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domingo, 7 de abril de 2019

Renovación de la basílica

La remodelación de nuestra basílica
Darío Sevillano Álvarez

Desde el momento en que conocí al padre Rogelio Rodríguez, en una reunión en la cual participábamos en el despacho de la Alcaldía, muy al principio de su administración, como rector de la basílica; descubrí que era un sacerdote inteligente, prudente, sencillo, buen diplomático, que no se atreve a presentarle pelea a ninguno de sus feligreses, porque para él, el diálogo, es la forma más elegante, de arreglar cualquier problema entre los humanos.

Nuestra basílica, que pertenece nada más ni nada menos, que al Romano Toscano o Romano sencillo, uno de los órdenes arquitectónicos más tranquilos del planeta.

Así era nuestra Basílica antes de que los 
reformadores acabaran con su estilo

Después de su llegada, el padre Rogelio empezó a documentarse, lo mejor que podía, sobre los daños arquitectónicos del templo y apeló a todas aquellas corporaciones, del país, que tienen que ver con esas labores y fue así como nos visitaron, los miembros de la sociedad histórica y arquitectónica del país; todos los rectores de los seminarios del país; muchos miembros de la academia de historia de Santa Fe de Antioquia; y una gran cantidad de sabios en esta materia y el primer inconveniente conque se encontró, fue el factor dinero, que sin lugar a dudas, es el dios de los mortales.

 Así la empayasaron los reformadores y 
quedó parecida a un edificio de Disneylandia.

Pero como todos los hombres capaces del planeta, empezó a diseñar, las fórmulas mágicas para conseguirlo, sin detrimento de los gastos normales que cualquier parroquia de la Tierra debe hacer con sus finanzas y tratando de no generar en los feligreses, la idea de que un párroco construye y otro destruye, porque para apoyar esta afirmación, les puedo decir, que en ningún momento el padre Rogelio, se ha atrevido a denigrar de sus antecesores; para él, esa figura no existe; porque lo que está haciendo en la basílica, es para bien de nosotros y porque debe estar lo mejor presentada, como una gran joya arquitectónica, ante la cantidad del público que la visita diariamente.

Con esta circunlocución de ideas, les puedo contar que con los dineros del altar de San Isidro; con unas rifas que ha efectuado; y con otras chichiguas de dinero, se sometió a hacer un gasto, por una buena cantidad de millones y prueba de lo que afirmo, es estas fotografías hablan solas, de la obra que está realizando, con la ayuda de personas que conocen y tienen experiencia en estos temas.

Los arcos de este lado ya están listos; pero en las columnas, van a desaparecer las famosas rayitas rojas, conque las había empayazado el reformador.

Observen como quedó el empotramiento 
de la lámpara.

Pero por las dimensiones de la basílica, los gastos cada día se van poniendo grandes y la Parroquia requiere de la ayuda de sus feligreses, para poder llegar a una feliz culminación de esta remodelación.

Este lado de la pared ya tiene su color pastel claro, 
como deben ser los templos, que son lugares de oración.

Es bueno advertir, que la Iglesia Católica, no permite lo que permite el sistema de gobierno: Las sobrefacturaciones y los robos continuados.

Así está quedando el ribete que apoya el cielo razo contra el muro.
Recuerdo que se hicieron algunos de esos cambios que afeaban el templo, algunos fieles invirtieron fondos en esa obra; y por esa razón, espero que muchos, puedan ayudar con la remodelación que está haciendo nuestro ilustre rector de la basílica: Con dinero y con especies, como tarros de pintura y otros materiales, pues es bueno recordar que los ornamentos dorados que tenían las columnas y los arcos, presentaban muchas falencias y dejaban ver partes totalmente degradadas y que por esa razón, están aplicando nuevamente el oro.

En este precioso arco de salida por la puerta izquierda del templo, ya desaparecieron las rayitas rojas.

Hay un relato que ningún Sopetranero conoce, porque no me he atrevido a publicarlo: Las biografías de los Párrocos que ha tenido Sopetrán, entre los años 1946 y el 2019.

Si no lo he publicado, es porque en vez de ser un orgullo para la Iglesia Católica, sería un dolor de cabeza y por aquello de la caridad cristiana, no deben ser publicadas.

