Cuatrocientos años
Darío Sevillano Álvarez
Fascículo cuarto
Vieira
Los Vieiras, los Vieras o los Beiras son tres formas de
un mismo apellido que entre nosotros lo conocemos como Vieira.
En el siglo XIX y hasta mediados del siglo XX, este era
uno de los grandes apellidos de la ciudad de Sopetrán y sus miembros eran
personajes muy distinguidos y de alta alcurnia, que poseían grandes latifundios
destinados a actividades agropecuarias, pero algunos de sus miembros agregaban
la actividad comercial y otros la educativa.
Sin lugar a dudas, el personaje más importante de esta
familia, fue Don Pedro Viera Gaviria, hijo de Justiniano Vieira Isaza y Zoraida
Gaviria Duque, que según decían los pobladores de nuestro terruño, era el
hombre más rico de la comarca (entiéndase por comarca, el occidente medio
antioqueño).
Este es el escudo
de
los Vieiras de Sopetrán
Es bueno que veamos cómo apareció este apellido,
Los historiadores no se han podido poner de acuerdo
sobre el verdadero origen de este apellido; vamos a ver sus tres posibles
orígenes:
Unos relatan que nació en el norte de España en la
provincia gallega; otros argumentan que nació en Portugal; yo creo es que como la
provincia gallega limita por el sur con el norte de Portugal, en la época en
que los límites de las dos naciones no existían, el apellido apareció en el
norte de la península Ibérica.
Otros historiadores dicen que el apellido nació en
Italia, en donde se le reconoce, como unos de los apellidos nobles, pero hay quienes
afirman que los de Italia son oriundos de Portugal.
Así es el escudo de
los de Italia.
¿Cómo llego el apellido a nuestras tierras?
En el siglo XVIII, llegó a Colombia el Señor Juan
Bernardo Vieira, que según los historiadores españoles era hijo de la princesa
Vieira de la Casa de Braganza, y en Portugal no le reconocían su linaje, por
esa razón, vino a las tierras de América para hacerlo valer; otros
historiadores dicen que eran dos hermanos, hijos del rey Carlos I de España y
de la princesa de Portugal y cuando quisieron hacerse reconocer, tuvieron que
viajar a América y uno de ellos, Juan Bernardo se quedó en Colombia y el otro
fijó su residencia en Brasil.
Sea cual fuere el relato, lo importante es saber que
los Vieiras, tienen en sus dos linajes sangre real.
Es bueno preguntarse cómo apareció este nombre
La palabra Vieira, es un toponímico, es decir, hace
mención de un lugar como un caserío en el municipio de la Cañiza (Pontevedra) y
dos poblaciones portuguesas: Vieria de Leiría y Vieria de Minho, pero en sí la
palabra viene de un vocablo gallego que traduce ‘venera’ y hace mención de la
concha de un caracol que utilizaban los peregrinos de Santiago de Compostela en
sus correrías.
Algunos historiadores heraldistas, dicen que la
suspensión de la i en algunos lugares se debe a que en gallego, la gramática,
suspende la i después de e.
Pero otros afirman que Viera es oriundo de Israel y que
traduce ‘diosa de las aguas’.
Este es el escudo de armas
de esa forma de escribir el
apellido.
Yo me atengo al relato de que en gallego, se suspende
la i después de e.
Hay un escudo que no publican las casas de heráldica:
En campo de plata tiene un solo caracol en color azur.
En el siglo XIII año 1220, en Portugal en la torre de
Villa Seca, figuraba Rui Vieira; y en el libro de las reparticiones de
Valencia, aparece G. de Vieira, un caballero portugués al servicio del Rey
Jaime I de Aragón, en la reconquista de ese reino moro.
Este es un apellido distribuido en las provincias de
Pontevedra y Orense, pero su presencia es notable en la comunidad de Madrid y
en las provincias de Barcelona y León.
Simón de Vieira fue peón en la compañía del capitán
Escalante en la conquista de Tenerife en Islas Canarias, le tocó en reparto una
data en Güimar y murió en Gran Canaria en el año 1522.
Por otro lado, Juan de Vieira y Sousa, oriundo de la
ciudad de Veracruz, que se desempeñaba como hacendado en Tomares de Sevilla,
probó su hidalguía en 1779, ante la sala de los Hijosdalgo de la Real Cancillería
de Granada.
Esta fue la casa de
Don Pedro Vieira Gaviria
en la calle real o Uribe Uribe.
En la actualidad este linaje en España cuenta con 3770
personas que lo llevan en su primer apellido y 3062 en el segundo.
En términos generales, el linaje está esparcido en
Portugal, al norte de Porto y tiene algunos miembros en Galicia y Sevilla de
España; en Italia, también tiene algunos miembros; y según se ve en internet, hay
Vieiras en algunas repúblicas de América.
En Puerto Rico hay algunos Vieiras, y según mis
investigaciones, son personas de clases media, media alta y algunos de ellos
son adinerados.
