Informe científico sobre la grosella
Darío Sevillano
Álvarez.
La grosella es un
fruto silvestre comestible, de color amarillo-verdoso, que crece en las orillas
de los caminos, las quebradas y los ríos de nuestro pueblo.
¿Cuál de nosotros, en
su infancia, no salió a buscar los árboles de grosella, para traer sus frutos a
nuestros hogares y sentarnos a comerlos con sal?
Recordemos que es uno
de los mejores pasantes, para acompañar las parrandas en que se brindan algunos
de nuestros licores preferidos.
Pero para sorpresa de
todos los que vayan a leer este informe, hay otras variedades de grosellas,
oriundas de Asia y de Europa, que tienen las mismas propiedades de la nuestra,
pero que sus colores son mucho más vistosos, porque son rojas, encarnadas o
negras y tienen un sabor más dulce que las nuestras, que son de un ácido
subido, que es el que las hace buenas para combatir el colesterol malo en
nuestros organismos.
Fueron bastantes las
caminadas que hacíamos por los caminos sopetraneros y por nuestras quebradas,
para buscar los preciosos racimos de grosellas y recuerdo con mucha alegría los
ratos tan agradables que tuvimos, cuando nos sentábamos a comerlas con un poco
de sal. Esta era una aventura preciosa, que pudiéramos llamar travesuras
inocentes.
Pero es bueno que
conozcamos también las grosellas negras, porque hacen parte de este precioso
elenco de frutas, que todos queremos comer y disfrutar, porque esta variedad,
no se puede comer cruda, por su sabor amargo-ácido.
Su nombre científico
es Ribes rubrum, que traduce el ‘ruibarbo
rojo’, porque las de color rojo fueron las primeras especies que los grandes
biólogos clasificaron. Ribes es una
palabra del idioma Arameo y rubrum
pertenece al idioma latino.
Pero las grosellas de
Sopetrán se nominan científicamente Phyllanthus
ácidus, que traduce la ‘cereza ácida’.
Pasemos a clasificarla
científicamente, para que sepamos ubicarla en los libros de botánica.
Reino, vegetal.
División, magnoliofitos.
Clase, magnoliáceas.
Orden, saxifragáceas.
Familia, grosulariáceas.
Género. Phyllanthus.
Especie, ácidus.
Estas plantas, son
arbustos de poco metraje (Dos o tres metros de altura) y se encuentran con
mucha frecuencia en las zonas húmedas de los caminos y márgenes de las
quebradas, pero también las hay, en los solares de las casas, porque las
personas las cultivan, por sus propiedades medicinales.
Sus hojas son
lobuladas y se distribuyen en forma de espiral en las ramas del arbusto.
Las flores son de un
color amarillo-verdoso organizadas en racimos pendulosos de 4 a 8 centímetros y
en ellos nacen las grosellas, en forma de bayas comestibles.
Esas bayas, son las
grosellas que nacen en racimos que pueden tener entre 3 y 10 bayas, con unos
diámetros que van de 8 a 12 centímetros.
Así son los racimos de
las grosellas rojas.
A las grosellas
también les podemos decir zarzaparrilla, corinto, grosellero, grosellero rojo,
grosellero negro, parrilla, agracejo, atimorra, cabronera colorada de jarava y
muchos otros nombres.
Ahora veamos el valor
nutricional de las grosellas.
Las grosellas
contienen vitaminas A, B1, B2, B3, B5, B6, C y E.
También contiene minerales
como potasio, calcio, magnesio, manganeso, hierro, zinc, sodio, cobre y fósforo.
Otros componentes de
las grosellas son proteínas, hidratos de carbono, grasas totales, fibra y un
buen índice glucémico.
Observen estas
hermosas grosellas rojas.
Las grosellas no se
deben coger, cuando están a punto de madurar, con la creencia de que ellas
madurarán en casa, porque esto nunca ocurre y lo único que logramos es que se
pudran y en esa forma no se deben consumir.
Las grosellas siempre
están acompañadas de un apetitoso aroma que conservan hasta el final.
No se deben traer a
casa, grosellas que estén blandas o apachurradas, porque esta fruta se
descompone fácilmente; es indispensable traerlas cuando están de un color
brillante y de consistencia dura.
Pero la parte
fundamental de este informe, es la que corresponde a los usos medicinales que
el común le atribuyen a esta humilde fruta
Las grosellas, en
general, tienen una buena cantidad de antocianos, que las convierten en
sustancias útiles, como antioxidantes que neutralizan la acción de los
radicales libres, tan nocivos para la salud de los humanos.
Estas sustancias las
convierten en buenos antinflamatorios, antibacterianos y fortalecen nuestro
sistema inmunológico.
La cantidad de
vitamina C, que contienen las grosellas, sirve para favorecer la absorción del
hierro y corrigen las anemias ferropénicas.
La cantidad de acidez
de las grosellas es muy útil, porque alivia las dolencias que produce el
colesterol malo.
Las bayas silvestres
están recomendadas, para prevenir y aliviar las dolencias del sida, del cáncer,
las enfermedades inflamatorias crónicas y para conservar el buen ánimo en los
deportistas.
Esta fruta tiene un
alto contenido de fibra y si se consume con mucha frecuencia, puede aliviar el
estreñimiento y la atonía intestinal. Recordemos que el estreñimiento es el
causante de las famosas hemorroides, que no son otra cosa, que las venas del
recto anal, cuando se ponen varicosas.
En Europa, las
convierten en deliciosas mermeladas, para el consumo humano.
Cuando los frutos
están verdes, tienen un alto contenido de taninos que les dan una fragancia
ácida al paladar y los convierte en buenos astringentes y refrescantes, pero
cuando maduran pierden cantidades de taninos y las convierte en frutos
laxantes, tónicos y depurativos.
Las grosellas se
pueden consumir en un sorbete (Macedonia), mezcladas con arándanos (mortiños),
moras, frambuesas y otras bayas del bosque, para mejorar la salud en general.
Recordemos que estos
frutos silvestres, son los que nutren a los grandes simios, como chimpancés y gorilas y los mantienen en buen estado.
Comer Grosellas con
alguna frecuencia, nos sirve para mejorar el sentido de la vista, la piel, el
sentido del oído y el aparato respiratorio.
Por su alto contenido
de vitamina C, las grosellas sirven para reducir los síntomas del resfriado,
combatir el estreñimiento y mejora el hipertiroidismo.
Las grosellas también
ayudan a regular los sofocos propios de la menopausia.
Las grosellas han sido
utilizadas, para mejorar la insuficiencia crónica del flujo sanguíneo, que
consiste en que algunas válvulas de las venas se dañan y producen coágulos y
acumulación de sangre en las piernas.
A muchos pacientes
hipertensos, les suministran un aceite especial que producen a base de grosellas
negras y han mejorado notablemente.
Todas las afecciones
músculo-esqueléticas, se pueden tratar con el uso de grosellas y con aceites
elaborados con ellas.
Los antocianósidos que
contienen las grosellas, pueden mejorar notablemente la visión nocturna.
La artritis
reumatoidea, también se puede tratar con aceite de grosellas.
Hay un sinnúmero de
enfermedades en las que los homeópatas, vienen trabajando para ser curadas con
el uso de las grosellas o de los fármacos que se producen con ellas, pero deben
ser probados en animales y humanos por más tiempo para decidir si son útiles y
provechosos.
En esta fotografía les
muestro cómo en Europa se consiguen fábricas que producen jarabes a base de
Grosellas.
Sopetrán, 25 de mayo
del 2015
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