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sábado, 27 de mayo de 2017

Infancia de Jesús

¿Por qué la Iglesia Católica en su Biblia, no habla de la infancia de Jesús, a sabiendas de que es el protagonista del Nuevo Testamento?
Darío Sevillano Álvarez

Es una verdadera lástima, que siendo Jesucristo el protagonista del Nuevo Testamento de la Biblia Católica, ningún evangelista se haya atrevido a contar las cosas buenas y malas, que hizo Jesucristo, en sus veintinueve años de infancia, adolescencia y vida adulta privada.


Este descuido sistemático de los evangelistas y discípulos de Jesús es imperdonable, porque todos los que en Él creemos debiéramos tener derecho a saber la verdad, sobre las cosas que hizo en su vida privada el divino Niño.

Mi propósito en este escrito es anunciar algunas cosas que escribieron de Él, las personas que vivieron en su época y que tal vez, por haber hecho las crónicas en una forma un poco mal contadas, los codificadores de la Biblia no se atrevieron a tenerlos en cuenta y creyeron que no eran de una buena fuente.


El mero hecho de pensar que voy a escribir sobre un personaje tan importante, me emociona y me llena de satisfacción haber encontrado en algunos escritos apócrifos, ciertas crónicas sobre la niñez, la adolescencia y parte de la vida adulta de nuestro protagonista.

Ninguno de los hechos que voy a contar pertenece a la Biblia Católica, pero esto no quiere decir, que no sienta todo el respeto y la admiración, que ella se merece.

Mi relato lo voy a empezar cuando la sagrada familia empezó el viaje hacia las tierras de Egipto.

En el libro llamado La historia de José el carpintero, escrito en el siglo IV, donde Jesús aparece contando a sus apóstoles detalles de su niñez, dice: «Bajamos, pues, a Egipto y permanecimos por espacio de un año, hasta que el cuerpo de Herodes, vino a ser pasto de gusanos».


Uno de los mejores pasajes del viaje lo cuenta un evangelio apócrifo, cuando dice: «Muy cercana a la basílica de la Natividad, hay una roca que los peregrinos llaman el descanso y en latín se le dice Virgo lactans o Virgen de la Leche, porque en ella la virgen se sentó y amamantó al niño Jesús, antes de emprender el viaje».


En El Cairo, la capital de Egipto, existe un viejo sicomoro y la tradición, lo respeta, porque a la sombra de él, la Virgen descansó con el Niño.


Durante el viaje por las tierras desérticas, el hambre y la sed fueron los principales problemas de la sagrada familia, y al pasar por una palma de dátiles que estaba llena de frutos sazonados, la Virgen dijo a José:

—Que bueno poder comernos esos dátiles.

—Parece raro que viéndolos tan altos — José le replica— te provoque comerlos.

Y en ese momento el niño actúa y la palma se inclina, para que la virgen recoja sus frutos.


Cuando la sagrada familia llegó a las tierras de Egipto, a la ciudad de Alejandría, (recordemos que esta fue la ciudad que fundó Alejandro Magno, para gobernar su imperio), se instalaron en la casa de unos parientes y José consiguió trabajo, como carpintero, pero cuando le vieron sus habilidades de arquitecto, lo nombraron capataz y esto le dio la oportunidad de mantener cómodamente a su familia, mientras estuvieron en esas tierras.

Como el niño estaba muy pequeño, María no consentía que saliera más allá de donde ella lo pudiera vigilar y cuidar, pero José la convenció de que el niño debía jugar con los demás niños de su edad y ella accedió a dejar que se desenvolviera normalmente.


En el año de permanencia en Alejandría, el niño gozó de buena salud y se desarrolló normalmente.


Finalmente, José, María y Jesús, se despidieron de los amigos y parientes de Alejandría y se embarcaron con un amigo que tenía un barco, hacia la ciudad de Jope, a la que llegaron a finales de Agosto del año 4 antes de Cristo.


Lo primero que hicieron, fue trasladarse a Belén y allí estuvieron discutiendo con sus parientes sobre la conveniencia de vivir en esta ciudad o trasladarse a la ciudad de Nazaret.