Ahora veamos las bondades que este linaje regaló al
pueblo sopetranero:
La primera y más importantes es el rocecito de sangre
real que nos trajo en sus dos líneas, porque equivale a decir, que en nuestras
tierras vivieron descendientes directos de las coronas de España y Portugal; a
mí esta circunstancia me parece de mucho caché, como se diría en términos un
poco altaneros, porque eso nos pone a la altura de muchas ciudades españolas y
portuguesas, en donde han vivido miembros de familias reales.
Detalle de la
puerta de entrada
a la casa de Don Pedro Vieira.
Es bueno contarles que hubo una familia de este linaje,
don Jesús María Vieira y doña Rita Vieira, que se desempeñaban como buenos
comerciantes en nuestra plaza de Bolívar lo cuento porque tuve la fortuna de ser
amigo muy cercano de ellos y don Jesús manejaba fincas ganaderas muy bien
montadas como la Isleta en jurisdicción de las veredas del Pomar y Santa
Bárbara; conozco esta finca y les puedo decir que empieza en piso térmico
cálido y termina en alturas de 2.800 metros sobre el nivel del mar y en ella
nace nuestra quebrada La Yuná.
Pero si recordamos a Don Pedro Vieira, todos los
grandes hatos ganaderos le pertenecían y él contaba con muy buen humor que no
sabía cuánto ganado tenía, porque era imposible contarlo y además, como sus
fincas eran tan grades y tenían bosques espesos, una hembra que se perdía y la
daban por muerta, a los años aparecía con dos o tres crías.
Don Pedro se casó con doña Clementina Gaviria Villa,
más conocida como doña Tina, una ilustre matrona de este linaje en Sopetrán y
de ese matrimonio, nacieron Félix y Alicia; el primero fue propietario de
grandes extensiones de hatos ganaderos, a orillas del río Cauca y de la
quebrada Juan García en Liborina, Alicia todavía vive en la ciudad de Medellín.
Doña Clementina era una buena señora, que se dedicaba a
colaborar con los asuntos de la Religión y con algunas obras cívicas.
Es de mucha importancia decir que a lo largo de mis
idas y venidas a las casas de estos personajes, observaba que eran muy dados a
hacer obras de caridad y siempre ponían su atención en aquellas familias
pobres, a las que llamaban pobres vergonzantes, porque eran personas que no
habían nacido para la mendicidad y preferían aguantar sus tragedias que
dedicarse a pedir.
Es muy importante decir que como los grandes
latifundios de don Pedro, ocupaban las tierras de El Rodeo y Córdoba, para
mantenerlos en forma, él daba trabajo honrado y estable a muchos sopetraneros, padres
cabezas de familia y a veces les prestaba tierras a la cuarta, es decir: las
cosechas que producen, se reparten una cuarta parte para el dueño de las
tierras y tres cuartas partes para los que las cultivan y con estas cosechas,
ellos mantenían en orden sus despensas.
También este ilustre señor, sostenía el negocio de la
leche, en el casco urbano, que se vendía a precios muy baratos y lógico sin el
proceso de pasteurización.
Es bueno hablar de tres ilustres damas que llevaban
este apellido con mucho honor, eran: doña Dolores Vieira, doña Laura Vieira y doña
Lucrecia Vieira; la primera era soltera y tenía en la calle del caño, una
verdadera finca, pues en su casa encerraban los terneros por las tardes y en
las mañanas ordeñaban las vacas y ella vendía la leche por puchas, medias
puchas y chicas; las otras dos fueron casadas con dos ilustres miembros de la
familia Gaviria.
Pero dada la circunstancia de la sangre real de esta
familia, sus miembros eran personas muy bien presentadas y las mujeres, en
especial, eran muy bonitas.
Estos miembros del linaje Vieira, eran muy generosos
con la Iglesia Católica y siempre regalaban sus mejores ganados en las ofrendas
de Semana Santa y Corpus Christi, para las obras parroquiales.
Sopetrán, 5 de marzo del 2014.
Darío Sevillano Álvarez
Por una cordial
atención del abogado Rubén Darío Barrientos y del padre jesuita Marcos Castaño
Arbeláez nos ha llegado esta nota acerca del padre Justiniano Vieira Gaviria,
hermano de Pedro Vieira Gaviria de quien hablamos en la historia de los
Vieiras. Por esa razón añado esta semblanza cedida, como ya dije, por los
padres de la Compañía de Jesús y que nos da un ejemplo de vida. Nota del editor.
Padre Justiniano
Vieira Gaviria
9 de julio de 1891-22
de octubre de 1983
El padre Vieira
nació en Belmíra (Antioquia) el 9 de julio de 1891 donde sus padres tenían una
finca. Fueron sus padres Justiniano Vieira Isaza y Zoraida Gaviria Duque.
Sus primeros años transcurrieron
en contacto con las labores del campo, lo que sirvió mucho en sus
administraciones futuras. En Sopetrán cursó la educación primaria, y después
marchó a Medellín para estudiar el bachillerato en el Colegio de San Ignacio.
Su vivienda allí fue la casa de su tía materna, Isabel Gaviria Duque, esposa
del presidente Carlos E. Restrepo.
