Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...

miércoles, 30 de diciembre de 2009

Obituario

Ayer en la mañana murió en la ciudad de Medellín Marta Gaviria Jaramillo nacida en Sopetrán el 13 de agosto de 1926.
Fueron sus padres Jesús Gaviria Villa y Emilia Jarmillo Vélez, ambos fallecidos.
La lnea paterna por lo tanto es la de Tadeo Gaviria Jaramillo-Vicente Gaviria Gallón y la materna Hermenegildo Jaramillo Zapata.
Fueron sus hermanos Carlota, casada con Gonzalo Escobar Montoya, ambos fallecidos; Jorge, quien murió soltero; Luis, ya fallecido, casado con Angélica Muñoz; Jaime, ya fallecido, casado con Lucía Montoya; Rodrigo, Casado con Adiela Martínez, ya fallecida, y Martín, quien murió soltero.
Casó en primeras nupcias con Alfredo Pardo Martínez, oriundo de Santra Fe de Antioquias, ya fallecido. En cuya unión nacieron las hijas Marta Cecilia y María Victoria
Casó en segundas nupcias con Juan Ramón Cadavid, oriundo de Girardota, ya fallecido, en cuya unión no hubo descendencia.
Las honras fúnebres fueron oficiadas por su sobrino el presbítero Juan Diego Escobar Gaviria. 

Actualizaciones página web oficial de Sopetrán

En la fecha recibí la siguiente actualización

Informe de gestión en salud 2009

Que incluye el siguiente archivo en PDF

Gabriel Escobar Gaviria

lunes, 28 de diciembre de 2009

Actualizaciones página web oficial de Sopetrán

Estimados coterráneos:

En la fecha me han llegado dos actualizaciones de la página web oficial de nuestro municipio que comparto con ustedes:


Incluye el siguiente archivo en PDF


Desde cuando abrí el blog incluí en él la página oficial de la Administración de nuestro Municipio. De la misma manera incluiré todas las actualizaciones. Es conveniente que conozcamos esta página para estar informados en todo momento sobre los actos de Administración. Independiente de nuestro particular color político o bandera que sigamos, la Administración tendrá aciertos que son de nuestro valor civil apoyar y tendrá desaciertos de los cuales podamos disentir decorosamente. Por tal motivo aceptaré y publicaré los comentarios que a favor o en contra lleguen a esta entrada siempre y cuando los terminos de ellos se ajusten en un todo con los dictámenes de la casi olvidada Urbanidad de Carreño.

Gabriel Escobar Gaviria 

jueves, 24 de diciembre de 2009

De Javier Brand Rivera y respuesta

Gabriel, pura historia patria.Me vas hacer llorar con esos recuerdos.Te felicito.
Javier.

Estimado Javier

La semana antepasada iba en el metro a visitar a un pariente lejano que no nació en Sopetrán pero es descendiente de don Alberto Gaviria Gallón por la línea de su padre y descendiente al mismo tiempo por la línea de su madre de don Fidel Cano y quien ya ha tenido reconocimientos pues escribió una biografía de este personaje a cuyo lanzamiento estuvo presente don Fidel Cano, el actual director de El Espectador. Se trata del ingeniero Luis Fernando Múnera López, jubilado de EPM y actual columnista de El Mundo. Cuando iba en el metro se me atravesó la idea de otro blog con el título de Los Gavirias de Sopetrán. Anticipo que con el nombre no quiero ser exclusivo de las demás familias y personajes sopetraneros que de una u otra fortma se han destacado en diferentes campos en la historia del país y que tengan sus orígenes o sus raices en Sopetrán.

