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jueves, 9 de mayo de 2013


El primer año de vida
Darío Sevillano Álvarez

Segunda parte

Recordemos que no se puede cohibir al niño de la acción de chupar todas las cosas, porque ese es el medio de trasporte que él tiene, para llevar la 
información al disco duro del cerebro, con el fin de que en próximas veces, sea capaz de reconocer esos objetos, porque ya los tiene codificados en su computadora.

Hay una condición indispensable, para que la personalidad y la inteligencia del infante se desarrollen en forma normal: Que el niño tenga una buena alimentación.

El niño debe conocer todo lo que lo rodea: flores, olores, cosas, colores, árboles, animales, personas y muchas otras más. Esto permite que el niño ejercite sus cinco sentidos: ver, oír, oler, gustar y palpar, aunque yo sostengo que son seis los sentidos que tenemos, porque el pene y la vulva son los órganos de un sentido muy importante, para los humanos y que me atreví a llamar el sentido de la comunicación íntima, que tantas amarguras causa, a quienes no conocen a fondo las ciencias biológicas.


Si al niño no le damos estas oportunidades, le va a costar mucha dificultad comunicarse con los demás y, posiblemente, va a tener problemas, para hablar, escribir y razonar.

Estas observaciones del niño son las que le permiten el desarrollo normal de su inteligencia, que deberá estar lista y bien organizada, alrededor de los quince años de vida.

Aunque la inteligencia se trasmite genéticamente, podemos pulir y hacer desarrollar muy bien la del niño en su primer año de vida, si le damos la oportunidad de analizar todo lo que ocurre a su alrededor y lo dejamos para que, con sus sentidos y con su manera de aprender, vaya mejorando la suya. 

No impidamos ninguna acción que pueda mejorar este conocimiento.


Uno de los grandes fracasos de la humanidad radica en que los niños no hayan recibido una formación adecuada de su inteligencia. Esta formación les corresponde a los padres o a sus tutores, en defecto de estos; cuando esta formación falla, las inteligencias se atrofian y de ahí salen los grandes monstruos que ha manejado el género humano.

Es bueno que tengamos en cuenta que cuando el niño nace, no le interesan ni las personas ni los animales, ni las cosas, ni los juguetes. Estos cachivaches, como se les pudiera llamar, no le interesan, no le gustan ni los quiere y solo aprende a interesarse por ellos, cuando los ha manipulado y se los ha metido a la boca.


En el primer año de vida, el niño, no piensa, no entiende y no resuelve nada, este es el momento preciso para que la madre le enseñe a querer y a distinguir el bien y el mal; lo que se puede hacer y lo que no debe hacer, y el mejor ejercicio para lograrlo es permitirle que toque, que coja, que se mueva, que lleve las cosas a la boca y las identifique, porque esto desarrolla y despierta su inteligencia.

Esta es una de las normas más sabias para la formación de las personalidades de sus hijos y, por esta razón, ojalá todos la escriban en sus cerebros con rasgos indelebles.

El niño solo comprende lo que debe hacer y lo que no puede hacer a los once meses de vida.

Este conocimiento es uno de los que al niño le causa más dificultad aprender.

En términos generales, la infancia es la etapa más importante, para que la inteligencia se desenvuelva, con toda normalidad.

Hablemos un poco de los genotipos y delos fenotipos, palabras que, aunque parecidas, significan cosas muy diferentes: La primera son genes que los padres trasmiten a sus hijos y que integran las trazas del genoma humano es decir, el plano para la construcción de cada persona, como los ojos azules, el color de la piel, la textura de las piezas dentales, las facciones, etc. Estos genomas, son que hacen que la inteligencia sea como la de sus padres.


Pero lo fenotipos son cosas muy sutiles, como el hecho de que el niño duerma sobre el brazo derecho metido bajo la almohada, como lo hace su madre;  o el niño pestañea con el ojo izquierdo, como lo hace su padre; o tiene el tic de mover la cabeza hacia el lado derecho, como lo hace su abuela.

Hay dos palabras muy importantes, que tenemos que saber manejar, cuando de la formación de los niños se trata, para que no vayamos a confundir la tierra con la pomada: cariño y mimos.

Posiblemente son dos términos muy parecidos, pero no son iguales, porque el primero es el amor con que papá y mamá cuidan, orientan y conducen a sus hijos, y el segundo son los defectos que se pueden presentar con el cariño que lo pueden desfigurar y lo convierten en el peor enemigo de la formación de la personalidad de sus hijos.