Después de muchas deliberaciones, José decidió que era más seguro, para el Niño, vivir en Nazaret que era una ciudad de Galilea que quedarse en Belén que pertenecía a Judea.

En los primeros días del mes de octubre, salieron de viaje para Nazaret, por el camino de Lida en Escitópolis, para no dejarse ver mucho de los soldados y amigos del rey, pero cuatro familiares, los escoltaron, porque ese camino era solitario y los podían atacar, las bandas de ladrones.


Después de cuatro días de viaje, llegan a Nazaret y los primeros sorprendidos fueron los familiares de los dos, porque nadie sabía que ellos habían regresado de Egipto.

Como la casa que era de su propiedad estaba ocupada por un hermano de José, este procedió a mudarse y a partir del otro día, la sagrada familia empieza a vivir su vida privada en medio de la mayor tranquilidad.

Es bueno recordar que la permanencia en la ciudad de Nazaret, va a ser la parte más grata de la sagrada familia, porque en esa ciudad pasaron muchos años tranquilos y seguros, además de bien tenidos económicamente


Al llegar a Nazaret, se instalaron y debemos recordar, que unas viejas historias del tiempo de Jesús, escritas por un coetáneo suyo, el joven Rafael ben Hered, dicen que en la casa de esta familia siempre hubo, desde la época en que Santa Ana y San Joaquín vivieron en ella, un criadero de palomas, que aún estaban y el niño jugaba con ellas, con alguna frecuencia.


En esta ciudad, es donde José, empieza a mostrar sus grandes habilidades de arquitecto, saber que le produce el dinero suficiente para mantener a su familia en una buena posición social.


Recordemos que en sus saberes estaba la construcción de grandes edificios, templos y todo lo relacionado con esta ciencia.

Muy cercanos a la casa de ellos, había en Nazaret otras familias que contaban con otros cuatro o cinco niños, que se hicieron buenos amigos del Niño Dios y jugaban con Él, con alguna frecuencia.


En los encuentros pueriles para jugar, con alguna frecuencia, resultaban accidentes, como siempre ha pasado, y una vez, el niño jugaba con los demás amiguitos, en una terraza y de pronto uno de ellos, se cae y fue tan serio el accidente que murió instantáneamente; cuando los demás niños vieron lo que ocurría, se fueron a sus casas y el Niño Jesús, se quedó solo con el muerto; vinieron sus padres y entraron en pelea con el Niño, porque sostenían que Él, lo había matado: entonces el Niño, le ordena al muerto que resucitara, para que explicara a sus padres, lo que había ocurrido y el muerto resucitó.


Cuentan los historiadores de esa época, que el Niño era un infante normal y que jugaba a todas aquellas cosas, que los demás niños jugaban.

Uno de sus juegos predilectos era jugar con los arroyos, una cosa muy parecida a la que hacen los niños modernos, cuando hacen puentes sobre ellos y por esos puentes, pasan sus juguetes.

Si recordamos que en las tierras de oriente medio, los rebaños de cabras y ovejas o carneros, son abundantes, también el Niño Dios jugaba con las crías de estos animales, tal como lo hacen los hijos de los ganaderos modernos.


Pero si centramos la atención con su hogar de Nazaret, tenemos que mostrar las habilidades del Niño Dios, para ayudar a José en las labores del taller.


El Niño Jesús, según dice el padre Gaspar Astete, en su catecismo de la doctrina cristina, en la pregunta número 96, que a la letra dice: «¿Dónde vivió Jesús hasta los treinta años de edad?»

Y la respuesta dice: «Hasta los treinta años de edad Jesús vivió en Nazaret, obedeciendo en todo a María Santísima y a San José y creciendo siempre en edad y sabiduría, delante de Dios y de los hombres».

Aunque muy vaga la idea, Astete está diciendo que el Niño, era un jovencito muy bien comportado y sabía querer a sus padres, como cualquier niño de la Tierra.


Esta es una buena evidencia de lo que estoy afirmando.

El comportamiento del Niño, aunque a veces mostraba todo su poder, era adecuado a la fortaleza de su cuerpo y a las normas hogareñas, en que se estaba formando.