Creo que ya te conté una anécdota acerca de que alguna vez recibí una carta (cuando todavía no existía la internet) de un lector bogotano de la Gazapera en la que me decía que en alguna de mis columnas yo había mencionado a Sopetrán y que le interesaba saber algo más de ese pueblo pues su familia materna era de allí y él sólo había estado en ese pueblo una vez. Firmó Álvaro Uribe González. Le contesté mencionándole los nombres de sus tres tíos sacerdotes, los padres Gonzalez Gavirias, de su tío educador Jesús Enrique, de su tía que murió soltera, Eugenia y de su nadre Maruja González Gaviria. Firmé como Sófocles, para esperar su reacción que efectivamente se dio, pues me ecribió asombrado de por qué sabía tanto de su familia. Ahí sí me identifiqué y le dijé que su abuela Carmen Emilia Gaviria Villa era hermana de mi abuelo Jesús, que ella se había trasladado para Mosquera donde habían crecido su mamá y sus tíos y que cuando venía a Medellín se hospedaba en mi casa. Qué la única vez que él había venido a Sopetrán fue en 1954 y habíamos hecho un paseo al Chagualal donde habíamos tomado chocolate en la casa de Rosa Paniagua (¡qué memoria!). Te cuento todo esto porque estoy volviendo a localizar a ese señor que es escritor y vincularlo para que empiece a contar las historias de sus tres tíos sacerdotes, uno de ellos el fundador de Ciudad Don Bosco. Pues estoy seguro de que en Sopetrán, por ejemplo, nadie sabe que Ciudad don Bosco fue fundada por un sopetranero, muy pocas personas saben que Hogares juveniles Campesinos, es obra de un sopetranero, Monseñor Cadavid, que poco sé de él. Muy pocas personas saben que el primer arzobispo de Barranquilla fue un sopetranero, monseñor Germán Villa Gaviria. Y así muchos sopetraneros se han destacado en varios campos del saber y del acontecer histórico del país. Hay que desenterrarlos y darlos a conocer.

He pensado dedicarle a este blog nuevo un día al mes en Sopetrán donde me voy a esculcar todos los archivos disponibles: municipales, parroquiales, notariales, Casa de la Cultura, Liceo y demás. Te voy informando de eso para que me ayudes. Lógicamente que la gente me irá conociendo y, como siempre, unos me apoyarán otros me criticarán y se convertiran en detratctores, pero mi paso por la administración pública, donde fui tan polemizado, me creó cayo contra ese mal.

Tengo ya el ojo puesto en varias personas que iré vinculando a esta aventura, tú ya lo estás porque sin tu permiso tu carta y mi respuesta serán una entrada del blog hoy 24 de diciembre, víspera del cumpleños del Maestro de maestros.

Tu paisano

Gabriel Escobar Gaviria




Parque de Carlos Mazo (Raúl, ¿ya restaurarían el busto que estaba perdido?)

En la puerta blanca que se ve al fondo, don Jesús Gaviria Villa tenía una fotografía en la década del 30 del siglo pasado. Hasta allí legó un forastero como supernumerario de rentas para un reemplazo del titular y necesitó una fotografía. Mientras don Jesús hacía todo el proceso de esconderse debajo de un costal negro que cubriera la cámara el cliente recorrió con los ojos las fotos expuestas en el negocio y al salir el fotografo de debajo del costal, el forastero le comentó acerca de una de las fotos correspondiente a una joven de unos 18 años que allí había. En tono severo el fotógrafo le contestó que se trataba de su hija mayor. Somos cinco los nietos de ese fotógrafo, hijos de ese cliente y de la joven de la foto.