Doy un ejemplo: en un hogar en donde viven papá, mamá y los abuelos paternos, el padre llega con un queso de banco para hacer la merienda de esa noche, pero resulta que al niño que tiene 14 meses de nacido le da, por coger el queso, para jugar en el suelo con él y su padre reprocha la acción, pero el abuelo que es un hombre muy complaciente, dice: «Déjalo que lo dañe y juegue con él, que yo voy y compro otro». Este es un verdadero caos ocasionado por los mimos del abuelo.

Es de suma importancia saber que el niño al nacer, es un ser egocéntrico, es decir, todo está fundamentado en él; pero esto tiene sus razones, porque el infante tiene como norma satisfacer sus deseos y hacer lo que más le conviene.


El gran rajatablas en la formación de la personalidad de los niños es saberlos formar, para ser malgeniados o alegres, odiosos o cariñosos, miedosos o descomplicados. Quien creyera que esa capacidad la tienen que manejar e imponer los padres o los tutores del niño, con las vivencias del diario quehacer. 

Demos algunos ejemplos, pero no podemos citar todos los casos, porque esos relatos coparían un libro completo.

En una familia, las relaciones son excelentes entre los padres, los hijos y los demás familiares. No pelean, no gritan, no se insultan cuando conversan, no se dicen malas expresiones, etc. La grabadora del niño estará recopilando todas esas manifestaciones, para ponerlas en práctica, todo el resto de su vida.
Pero si el caso es al contrario, gritan, se insultan, se tiran con lo que encuentran a su paso, nadie razona, las malas palabras llueven; estamos formando un niño agresivo, que siempre va a tener disturbios; en los establecimientos de educación no lo van a soportar; la sociedad lo va a rechazar y estas amarguras, lo irán volviendo, cada vez peor, hasta convertirlo en un desechable.


Si suponemos que en una familia siempre están metiéndoles miedo a todos y asuntándolos a cada paso: Ojo a la Llorona; cuidado con el Caballo tres patas; te va a salir la Madremonte; en ese lugar sale el demonio. Esas expresiones de terror irán puliendo a un niño amargado y miedoso, que no va a ser capaz de liberarse de sus familiares y siempre va poner problema en donde esté.
Según el estilo de música que se interprete delante del niño, serán los sentimientos de ternura o desfachatez de nuestro infante.

Con estos ejemplos, espero que me hayan entendido, cuáles son las cosas que se deben hacer delante de los niños, para que su personalidad sea modelo de virtudes.


El color que se emplea para pintar la casa en donde estamos formando al niño, también influye en su futura personalidad. Voy a dar unos ejemplos para que me entiendan mejor este tema:

Si la casa en donde vive el niño, está pintada de colores cálidos, como el rojo o el naranja, la vida futura del niño, será muy agitada.

Si los colores son fríos, como el azul o el verde mar, el niño tendrá una personalidad agradable.

No son buenos los colores neutros, como los grises, los cafés o las tierras y sienas, para pintar las casas en donde viven los niños o los ancianos, porque los atropellan la tristeza y la nostalgia.

Lo ideal, para escoger las pinturas de las casa, son los tonos pasteles, que están tan de moda en nuestra época, como el amarillo otoñal, el azul celeste, el verde mar, el color melón y tantos otros que hay en los catálogos modernos de pintura.

Hablemos ahora de los cuidados del embarazo, porque muchas personas no saben las terribles consecuencias que generan, cuando se llevan de cualquier manera y sin ninguna orientación.


Cuando usted está embarazada y sin hacerse una ecografía, para saber el sexo de su hijo, hace comentarios como este:

—Cuando nazca mi hijo le voy a comprar un pantaloncito azul y unas botas de vaquero,
Si lo que está gestando es una niña, téngalo por seguro, que va a nacer con problemas de identidad sexual.

Esto ha sido comprobado a nivel científico, porque los espartanos, que eran un pueblo europeo muy aguerrido, mantenían a sus parturientas en salas grades decoradas con escenas de guerras, para que sus hijos salieran buenos guerreros.

Si una madre maneja un embarazo lleno de angustias, tristeza y desolación, el pobre niño que va a nacer, será un desdichado, que cuando llegue a la edad de los quince años, casi con seguridad, estará pensando en un suicidio.


Si una madre es parrandista, callejera, trasnochadora y alcohólica, no es raro que el niño que va a nacer, sea un enfermizo, que estará de médico en médico y de hospital en hospital.

En los meses del embarazo, no se deben tener angustias, sustos, alegrías, grandes emociones o cualquier circunstancia que altere el corazón y los sentimientos, porque eso se traduce en mala salud, para el futuro niño.



Sopetrán, 6 enero  del 2013.

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