jueves, 5 de abril de 2012


Martes Santo
Darío Sevillano Álvarez

«Lo que has de hacer, hazlo pronto».
Jn 13, 27.


En la procesión del martes, los factores meteorológicos estaban muy complicados, así lo registró mi cámara con el atardecer que nos acompañaba.

Los cúmulos nimbos están a punto de disolverse.

Esta escena coincide con el evangelio del día
en el ciclo litúrgico que nos corresponde.

Si son buenos observadores, el fondo del
paso principal son los presagios de la lluvia
que nos tendremos que aguantar.

Así son las mesitas preparadas
para el viacrucis.

Los sacerdotes se preparan
para iniciar la procesión.

¿Cómo les parece este rostro?

¿Qué tal el desplante de Judas?

Este es un verdadero perfil oriental.

Se canta la primera estación.

Estos ojos azules,
que miran al cielo, provocan.

La cara de ojos tristes
de esta mujer convence.

Aquí se cantará la segunda estación.

La mirada pura de esta imagen
inspira respeto.

Su cara de dulzura, satisface.

Este plano profundo muestra
las dimensiones del acto religioso.

La cara de Pedro,fue concebida
para ser un alto ejecutivo.

A la cara de Judas se le podría aplicar
el viejo dicho:
«El pecado acusa».

La banda juvenil nos deleita
con una hermosa marcha fúnebre.

A esta manifestación externa de la fe
no se le pueden hacer comentarios.

Cuando pasa la lectura de la estación,
las divisas se van alineando
alrededor del paso principal.

Esta niña lleva en sus manos
la naveta con el incienso.

Este sonriente jovencito es
el turiferario,
o sea, el que lleva el incensario.

Juan y Tomás son
dos pesos pesados de la pasión.

Cada lugar en que se leen
las estaciones
es adornado en forma diferente.

La procesión avanza sobre la segunda cuadra.

Este es un espectáculo maravilloso.

Cada estación nos trae sus sorpresas.

Caminamos sobre la tercera cuadra.

La naturaleza se está descomponiendo.

Estos nimbos se van a disolver.

La lluvia nos acompañó desde
la sexta hasta la décima estación.

Estamos llegando a la Casa de la Cultura
Humberto Jiménez Tavera.

Los sanjuaquines bien organizados
también hacen bulla.

La luz solar todavía nos permite
muy buenas fotografías.

A pesar de la mala tarde, la asistencia
a la procesión es muy buena.

Con el suave correr del viento,
los vestidos de las imágenes
hacen bucles.

La luna nos coquetea
por entre las nubes.


Llegamos a la plaza de Bolívar
en medio de la penumbra.

Entramos en la recta final
al frente del supermercado.

Se canta la penúltima estación.

Nuestra Señora de los Dolores,
como es un poco más pesada,
no ha tenido quien la saque
a las procesiones,
es una lástima que se quede guardada,
una de las imágenes
más importantes de la pasión.

El templo luce así
para la celebración de la misa.

Cuando llegamos la luna
estaba muy triste.


Sopetrán, 3 de abril del 2012.

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