viernes, 18 de diciembre de 2009

Un paseo a los recuerdos

Un paseo a los recuerdos
Es el segundo día del año 2004 y estoy en San Jerónimo en casa de mi hija Marcela, casada con el médico Franz Úsuga. Franz está haciendo el período rural necesario para obtener su licencia como médico. Estoy desde el 30 de diciembre.
Ayer vino mi hermano Jorge Mario con su familia a estarse unos dos días y propuso que fuéramos a Sopetrán, municipio cercano, porque quería que su hija Laura conociera el pueblo donde había nacido y vivido nuestra madre, la abuela de la niña.
La idea gustó y arrancamos hacia ese lugar así: mi hermano con su esposa, su hija, su hijastra y el novio de ésta, mi hija con un cuñado suyo, un niño, una vecina de mi hija con su hijo de un año y quien esto relata. Mi hijo Juan Gonzalo y Sofía Inés, no pudieron ir por encontrase enfermos.
Nos fuimos al parador Leticia por donde pasan todos los buses que van hacia Sopetrán y Sabanalarga, por un lado, y Santa Fe de Antioquia y Urabá, por el otro. Allí, alguien tuvo la idea de pagar el cupo completo de un campero colectivo y así se hizo.
Yo he ido muchas veces a Sopetrán por diferentes motivos: diversión, política, trabajo. El interés de mi hermano era mostrarle a su hija dónde había nacido su abuelita y dónde había pasado él parte de las vacaciones infantiles y juveniles. Mi interés, esta vez era mostrarle a mi hija dónde había nacido su abuelita y dónde había nacido yo, pues de los cinco hijos de mi madre yo soy el único nacido en Sopetrán. Eso hacía este viaje muy distinto a las tres modalidades ya descritas. No era de diversión, no era político, no era de trabajo, era de transmitirle a mi hija un sentimiento de propiedad de aquel pueblo, de aquellas calles y de aquellas casas que algo significaron para mí.
Por esa razón me sentí con autoridad para imponer el itinerario que haríamos una vez llegáramos al pueblo, independiente del que mi hermano se hubiera trazado en su mente.
Desde que arrancamos de Leticia, entonces, comenzaron a agolparse en mí los recuerdos. Lógicamente todo está muy cambiado a lo que fueron aquellas décadas que recuerdo con afecto: la del 50 y la del 60 del siglo pasado.
Algunas de las cosas las comentaba en voz alta, otras las guardaba para mí en la mente.
Aquí a la izquierda está un camino que recorrí en 1968 cuando me dio por venirme a pie desde Medellín con dos compañeros del barrio, para hacer travesía. En aquella ocasión encontramos una casa y como lleváramos sed les comenté con mi experiencia en la región que en las casas campesinas acostumbraban mantener claro para calmar la sed y propuse que llegáramos hasta la casa y pidiéramos claro. Nos atendió una ancianita quien muy atenta nos dio lo que necesitábamos. De pronto la anciana se me quedó mirando y me dijo:
–Joven, ¿usted por qué se parece tanto a don Jesús Gaviria?
–Debe ser porque era mi abuelo –respondí–, ¿usted lo conocía, señora?
–Claro, era una excelente persona.
Aquella vez me sentí muy orgulloso de Paús –así le decíamos sus nietos– y hoy también al venir ese recuerdo.
El vehículo siguió andando por el Llano de Aguirre hasta terminar la parte habitada cercana a Leticia y pronto llegamos al sitio de las partidas hacia Santa Fe de Antioquia. A la derecha es la carretera hacia Sopetrán que fue la primera que se construyó como la carretera al mar y que pasa por el Puente de Occidente construido en 1886 por el ingeniero sopetranero José María Villa, mi pariente, A la izquierda la variante que se construyó en 1962 con el fin de acortar un poco la distancia y reemplazar el Puente de Occidente que hoy se conserva como monumento Nacional.
Al llegar a las partidas hice notar que a mí siempre me había llamado la atención el paisaje árido del lugar muy similar a aquellos que se ven en las películas relacionadas con el oeste de Estados Unidos. Efectivamente éste es un desierto que bordea la margen derecha del río Cauca desde ese sitio hasta Liborina, y es más acentuado en el corregimiento de Sucre.
Tafetanes es una vereda a orillas de la quebrada del mismo nombre, la que marca los límites de los municipios de San jerónimo y Sopetrán. Al pasar por allí mi hermano Jorge recordó que había tenido un criadero de abejas en ese sitio. Ya no hay abejas de ésas.
Después de Tafetanes dejamos el paisaje árido y Marleny, la esposa de Jorge Mario, hizo notar que ya el paisaje era muy bonito. Esa belleza la conservaríamos hasta llegar a Sopetrán. Llegamos al Llano un kilómetro antes de Sopetrán y una vez se sale de allí se toma una curva desde la que se ven las cúpulas de las torres de la iglesia y otro recuerdo llegó a mi mente y se trataba de la canción mexicana Ya vamos llegando Pénjamo, de moda en los primeros años de la década del cincuenta sobre todo en la parte que dice sus torres cuatas son dos alcayatas… nos hacían cantar en esta curva: Ya vamos llegando a Pénjamo, Ya brillan allá sus cúpulas. De Corralejo parece un espejo mi lindo Pénjamo, sus torres cuatas son dos alcayatas prendidas al sol. Su gran variedad de pájaros que silban de puro jubilo, ese paseo de Churipitzeo que tiene Pénjamo es un suspiro que allá en Guanguitiro se vuelve canción... Esto no lo comuniqué a mis amigos de viaje, pero mi mente volvió a cantar esa canción.



