Consideraciones especiales, para tener en cuenta en la
semana de Navidad y la semana de año nuevo
Darío Sevillano Álvarez
¡Llegó la Navidad!
«A Belén, venid pastores
»Que la aurora brilla ya»
.
Gozo, felicidad, júbilo, ilusión, esperanza, a veces
nostalgia; son solo algunos de los sentimientos, que afloran hacia el final del
año, en el mes de diciembre, cuando celebramos con gran alegría la Navidad, que
une a todos los humanos, sin importar el país, la religión, la raza ni la
condición social a la que se pertenece.
Los hombres, hemos necesitado desde la hora de nuestro
nacimiento, estar identificados con los demás y por esa razón, hemos diseñado:
Los festivales y carnavales, que nos permiten estar juntos y compartir la
alegría y la unidad.
Fue así como en las grandes civilizaciones antiguas, como
Babilonia, Egipto y otras, los humanos celebraban, en el mes de diciembre, las
festividades del invierno y las ponían en el día más corto, el solsticio de
invierno, o 25 de diciembre.
Entre las fiestas que celebraban, estaban las del Sol, en
las cuales adornaban sus casas, con ramas, hacían comidas especiales, había
abundancia de vino y se daban regalos muy costosos.
Después aparecieron las fiestas del dios Mitra, una
divinidad de los orientales, pero luego apareció el cristianismo y puso el
nacimiento de Jesucristo en el día 25 de diciembre, para hacerlo coincidir con
las grandes celebraciones de esa época.
El Papa Julio I incluyó en el calendario eclesiástico esa
fecha tan importante, que hace estremecer a todos los humanos, en la época de Navidad.
La palabra Navidad significa Nacimiento.
Más tarde, en el continente americano, los conquistadores
españoles, establecieron la Navidad, para acompañar muchas celebraciones que
los aborígenes hacían, en honor del sol, la luna, el agua y todos los elementos
que hacen posible la vida en el planeta.
Ahora miremos cuál fue el acontecimiento, que originó la Navidad
en el cristianismo.
Dicen los libros religiosos, que cuando Adán y Eva,
cometieron un error en el paraíso terrenal, Dios les prometió que, un redentor
les ayudaría a recuperar la amistad con Él.
Luego en los libros del Antiguo testamento, los profetas
anunciaron que el Redentor, nacería en un lugar del oriente medio de la Tierra
llamado Belén.
Hubo dos personajes especiales, que protagonizaron este
hecho histórico, tan importante para la religión católica, fueron la Virgen
María y San José
La virgen era una niña buena, que había dedicado su niñez
a servir en el templo y a ella, el arcángel Gabriel le anuncio que sería la
madre del niño Jesús; San José era un hombre importante que construía templos y
casas y el arcángel, le comunicó en sueños, que se uniera a la virgen, para que
le ayudara.
Coincidió con estos hechos, un censo de población que
ordenó, el mandatario omano, en donde a San José y a la Virgen, les
correspondía, trasladarse al lugar llamado Belén, que traduce: La Panadería,
para hacerse censar y estando allí, nació el niño Jesús.
Las tradiciones orientales cuentan que a la hora del
nacimiento, vinieron los ángeles y cantaron el Gloria a Dios en las alturas.
En un pequeño valle que había cerca del nacimiento,
estaban unos pastores que cuidaban sus ovejas, para que los lobos no se las
comieran y los ángeles fueron donde ellos y les pidieron que visitaran al Niño,
a la Virgen y a San José y que les llevaran algo de comer.
Los tres pastores, fueron al portal y llevaron miel, pan
y leche, una comida muy típica de esos pueblos.
Aunque el Niño había nacido al atardecer, los pastores
que estaban un poco retirados del lugar del nacimiento se demoraron hasta las
primeras horas de la noche, para llegar; esta razón hace que todos pensemos que
el niño, nació en las horas de la noche.
En el momento de llegar los pastores al portal, en el
cielo apareció una estrella muy brillante, que anunciaba el nacimiento del Niño
Dios.
Como la estrella siguió en el cielo por muchas noches y
su brillo era muy radiante, todos los jefes de las tribus cercanas a Belén la
vieron y supieron que había nacido el Niño Dios.
Muchos de ellos, quisieron ir a conocerlo a llevarle unos
regalos y se pusieron en camino, guiados por la estrella.
