a mi tierra: Sine manascua.
Estoy flaco o enfermo: Fi apacudi.
Olla: Ur.
Vaso: Tatasi.
Gallina: Otocaro.
Bueno: Taná.
Ve de prisa: Necumurtu.
Ve corriendo: Necu murtiqui.
Luna: Eua.
Estrella: Papa.
Sal: Nacú.
Pimiento: Napa.

Este es el posible mapa de los primeros
pobladores de Antioquia.

En estos mapas a veces se encuentran imprecisiones, porque fueron hechos artesanalmente y sin las técnicas modernas.

Así estaba configurado el 
departamento de Antioquia en el siglo XVI.

Su religión era una mezcla de brujerías, rituales, y ceremonias, para complacer a un dios que poco conocían y creían en la inmortalidad del alma; en un dios bueno y su antagonista, el malo; no tenían templos especiales para ese dios y solo se limitaban a una devoción en sus bohíos; ese dios era llamado Abirá, palabra que traducía ‘Sumamente bueno’ Creían en el Sol, la Luna y las estrellas, pero sus conocimientos sobre el Universo eran muy rudimentarios; al demonio lo llamaban Canicubá, que en ese idioma traducía: ‘Sumamente malo’; no tenemos registros históricos de que hubieran hecho sacrificios humanos o de otras formas, para honrar a su dios.

La historia del diluvio universal, estaba en sus tradiciones y contaban a sus hijos, como se había salvado la humanidad de esa hecatombe; no es esta una idea rara, porque debemos recordar que los ancestros de estos aborígenes, eran humanos que habían invadido por el estrecho de Bering.

Las ranas y los sapos eran animales muy apreciados por los nutabes, tal vez porque de ellos extraían un poderoso veneno, para aplicar a sus armas preferidas; también empleaban venenos vegetales como el que hoy emplean algunas tribus: el curare.

Utilizaban unas armaduras especiales para ir a los combates; y a ellos llevaban macanas, mazas, hondas, flechas y piedras.

A la hora de combatir, utilizaban coronas con plumas y también se las ponían en los brazos, en la cintura y en los muslos.


Los grandes militares de la tribu, se especializaban en adornar sus armaduras y hacer sus coronas de plumas a las cuales añadían piezas de oro bruñido.

Creían en la superstición y manejaban varios agüeros en forma de dichos, con los que se regían para las siembras, para predecir el tiempo y para consultar a los dioses.

Pero a pesar de la creencia en la superstición, en momentos especiales apresaban a los que practicaban la brujería y los condenaban a pena de muerte.


 A estos hechiceros, los llamaban mohanes, hechiceros, jaimanes,
Como creían en la inmortalidad del alma, enterraban a sus muertos, con todas sus pertenecías, incluyendo sus mujeres, sus hijos y parte de los duelos más cercanos: los enterraban con la cabeza hacia el oriente y los pies hacia occidente, para que la mano derecha, con el dedo índice mirara la estrella del norte.

En su vida corriente, nuestros aborígenes se desenvolvían así: La poligamia, era una costumbre normal y cada personaje se daba el gusto de tener tantas mujeres, como fuera capaz de mantener.

Los matrimonios eran negociados por los padres de la dama y se hacían grandes fiestas para celebrarlos; lo más importante era que la dama llevaba la iniciativa en las relaciones de pareja.
 
Dos mitos importantes.

Sus mitos eran muchos porque para cada circunstancia se inventaban uno; pero el más famoso, es el que cuenta que sus antecesores tuvieron la fortuna de vivir con una mujer llena de poder, que regulaba los fenómenos físicos, atmosféricos y meteorológicos.


Narremos como punto final de este documento, que los nutabes no fueron nuestros ancestros genéticos, porque una decisión  de uno de los virreyes, de la Real Audiencia acabó con esa civilización, en un año, así:

Una circunstancia desafortunada, protagonizada por el virrey Solís Folk de Cardona acabó con los aborígenes sopetraneros: El 24 de enero del año 1757 ordenó que llevaran los aborígenes sopetraneros para el resguardo de Buriticá, porque allá producían oro y nosotros solo aportábamos sal y frutas, pero como los de ese resguardo eran antropófagos, se comieron a los nuestros asados; cuando el Virrey se dio cuenta de su error ordenó traerlos nuevamente y solo regresaron los 34 más ancianos, porque su carne no servía para el consumo humano, dada la característica de que la carne humana vieja no cocina bien.

Este es el famoso virrey que acabó con los nutabes.

Esta circunstancia, nos muestra que los últimos guamas fueron los viejos que regresaron de Buriticá y como no tuvieron descendencia, a su muerte se acabó esa civilización.
En el próximo fascículo vamos a ver cuáles fueron nuestros ancestros.


Fotografía del historiador: Manuel Uribe Ángel, que fue el mejor en su género para contarnos la historia de los nutabes y los guamas.


Sopetrán, 29 de enero 29 del 2014

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