Y por fin nos encontramos ante la primera cuadra de la población allí mostré a mis acompañantes la bandera que estaba izada: negra, blanca y roja, la bandera de Sopetrán.
Iniciada la calle real muchos recuerdos vinieron a saludarnos: la misma calle que por su pendiente hace que sea necesario darle aceleración al vehículo le da un sabor de entrada triunfal después de haber realizado alguna hazaña, a derecha y a izquierda van apareciendo las edificaciones que alguna vez tuvieron significado, el mismo conductor con quien viajábamos parecía querernos ayudar en ello:
–En esta casa quedaba el ancianato. –dijo mirando de reojo `para ver si alguno de nosotros ya estaba necesitando esa información. Tal vez ya había escuchado lo de mi marcapasos o haciendo cuenta que las anécdotas rondaban las décadas del 50 y del 60 era hora de que las canas en nuestras cabezas hicieran más fácil el acceso a esa casa de beneficencia.
–A este lado quedaba el hospital –me apresuré a continuar, pensando que tal vez fuera una información que le interesara a mi hija Marcela–, pero ahora es la Casa de la Cultura. Es curioso que Sopetrán necesitara ahora Casa de la Cultura cuando en otro tiempo, él mismo fue población de la cultura de Occidente, grandes hombres de las letras, del Derecho, de la Ingeniería, de la Medicina y de la Política caminaron esas calles.
–¿Cuál es la casa de Pedro Vieira? –preguntó Jorge Mario– enseguida quedaba la cacharrería de Cepillo.
–Pues mírala aquí a la izquierda que ni siquiera el color se la han cambiado –le contesté yo.
Fue Pedro Vieira una de las personas más adineradas de Sopetrán. Estaba casado con Tina Gaviria, tía de mi madre, y eran grandes las fiestas que nos hacía cuando íbamos a saludarlo. “Llegaron los Carlotos” –decía– e iba hasta su escritorio y algún billetico nos daba. Tal vez Jorge Mario haya tenido más recuerdos de esta casa por su contemporaneidad con los hijos de Alicia, la hija de Pedro.
En estas llegamos al parque principal que ahora se encuentra remodelado y aunque más cómodo que el de antaño, uno añora ver las aceras diagonales que aquél tenía, pero qué le vamos a hacer Sopetrán no es sólo para los viejitos.
Yo pedí al conductor que nos llevara hasta la esquina nororiental para iniciar allí el recorrido a pie de este ya iniciado paseo a los recuerdos.
–Vamos pues a la calle del Caño, –insinué yo–.
Es posible que la mayoría de habitantes de hoy en Sopetrán no sepan cuál es la calle del Caño, porque el motivo de ese nombre no existe desde hace varios años. Se trataba de un caño de agua limpia que corría por toda la mitad de la calle y que iniciaba el recorrido justo al frente de la capilla del Orfanato. Aquel caño servía, lo supe años después, para llevar agua a una de las fincas de don Gustavo Gaviria, otro de los ricos de Sopetrán, tío del hoy notable jurista y senador de izquierda Carlos Gaviria Díaz.
Hago un paréntesis político, es notable que siendo las familias sopetraneras Gaviria, Vieira, Tamayo y Villa ultraconservadoras, dos de los más famosos izquierdistas del país pertenezcan a ellas, Carlos Gaviria Díaz ya mencionado, y quien fuera por mucho tiempo secretario del partido comunista colombiano Gilberto Vieira.