Cuando llegaron a Jerusalén, se entrevistaron con el rey
Herodes y éste se puso celoso de que hubiera nacido otro rey y les dijo, si lo
encuentran, por favor vienen a avisarme, para conocerlo y llevarle unos
regalos.
Pero la intención de Herodes, era matarlo, para que no le
fuera a hacer competencia con su reino.
Cuando los reyes encontraron al Niño Dios, y lo adoraron,
soñaron que tenían que irse por otros caminos, para que Herodes no supiera en
donde estaba y la estrella los guio hasta sus pueblos, sin que Herodes lo
supiera.
Herodes entro en furia contra los reyes y contra el Niño
Jesús y ordenó a sus soldados, que investigaran en dónde estaba.
Un ángel anunció a San José y a la Virgen, que debían
viajar a Egipto, mientras Herodes moría.
Los reyes que visitaron al Niño Jesús eran jefes de las
tribus cercanas y sus nombres, fueron puestos por la Iglesia Católica, buscando
representar las tres grandes razas de la Tierra: la blanca, con Melchor; la amarilla
con Gaspar; y la negra, con Baltasar
Los regalos que posiblemente le llevaron, fueron Oro,
incienso y mirra, porque el oro, es propio de los reyes; el incienso es propio
de los dioses; y la mirra es propia de los hombres.
Como ven, estas ofrendas son más bien significativas,
para poder decir que el Niño Jesús, era Dios, rey y hombre.
Como los soldados de Herodes, no encontraron al Niño,
ordenó que en todo su reino, mataran a los niños varones, menores de tres años,
para poder matar entre ellos al Niño Jesús y así se cumplió en todas la
ciudades cercanas a Belén.
Esta matanza se conoce en la historia, como la muerte de
los Santos inocentes y es la fiesta que celebra la Iglesia Católica, el día 28
de diciembre.
Aunque algunos dicen que murieron cinco mil niños, los
historiadores más serios afirman que solo murieron veintisiete. Esta teoría, es
muy acertada, porque en esas pequeñas ciudades, no había muchos habitantes.
Otros historiadores afirman que esta matanza nunca pasó.
Cuando el Rey Herodes murió, la sagrada familia regresó a
Israel y se establecieron a vivir en la ciudad de Nazaret, de esa etapa de la
vida del Niño Jesús, los evangelios solo dicen: «Que fueron a Nazaret y que les
estaba muy obediente».
Solo cuando el Niño Dios tenía unos doce años, los evangelios
cuentan una historia muy bonita: En un viaje que hicieron a Jerusalén, el niño
estuvo perdido por un tiempo y después de tres días de búsqueda, lo encontraron
en el templo de la ciudad, conversando con los doctores de la ley, que eran
como los sacerdotes modernos.
En el momento de encontrarlo, ellos le dicen: «¿Hijo, por
qué te has comportado así, con nosotros?» Y Él les responde: «Estaba ocupado en
las cosas de mi Padre».
Es bueno contar, que fuera de los evangelios que tiene la
Biblia católica,« hay otros que llamamos Los
evangelios apócrifos, esto quiere decir, que no son aprobados por la
iglesia y en ellos si se habla de toda la infancia del Niño.
Uno de los evangelios apócrifos más hermoso, es el
evangelio de la infancia de Jesús, en el que se narra con abundancia de
detalles, como trascurrió la vida del niño, en sus primeros treinta años.
Una de las causas por las que no sabemos mucho, sobre la
infancia del Niño Dios, es el hecho lamentable, de que la Iglesia Católica, no
hubiera aceptado, todos los escritos que de Él, habían hecho, las personas que
vivieron esa época.
Lo más impresionante es que la Iglesia, buscó a un
especialista, para que seleccionara, cuáles libros, de los que hablaban de
Jesucristo, se podían incluir en la Biblia y cuáles no, y tal parece que el
famoso especialista era un Obispo llamado Ireneo, hombre fanático y todos los
escritos que no se acomodaron a su manera de pensar, fueron eliminados; fue tanta,
la persecución contra esos libros, que ordenó que los quemaran y los
desaparecieran de la faz de la tierra; pero las personas inteligentes de esa
época, los escondieron en cuevas y muchas veces los enterraron.
Esos escritos, están siendo encontrados, por los egiptólogos,
los arqueólogos y los teólogos y en la actualidad estamos conociendo todo ese
cúmulo de sabiduría, que hay escrito, sobre Jesucristo, que tal vez es el
personaje más importante de la historia universal.