Dice uno de los evangelios apócrifos, que cuando tenía unos cinco años, el Niño se acercó a un charco y empezó a amontonar barro y luego, esculpió una cantidad de pájaros.

Pero eso fue un día sábado, en que el pueblo de Israel, no podía hacer ningún trabajo; entonces unos fariseos, lo increparon, porque estaba quebrantando esa norma religiosa, Él no les prestó importancia, pero cuando los vio muy enojados, dijo:

—¿Habré pecado tanto?

Y luego dio unos golpes en el suelo y los pájaros salieron volando y cantando.

Un escritor muy conocido, Germán Arciniegas, escribió este acontecimiento magistralmente y a esa poesía le puso por nombre El miagro de los pájaros.

Pueden disfrutarla con todas sus figuras literarias:

El milagro de los pájaros

Jesús, en aquel tiempo, en tarde hermosa,
fragante y rumorosa,
llegó del lago a la desierta orilla,
y junto a sus discípulos sentado,
bajo el fresco arbolado,
fue ante sus pies amontonando arcilla.

Y empezó a modelar mirlas, zorzales,

palomas y turpiales
y jilgueros con arte peregrino;
y los niños al verlo, abandonaron
sus juegos y llegaron
en torno del artífice divino.

Fariseos ceñudos que del templo

regresaban: «qué ejemplo
das tú», gritaron con acento airado;
¿En sábado trabajas? ¿No comprendes
que al Dios del Cielo ofendes?
El día del Señor has profanado.

Alzó como en un ruego la mirada
hacia la turba airada,
y en voz humilde y de cadencia suave,
voz armoniosa de celeste encanto:
¿Habré pecado tanto?
y el pico terminó de un ave.

Y luego ante la turba que con ira
 su indiferencia mira,
y que sigue en redor vociferando,

tres golpes dio en el suelo.
Y al instante, hacia el azul radiante,
se lanzaron los pájaros cantando.

¿Cuál sería el alboroto que se armó, cuando los sumos sacerdotes y el sanedrín supieron lo acontecido?

En uno de los capítulos de los evangelios apócrifos, dice: Todas las cosas que el Niño Jesús decía o pensaba, inmediatamente se realizan y por esta razón, todos los habitantes de Nazaret, lo respetaban y creían en lo que les decía.


Un día había un niño cortando leña, pero su hacha se enredó en el pie y el niño sangro tanto, que se murió; esto generó mucha expectativa en el público y hasta el Niño Jesús, se apareció a ver el muerto y cuando se dio cuenta de lo ocurrido, tomó el pie herido del difunto y le ordenó, que se levantara y siguiera cortando la leña.

Los curiosos, quedaron admirados de lo que estaban viendo y decían: «El poder de Dios está con Él».


Cuando el Niño tenía seis años, la Virgen lo mandó con un cántaro al hombro, para que trajera agua del pozo; el Niño se tropezó y al caer al suelo, el cántaro se quebró; entonces el Niño se fue al pozo, cogió su manto y lo organizó como una vasija, lo llenó de agua y lo llevó a su casa.

La Virgen estaba admirada de lo que veía y guardaba todas estas cosas en su corazón de Madre.


Cuando el Niño Dios, tenía ocho años, se fue con José, para ayudarlo a sembrar trigo, los granos que el Niño sembró, cuando fueron recolectados, produjeron muchas medidas, a tal punto, que repartieron a todas las familias y a la Sagrada Familia, le tocó una buena cantidad del producto.

Un hombre importante del pueblo, había contratado a José para que le hiciera una cama; cuando José cortó los dos largueros, uno de ellos quedó más largo que el otro y estaba en un apuro, porque no tenía más madera para solucionar el error; el Niño le dice: Coloca los dos largueros uno encima del otro y cuando vio que había uno más pequeño, tomó su punta y lo jaló y los dos quedaron iguales.


Un día salieron el Niño Jesús y uno de sus familiares a buscar leña, pero una serpiente mordió a su familiar en una mano; el niño Jesús, sopló la mano y el niño se curó y la serpiente murió.


Un día, uno de los niños vecinos del Niño Dios, murió y su madre estaba muy acongojada; el niño Dios acudió a verlo y le ordeno al muerto, que resucitara y que siguiera al pie de su madre acongojada; el niño resucitó y las gentes decían: Este niño es un Dios o es un ángel y todo lo que dice se cumple al pie de la letra.