Llegamos a la calle del Caño y el objetivo era encontrar la casa donde el 20 de abril de 1946, un Sábado Santo, a las 6:00 p. m. nací yo y de la que tres años más tarde mis padres, mis hermanos mayores, María Helena y Luis Gonzalo, y yo saldríamos para Medellín a iniciar nueva vida. La casa la encuentro yo porque no le he perdido el rastro, pero hoy tiene una fachada más o menos reciente no mayor de 20 años. Es la tercera de la esquina hacia abajo por la orilla izquierda del caño si éste existiera, al frente de lo que fue la Escuela Luciano Carvhallo. Y aquí empezó la danza de los recuerdos porque Laura, la hija de Jorge Mario, y Nathaly, la hijastra comenzaron a tomar fotos para conservarlos.
Continuamos hacia la derecha para salir nuevamente a la calle donde nos habíamos bajado del carro, pero algo más arriba donde alguna vez existió un busto a Carlos Mazo, poeta sopetranero, pero que hoy sólo queda el pedestal. Allí hay una casa que da a todo el frente de la Normal Santa Teresita y que tiene dos entradas, una de las cuales casi nunca se abre. En esta casa hay dos historias: Por la entrada poco común existía una fotografía a la que acudió mi padre cuando llegó soltero a Sopetrán y necesitó los servicios de un fotógrafo. Entre las fotos que don Jesús, el fotógrafo, exhibía, mi padre vio una de una joven de unos 19 años y por la que le preguntó. “Esa joven es mi hija” –contestó el fotógrafo frunciendo el ceño–. Allí nació el amor de Gonzalo, el cliente, por Carlota, la joven de la foto, y cuyos hijos y nietos miran hoy la puerta por la que apenado pudo haber salido Gonzalo por haber molestado al fotógrafo con una pregunta.
En la década del 60 ésta fue la casa donde vivieron las tres tías de mi madre: Tulia, Ester e Inés y quienes eran siempre nuestras anfitrionas cuando veníamos al pueblo, yo nunca me hospedé en casa diferente.
Cuando estaban contemplando la casa e iniciado la sesión de fotografía, aprovechando la experiencia profesional de Nathaly y de Juan Esteban su novio, Jorge Mario y yo nos habíamos adelantado un poco y habíamos empezado a mirar hacia dentro de la casa por la entrada principal, lo cual fue advertido por el propietario quien salió para ver de qué se trataba.
Conversamos en la puerta, pero no se ofreció a que entráramos lo cual nos dejó cierto desengaño que no pensábamos repetir.
Iniciamos el ascenso por la calle del orfanato para ir a la casa de papá Rubén, la quinta que llamábamos. Para ir allí debíamos pasar por la casa de los Tamayos, la de Laura vieira, al frente del Orfanato y la De Gustavo Gaviria que colindaba con la quinta.
Comenzaron las fotografías y las anécdotas como la de cuando Jorge Mario se apoyó en las corvas de un caballo, el que sacó la pata y se la asentó en el pecho, tendría un año, el niño, no sé cuántos el caballo, de milagro está vivo, el niño, porque el caballo ya debe haber muerto.
Aún se ve el sendero por donde los campesinos entraban las bestias a la pesebrera para que se las cuidaran mientras iban al mercado.

