domingo, 7 de junio de 2015

la grosella

Informe científico sobre la grosella
Darío Sevillano Álvarez.

La grosella es un fruto silvestre comestible, de color amarillo-verdoso, que crece en las orillas de los caminos, las quebradas y los ríos de nuestro pueblo.

¿Cuál de nosotros, en su infancia, no salió a buscar los árboles de grosella, para traer sus frutos a nuestros hogares y sentarnos a comerlos con sal?

Recordemos que es uno de los mejores pasantes, para acompañar las parrandas en que se brindan algunos de nuestros licores preferidos.


Pero para sorpresa de todos los que vayan a leer este informe, hay otras variedades de grosellas, oriundas de Asia y de Europa, que tienen las mismas propiedades de la nuestra, pero que sus colores son mucho más vistosos, porque son rojas, encarnadas o negras y tienen un sabor más dulce que las nuestras, que son de un ácido subido, que es el que las hace buenas para combatir el colesterol malo en nuestros organismos.


Fueron bastantes las caminadas que hacíamos por los caminos sopetraneros y por nuestras quebradas, para buscar los preciosos racimos de grosellas y recuerdo con mucha alegría los ratos tan agradables que tuvimos, cuando nos sentábamos a comerlas con un poco de sal. Esta era una aventura preciosa, que pudiéramos llamar travesuras inocentes.

Pero es bueno que conozcamos también las grosellas negras, porque hacen parte de este precioso elenco de frutas, que todos queremos comer y disfrutar, porque esta variedad, no se puede comer cruda, por su sabor amargo-ácido.


Su nombre científico es Ribes rubrum, que traduce el ‘ruibarbo rojo’, porque las de color rojo fueron las primeras especies que los grandes biólogos clasificaron. Ribes es una palabra del idioma Arameo y rubrum pertenece al idioma latino.

Pero las grosellas de Sopetrán se nominan científicamente Phyllanthus ácidus, que traduce la ‘cereza ácida’.

Pasemos a clasificarla científicamente, para que sepamos ubicarla en los libros de botánica.

Reino, vegetal.
División, magnoliofitos.
Clase, magnoliáceas.
Orden, saxifragáceas.
Familia, grosulariáceas.
Género. Phyllanthus.
Especie, ácidus.


Estas plantas, son arbustos de poco metraje (Dos o tres metros de altura) y se encuentran con mucha frecuencia en las zonas húmedas de los caminos y márgenes de las quebradas, pero también las hay, en los solares de las casas, porque las personas las cultivan, por sus propiedades medicinales.

Sus hojas son lobuladas y se distribuyen en forma de espiral en las ramas del arbusto.

Las flores son de un color amarillo-verdoso organizadas en racimos pendulosos de 4 a 8 centímetros y en ellos nacen las grosellas, en forma de bayas comestibles.

Esas bayas, son las grosellas que nacen en racimos que pueden tener entre 3 y 10 bayas, con unos diámetros que van de 8 a 12 centímetros.

Así son los racimos de las grosellas rojas.


A las grosellas también les podemos decir zarzaparrilla, corinto, grosellero, grosellero rojo, grosellero negro, parrilla, agracejo, atimorra, cabronera colorada de jarava y muchos otros nombres.

Ahora veamos el valor nutricional de las grosellas.

Las grosellas contienen vitaminas A, B1, B2, B3, B5, B6, C y E.

También contiene minerales como potasio, calcio, magnesio, manganeso, hierro, zinc, sodio, cobre y fósforo.

Otros componentes de las grosellas son proteínas, hidratos de carbono, grasas totales, fibra y un buen índice glucémico.


Observen estas hermosas grosellas rojas.

Las grosellas no se deben coger, cuando están a punto de madurar, con la creencia de que ellas madurarán en casa, porque esto nunca ocurre y lo único que logramos es que se pudran y en esa forma no se deben consumir.

Las grosellas siempre están acompañadas de un apetitoso aroma que conservan hasta el final.

No se deben traer a casa, grosellas que estén blandas o apachurradas, porque esta fruta se descompone fácilmente; es indispensable traerlas cuando están de un color brillante y de consistencia dura.


Pero la parte fundamental de este informe, es la que corresponde a los usos medicinales que el común le atribuyen a esta humilde fruta

Las grosellas, en general, tienen una buena cantidad de antocianos, que las convierten en sustancias útiles, como antioxidantes que neutralizan la acción de los radicales libres, tan nocivos para la salud de los humanos.

Estas sustancias las convierten en buenos antinflamatorios, antibacterianos y fortalecen nuestro sistema inmunológico.


La cantidad de vitamina C, que contienen las grosellas, sirve para favorecer la absorción del hierro y corrigen las anemias ferropénicas.

La cantidad de acidez de las grosellas es muy útil, porque alivia las dolencias que produce el colesterol malo.

Las bayas silvestres están recomendadas, para prevenir y aliviar las dolencias del sida, del cáncer, las enfermedades inflamatorias crónicas y para conservar el buen ánimo en los deportistas.

Esta fruta tiene un alto contenido de fibra y si se consume con mucha frecuencia, puede aliviar el estreñimiento y la atonía intestinal. Recordemos que el estreñimiento es el causante de las famosas hemorroides, que no son otra cosa, que las venas del recto anal, cuando se ponen varicosas.


En Europa, las convierten en deliciosas mermeladas, para el consumo humano.
Cuando los frutos están verdes, tienen un alto contenido de taninos que les dan una fragancia ácida al paladar y los convierte en buenos astringentes y refrescantes, pero cuando maduran pierden cantidades de taninos y las convierte en frutos laxantes, tónicos y depurativos.
Las grosellas se pueden consumir en un sorbete (Macedonia), mezcladas con arándanos (mortiños), moras, frambuesas y otras bayas del bosque, para mejorar la salud en general.


Recordemos que estos frutos silvestres, son los que nutren a los grandes simios, como chimpancés y gorilas  y los mantienen en buen estado.

Comer Grosellas con alguna frecuencia, nos sirve para mejorar el sentido de la vista, la piel, el sentido del oído y el aparato respiratorio.
Por su alto contenido de vitamina C, las grosellas sirven para reducir los síntomas del resfriado, combatir el estreñimiento y mejora el hipertiroidismo.


Las grosellas también ayudan a regular los sofocos propios de la menopausia.

Las grosellas han sido utilizadas, para mejorar la insuficiencia crónica del flujo sanguíneo, que consiste en que algunas válvulas de las venas se dañan y producen coágulos y acumulación de sangre en las piernas.
A muchos pacientes hipertensos, les suministran un aceite especial que producen a base de grosellas negras y han mejorado notablemente.

Todas las afecciones músculo-esqueléticas, se pueden tratar con el uso de grosellas y con aceites elaborados con ellas.

Los antocianósidos que contienen las grosellas, pueden mejorar notablemente la visión nocturna.


La artritis reumatoidea, también se puede tratar con aceite de grosellas.

Hay un sinnúmero de enfermedades en las que los homeópatas, vienen trabajando para ser curadas con el uso de las grosellas o de los fármacos que se producen con ellas, pero deben ser probados en animales y humanos por más tiempo para decidir si son útiles y provechosos.


En esta fotografía les muestro cómo en Europa se consiguen fábricas que producen jarabes a base de Grosellas.




Sopetrán, 25 de mayo del 2015

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