Sin terminar el bachillerato,
ingresó a la Compañía de Jesús el 7 de septiembre de 1909 en el Noviciado de
Chapinero en Bogotá. Después de los estudios de humanidades fue destinado ai
Colegio de San Bartolomé, Sección de la Merced como subprefecto y profesor de Castellano
y de historia Patria a partir de 1915.
A mediados de 1916
viajó a España para estudiar Filosofía en el Colegio Máximo de Oña y regresó a
la patria para completar el magisterio en el Colegio de San Bartolomé de Bogotá
en donde desempeñó el cargo de subprefecto y Profesor de Latín e Historia.
En julio de 1921, volvió
a España y en el Colegio Máximo de Oña se dedica a estudiar Teología, y recibió
la ordenación sacerdotal el 24 de julio de 1924.
Retornó a Colombia
para la Tercera Probación que practicó en la Casa de Chapinero de 1925 a 1926, donde
fue simultáneamente ayudante del Maestro de Novicios.
En julio de 1926 fue
destinado a la Escuela Apostólica de San Pedro Claver, en Madrid (Cundinamarca)
con los cargos de ministro, ecónomo y prefecto de alumnos. En enero de 1927 dispuso
el traslado a la nueva sede campestre de Albán, donde, según su testimonio,
habrían de transcurrir los años más felices y fecundos de su vida apostólica, en
la formación de muchos jóvenes a los que que ayudó a preparar para la Compañía
de Jesús, uno de los cuaies añora esos amables tiempos con estas palabras:
«El recuerdo del P.
Justiniano es algo que nunca se borrará de la memoria de los que han vivido en
la Escuela Apostólica en esos ocho años (1926—1934), en donde colaboró
sucesivamente con el fundador de la Apostólica, padre Luis Fernández y su
primer rector, padre Germán Mejía. Contribuyó a crear el espíritu de familia,
característico de Nazaret, para la formación integral de los futuros jesuitas,
en el aspecto académico con sus activas clases de Lenguas y de Matemáticas y la
promoción del deporte: fueron célebres los equipos de fútbol el Mejía y el
Vieira. El padre Justiniano organizaba paseos en la hermosa naturaleza
circundante, yendo también a las haciendas de los amigos de la Apostólica para
gozar de sus piscinas y de sus atenciones. Un elemento de formación lo
constituía el trabajo colectivo para disponer campos de deporte o para librar
de helechos los potreros. La paternal creatividad del padre Vieira lo hacía
trajinar por el comercio de Bogotá para premiar las competencias de los
deportistas o alegrar las fiestas hogareñas, especialmente la Nochebuena, de
mucho colorido en Nazaret. La bien montada finca le recordaba sus primeros años
en Belmira».
Añorando la vida de
campo en familia, donde dejaba una capacidad instalada de formación para el
apostolado, pasó en 1934 como ecónomo de Provincia, conservando y promoviendo
el patrimonio de la juventud Jesuítica. En 1941 fue nombrado como superior de
la Residencia de Manizales, hasta 1946, animando con su activo ejemplo los
ministerios sacerdotales de ejercicios, predicación y de culto en nuestra
Iglesia de San José.
Los años de 1946 a
1947 fue vicerrector dei Colegio de San Francisco Javier en Pasto, y luego fue
destinado a Cartagena, como superior de la Residencia y Santuario de San Pedro
Claver, donde permaneció hasta 1953, cuando fue nombrado ministro y ecónomo de
la Casa de Probación de Santa Rosa de Viterbo.
En 1956 inició la
última etapa de su vida en la Residencia de San Ignacio, de Medellín, entregado
a promover la devoción al Sagrado Corazón de Jesús dirigiendo el Apostolado de
la Oración y animándolo con el dinámico Boletín en el que mensualmente
explicaba las intenciones recomendadas por el papa, dando cuenta de los
queridos difuntos. Durante todo este tiempo, casi hasta la muerte, organizó la
magna procesión de homenaje al Corazón de Cristo que en sus últimos años se
convirtió y dinamizó con la imagen de Marcha de la Fe y del Amor. Enciende el
fervor de los fieles en el último domingo de junio ya cuenta más de una
centuria.
Al finalizar la
década del setenta, su sólida contextura orgánica, se fue minando por la
acentuación de una enfermedad circulatoria, y pasó los últimos años en ía Enfermería
del Colegio de San Ignacio de Medellín, sufriendo con entereza la amputación de
una pierna, por gangrena.
Todos los
visitantes, hermanos y allegados, como lo prescribe San Ignacio «Fueron
edificados del ejemplo de su paciencia y fortaleza, con fe viva, esperanza y
amor de los bienes eternos que nos mereció y adquirió Cristo con los
trabajos... de su vida temporal vida y muerte» aceptando todo con alegría
comunicativa, como preparación para su hora suprema llegada el 22 de octubre de
1983 a los 91 años de su edad, 74 de Jesuita y dentro del año en que habría de
cumplir las Bodas de oro Sacerdotales.
Laus Deo Virginique
Matri