Estaba yo explicando lo del Jardín y Juan Esteban tomó algunas fotografías cuando salió un señor al que le explicamos nuestra presencia allí, fue muy atento con nosotros y nos permitió la entrada. Pudimos ver la casa por dentro y sus reformas. El techo fue modificado igual el piso, mas no el desnivel de éste, en lo que fuera la pieza de Raquel está ahora la cocina moderna, la cocina antigua ya no existe, sin embargo de allí salió en recuerdo la fiel sirvienta de mis tías, Elvira, armando una arepa, mientras gritaba hacia la pesebrera para que viniera Fermín, el encargado de las bestias, a desayunar. Apareció también en el recuerdo el negro Fermín con su caminado característico por algún daño del pie derecho, y el perro Omar salió a recibirlo meneando el rabo. Después del desayuno de Fermín salimos con la tía Ester a acompañarla a ordeñar dos vacas que daban la leche de la casa. Mientras tanto el gato Benitín aparecía en los ennegrecidos muros de la cocina. Toda esta imagen fue cosas de segundos, pero abarcaron varios años de repetirse esa escena.

En la casa hay un área vedada consistente en el cauce del caño que pasaba por el baño hondo, el sanitario, de la casa, el sanitario de servicio y el chiquero y parte de la cocina antigua, esa área no la pude ver, los muros del solar son los originales y existe el totumo donde dormían las gallinas. En aquella casa vivían las tías de mi mamá: Raquel, Tulia, mi madrina, Ester e Inés, Raquel murió en esta casa y las demás al frente de la Normal.

En lo que fuera la pesebrera existe hoy una piscina y de la manga nos contó el administrador de aquella casa es posible que se haga un loteo.

Luego Jorge Mario nos invitó a pasar a la casa vecina de propiedad de la madre de un profesor suyo de la universidad, Ismael Suescún. Allí estaba él y pudimos ver esa casa sí intacta en todos, los pisos, los techos y hasta el baño hondo un poco reformado. Allí se recrearon los ojos juveniles de nuestros acompañantes en las construcciones viejas de Sopetrán.

Iniciamos el descenso hacia el parque y hubo fotografías de la fachada de la Normal para llevarle a María Helena como recuerdo del año que allí pasó.

Terminamos esta gira en la casa del Señor, allí los recuerdos fueron el piso como siempre lo hemos conocido incluida su pendiente, notoria aunque leve, y la antigua pila bautismal donde ahora hay una imagen de la Virgen maría en el momento del descendimiento.

Terminada esta danza de recuerdos todo volvió a ser real: Sopetrán, un pueblo del Occidente antioqueño, de clima caliente en la cabecera, de gente amable, tomamos un refresco y regresamos a San jerónimo para seguir viviendo la realidad.

Algunos proyectos se vislumbran después de esto, uno de ellos escribir y filmar una crónica mucho más completa que ésta para que quede como documento a los descendientes, ojalá se cumpla.

Gabriel Escobar Gaviria

Punto de partida

El punto de partida de la historia de los Gavirias de Sopetrán es don Tadeo Gaviria Jarmillo, el papá de don Alberto Gaviria Gallón y de don Vicente Gaviria Gallón, estos dos los que fundaron el apellido en Sopetrán.
Dije punto de partida, pero si alguien sabe una historia de algún miembro de la ascedencia o del origen del apellido en España bien pueda contarla. La idea es irformando una wikipedia o una colcha de retazos con las historias que logremos reunir.
Les presento este enlace Genelogía de los Gavirias de Sopetrán. Anticipo que no soy el coordinador de esa genealogía, pero quien encuetre que hay imconsistencias las puede informar a Iván Restrepo Jaramillo, el coordinador, Ahí dan las señas. Esa genealogía va conectando con otros apellidos y puede servir para muchas otras personas.
Navegue por esa genelogía y encuéntrese o pida ayuda. Todos los nombres son enlaces.

Presentación

Estimados parientes y paisanos:

Inicio hoy esta aventura para tratar de unirnos como familia y acercarnos a nuestro pueblo. El nombre del blog indica que trataremos de formar la historia de nuestro apellido en Sopetrán, pero no será un blog exclusivo familiar. Iremos vinculando a los paisanos que se nos quieran unir para ir completando también la historia del pueblo. Este bus tiene muchas bancas. Que cada uno vaya cogiendo la suya y las de sus familiares y paisanos. Arranquemos pues que en el camino vamos acomodando las enjalmas.

Gabriel Escobar Gaviria

Iglesia principal