Jesús a lo largo de sus días, mostró ser muy especial con los niños, estas dos imágenes muestran distintas escenas, en donde demuestra esta predilección:


La amabilidad de Jesús hacia los niños es muy especial.


Hay una historia bastante conmovedora, que me la contaba mi abuela, sobre el Niño Dios, ella decía:

—¿Conoces la imagen de Nuestra Señora del Perpetuo Socorro? Contaban los antiguos cristianos, que esa virgen fue pintada por San Lucas y que representa un momento terrible, que tuvo el Niño Dios, cuando se acordó de su pasión y muerte en la cruz y que sintió tanto miedo, que corrió y se subió a los brazos de nuestra Señora, para que lo protegiera y el Padre Eterno, le mandó como consuelo a dos arcángeles:  San Miguel y San Gabriel que le están mostrándole los signos de la pasión.

Ellos son la lanza y la caña con una esponja con hiel y vinagre; y el otro sostiene la cruz y los clavos.


Observen como al Niño, casi se la cae la sandalia del pie derecho, en su terrible carrera. 
(Clicar la figura para aumentar el tamaño y poder leer la oración).

Las letras de este cuadro, son todas del idioma griego y se pueden descifrar así: A los lados de la cabeza de la virgen dice, la madre de Dios; a un lado del Niño dice Jesucristo salvador del mundo; debajo del arcángel de la derecha, dice al arcángel Miguel; y debajo del otro arcángel dice, el arcángel Gabriel.

Cuando tuve la oportunidad de constatar la veracidad de la historia de mi abuela, logré saber, que el cuadro que pintó San Lucas, fue venerado con profundo respeto, por las comunidades cristianas del oriente de la tierra, pero cuando los Turcos invadieron la ciudad de Constantinopla, en el año de 1453, en donde lo veneraban, fue quemado, por estos sinvergüenzas.

El cuadro que ahora veneran los padres redentoristas, y que está en la Iglesia de San Alfonso, muy cerca de Santa María la Mayor en Roma, es una obra pintada en nuestra era y por circunstancias especiales, fue guardada en el Vaticano, bajo la protección de los papas, pero cuando los redentoristas le pidieron a Roma, les concediera volverla a venerar en su Iglesia de San Alfonso, el papa Pío XI se las devolvió.


Los evangelios apócrifos, también cuentan la historia de que el Niño Dios, en una de sus vistas a Jerusalén, estuvo conversando con los doctores de la ley y todos se quedaron admirados de ver como dominaba todos los documentos relacionados con las escrituras.

Recuerden ustedes, que este acontecimiento representa uno de los dolores de Nuestra Señora, que es la pérdida del Niño; y el hallazgo es un misterio gozoso del Rosario.


Estaban construyendo una casa y hubo un accidente y uno de los hombres que la construían murió; Jesús acudió a ver el tumulto que formaban las personas y cuando se dio cuenta, que uno de los hombres había muerto lo tomó de la mano y le ordenó que siguiera trabajando y así pasó.

Las gentes se decían: Este Niño viene del cielo y ha salvado a muchos de la muerte.


Si quisiera seguir escribiendo, los documentos que tengo en mi mano, me permitirían hacer dos o tres veces la cantidad de páginas que he escrito, pero creo que con estos hechos, muchas personas podrán empezar a saber que desde el momento en que nació el Niño Dios, fue un cúmulo de prodigios y cosas maravillosas, hasta que llegó a su vida pública, que aunque no está escrita en sus totalidad, nos muestra las maravillas de su poder infinito.

Para hacer este escrito, me basé en las siguientes obras:
Evangelio de la Infancia de Jesús, versión Armenia;
Evangelio de la infancia de Jesús versión árabe;
Evangelio apócrifo de la infancia, Pseudo Tomás;
el libro Urantia; 

La historia de José en sus dos versiones, la árabe y la Armenia;

y muchas crónicas que escuché en los lugares en donde estudié y en mi casa paterna.



Sopetrán, Mayo 17 del 2017.

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