Da tristeza, saber que los cuatro evangelios que la
Iglesia escogió, para introducir en la Biblia, fueron escritos, por personajes
que no vivieron en la época de Jesucristo y por eso no lo conocieron
personalmente, porque fueron escritos setenta o cien años después y por esa
razón, no cuentan las cosas como pasaron, porque ellos se basaron en lo que les
contaban, las personas por la tradición, es decir, información narrada.
Ahora conozcamos el origen de algunas de las tradiciones
navideñas, que tanta alegría nos producen y que hacen las delicias del mes de diciembre:
«La navidad, es época de unión, paz y amor. Es tiempo de
alegría y buena voluntad. Es tiempo de reunión con la familia y con los amigos.
Es tiempo de especial atención y dedicación a los niños. Es tiempo de compras,
regalos, sorpresas y risas. Es tiempo de viajar, para ir a las casas de los
abuelos y de los tíos. Es tiempo de comer ricos dulces y deliciosas comidas. Es
tiempo de rezar la novena del niño Dios y acompañarla de hermosos villancicos.
Es tiempo de adornar nuestras casas, calles y parques,
con motivos especiales y luces de colores.
Es tiempo del arbolito de navidad, que florece todos las
veinticuatros.
Es tiempo del Papá Noel, del nacimiento, de los reyes
magos.
La navidad es magia y felicidad.
¡Qué alegría, es navidad!
Aunque el árbol de Navidad, es un signo muy antiguo, que
las viejas civilizaciones utilizaban, para adornar los espacios públicos, en
los carnavales del invierno; el verdadero árbol de Navidad, nació en Alemania,
cuando unos grupos cristianos, adornaron las plazas y parques con árboles de
pino, a los cuales les colgaban, frutos rojos y luminarias; esto los hacía ver
muy hermosos, en las horas de la noche.
San Nicolás, el viejo Noel y Santa Claus, son el mismo
personaje, que en las navidades pasa por todos los lugares de la tierra,
repartiendo regalos para los niños.
Esta leyenda apareció, cuando San Nicolás de Bari, obispo
de Bari, que recogía los dineros que le sobraban en el año y en las navidades, compraba
regalos, para darles a los niños más pobres.
El nacimiento o pesebre, fue una tradición que nos enseñó
San Francisco de Asís, que, en el siglo XII, hizo un nacimiento con personas y
animales vivos, en una cueva que había en la ciudad Italiana de Greccio.
A partir de esa fecha se fue extendiendo la tradición y
llegó hasta nuestros días.
Recuerden que es la mejor forma de celebrar la navidad.
La palabra pesebre, es derivada del Latín proeseprum, que traduce cajón para poner
la hierba que van a comer los animales en la pesebrera.
La novena que rezamos en la Navidad, fue escrita por una
religiosa Carmelita, llamada: Margarita del Santísimo, ella la escribió, porque
tuvo una aparición del niño Jesús, en donde dijeron: «El verbo se hizo carne y
habitó entre nosotros»
La celebración de la epifanía o adoración de los reyes
magos, es una tradición muy vieja, en la que conmemoramos, la llegada de los reyes
cercanos a Belén, para adorar al Niño Dios, siempre la hacemos el día seis de enero,
momento en que terminamos la Navidad.
La misa de la media noche o misa de gallo, la introdujo
la Iglesia Católica, para conmemorar la hora en la que creemos, nació el Niño
Jesús.
La costumbre de cantar villancicos en la Navidad, nació
en las viejas civilizaciones, con el nombre de zéjel o estribotes y en la edad
media, como los cantaban en las villas, que eran casas cercadas, por rejas,
tomaron el nombre villancicos o canciones de las villas.
Los ángeles en la Navidad significan amor, bondad,
misericordia y personifican los más altos ideales del hombre.
Las estrellas ponen el cielo en nuestras manos, son
fuente inagotable de luz y recuerdan la estrella que anunció el nacimiento de
Jesucristo.
Las velas nacieron, porque en las largas noches del
invierno, alumbraban en la oscuridad, para ahuyentar los malos espíritus y
representan a Jesucristo, fuente inagotable de luz.
Las tarjetas de Navidad nacieron, cuando John Calcott
creó la primera, por un encargo de Henry Cole, para saludar a sus amigos.
Los colores, rojo y verde representan la esperanza de la
nueva vida, que florecerá, al llegar la primavera.
Sopetrán, 23 de diciembre
del 2018.