Con este relato he llegado a la conclusión de que el mejor párroco que hemos tenido en esos últimos ochenta años es el padre Rogelio, que ha mostrado amor por la Parroquia; respeto por sus pertenencias; buen trato para sus feligreses; y un humilde comportamiento, que no deja ver la verdadera dimensión del sacerdote: culto, inteligente, sencillo y de buenas costumbres que lo acompañan.

Así era nuestro altar mayor en la vieja guardia; si observan bien lo que ahora tenemos, es un cambio muy brusco, en el orden arquitectónico del altar.

Espero que, por amor a nuestra Señora de Sopetrán, nuestra real patrona, todos dejen ver su generosidad, con esta hermosa causa, que mostrará nuestra Basílica, en todo su esplendor.

Recordemos que diariamente nos visitan todo tipo de turistas y por esa razón nuestra Basílica debe estar impecable.

La expresión más común de los turistas que asisto con mucha frecuencia es que por cual razón, siendo más imponente nuestra basílica, que la de Santa Fe de Antioquia, la arquidiócesis no está en nuestro pueblo.
Esa respuesta solo la puede dar Roma.



Sopetrán, 9 de febrero del 2019.

lunes, 7 de enero de 2019

Nacimiento del año


¿Cómo nació el año que en la actualidad utilizamos?
Darío Sevillano Álvarez

La historia con la que fueron haciendo el año, que en la actualidad conocemos, es bonita y muy compleja.

Pero antes de entrar en materia, veamos:

¿Cuáles son los elementos que componen el año?


El año actual está configurado por doce meses; trescientos sesenta y cinco días, más seis horas; cada uno de ellos, con veinticuatro horas, los cuales están divididos en doce horas de luz y doce de obscuridad; y cincuenta y dos semanas.

Para llegar a perfeccionarlo, tal como lo conocemos, los humanos se han dado tres caídas y un tropezón, analizando los comportamientos del sol, la luna y las estrellas, porque lógicamente, estos astros, tienen mucho que ver con la configuración de nuestro año.

También influyeron en su conformación: Los fenómenos naturales; las diferentes culturas y en ellas influyeron los intereses políticos, religiosos, sociales y económicos, de cada época.

Hace unos diez mil años, los pueblos de la margen del Nilo; los persas, y todos los pueblos orientales observaban con mucha paciencia y con todo el entusiasmo del caso, el comportamiento de los astros durante las horas de la noche y le ponían especial atención al comportamiento de la Luna, que a todas las civilizaciones, ha llenado de encantos.


La luna era considerada una diosa por su capacidad de mostrarse en varias caras a lo largo de sus períodos lunares y por esa razón ordenaron que se celebrara un día, en su honor, cada que iba a empezar un ciclo de ella. (Esto equivalía a cada 28 días).

De esta manera, apareció la primera semana, que se componía de casi treinta días y que, a lo largo de los tiempos, se convirtió en un mes.

Pero con la continua observación de la luna, los humanos se dieron cuenta de que cada semana ella cambiaba su cara: Luna nueva, creciente, llena y menguante, y por esta razón, ordenaron que había que celebrar esas cuatro fases lunares y así nacieron las cuatro semanas, con un día de descanso, para adorarla.

Pero mientras esto ocurría, los grandes visionarios empezaban a analizar cuáles eran los tiempos propicios para sembrar, para cosechar y para recoger y almacenar sus cosechas.

De esta manera aparecieron las cuatro estaciones: Primavera, verano, otoño e invierno.


Pero también analizaron que entre una y otra primaveras, transcurrían doce ciclos de la diosa luna y esto originó los doce meses que conocemos.

Los nombres de los días y de los meses, fueron heredados del calendario Juliano, organizado por el emperador: Julio César en el año 46 antes de Cristo. (Es bueno decir que este calendario fue organizado por un gran astrónomo y filósofo, que se llamaba Socígenes).

Al principio este calendario contaba con diez meses y empezaba en el mes de marzo, prueba de lo que afirmo es que el séptimo mes era septiembre; el octavo era octubre; el noveno era noviembre y el décimo era diciembre.

Pero con estas características, el año Juliano tenía un desfase con los ciclos astronómicos y por esa razón se le agregaron dos meses, al principio, enero y febrero.

Y en esta forma fue adaptado al viejo calendario de los egipcios, que tenía 365 días y había uno años bisiestos, es decir con dos números seis, de 366 días, cada cuatro años, porque este día aparecía de las seis horas, que sobran en el ciclo de la traslación de la Tierra, al rededor del Sol, cada año.

Pero este calendario, continuaba con un error en la suma de los días y por esa razón el papa Gregorio XIII, en el año de 1582, le hizo unas reformas.

Este papa se hizo famoso por sus reformas y ordenó que el año empezara el día primero del mes de enero, porque el año empezaba en marzo.

Hay entre la gente una prohibición de llamar «primero» al primer día de cada mes, prohibición que no ha sido ordenada por la Real Academia Española, por el contrario, la primera acepción de la palabra «primero» en el Diccionario de 2013.

¿Cómo aparecieron los nombres de los días de la semana?

Fueron las culturas griega y romana, las que designaron esos nombres para los días de nuestra semana:

El lunes, era el día de la luna; el martes era el día de marte; el miércoles, era el día de mercurio; el jueves era el día de júpiter; y el viernes era el día de venus.

La palabra sabbat, traduce ‘el día del descanso’ y la palabra domingo, traduce ‘el día del Señor’; pero es bueno contar esta anécdota:

El emperador Constantino, que adoraba el dios Mitra, tuvo un sueño con su dios que era el sol y el astro contenía una cruz; una voz le dijo: “Con este signo vencerás” y él tuvo grandes éxitos con la cruz y se convirtió a la religión católica y por eso se puede relacionar el día domingo con el
Sol.

Esta es otra explicación que dan algunos científicos sobre el origen de los nombres de los días de la semana.

Ahora miremos cómo aparecieron los nombres de los meses:

Enero.

Éste fue el primer mes que se tuvo que añadir.

Su nombre antiguo era Ianuro, en honor al dios Iano, que era el protector de puertas y entradas.

 A esta divinidad se la representaba con una vara y una llave.

Como curiosidad, el comienzo de año se celebra en enero debido a la campaña de Hispania, que necesitaba de los cónsules con previsión y estos solo podían ser elegidos con el nuevo año.

Por la necesidad de organizar su estrategia, el comienzo del año pasó de marzo a enero.

Febrero.

Incorporado en segundo lugar por Numa Pompilio, lo dedicó a Plutón Februo, para que éste aplacara sus iras.

También se dice que su nombre proviene de las fiebres que daban, cuando terminaba el invierno.
Marzo. 
Proviene de Marte, dios de la guerra, porque en este mes se iniciaban las campañas bélicas de las legiones romanas.

Abril.

 Procede del término griego afros, que significa ‘espuma’, de la que surgió Venus.

Este mes se dedicó a la fertilidad.

Mayo

Es un homenaje a los ancianos o protectores del pueblo, ya que deriva de la palabra latina majorum, que significa ‘mayores.

Otros atribuyen su nombre a la diosa Maya, la esposa de Vulcano.

Junio
Representado como un segador de heno, supone un homenaje a los jóvenes, ya que proviene del término latino junior.

Julio.

Julio César le dio su nombre, ya que él nació en este mes.

Debido a que era la época en que se llevaba a cabo la recolección del trigo, se representaba con un segador practicando esta faena agrícola.


Agosto.

Rinde homenaje al emperador Augusto, que eligió este mes para que llevara su nombre debido a que fue cuando derrotó a Cleopatra y a Marco Antonio, sus mayores enemigos.

Inicialmente constaba de treinta días y se llamaba sextilis; Numa Pompilio le quitó un día y Julio César le añadió dos más.

Septiembre.
Como al principio ocupaba el séptimo lugar (septem, en latín), conservó su originaria denominación a pesar de haber pasado al noveno puesto.

Diferentes escenas de vendimia representan este mes, dedicado al dios Vulcano.


Octubre.

En este caso, ha conservado también su nombre original de la época de Rómulo, del término latino october, octavo.

Tanto la vendimia como la siembra, tareas de la época que marca, servían para simbolizarlo.

Noviembre.

Mientras que su denominación ha perdurado desde que ocupaba el noveno lugar (noviembre), sus días sufrieron cambios hasta la llegada de Augusto, quien los dejó en 30.


A pesar de estar en el último puesto, se le sigue conociendo por la décima posición que ocupaba originalmente.

Este es el mes más alegre del año, porque en él, se celebran las fiestas de la Navidad, que son un acontecimiento mundial




Sopetrán, 23 de diciembre del 2018.