TU BENDICIONMAZO, CARLOS (Sopetrán, 1895; Medellín, 1939). Estudió en San Ignacio y cumplió siempre su inspirada vocación de educador. Recogió sus versos en un libro llamado Poesía y publicado en el Chocó en 1926. En concursos regionales fue premiado por sus cantos a Santa Rosa de Cabal y a Gregorio Gutiérrez González. Bohemio, inconforme, sus poesías son «realizaciones imaginarias», como lo dice Hernán Echeverri Coronado en Biografía y obras completas de Mazo (1956). Y Gonzalo Restrepo Jaramillo afirma: «Empezó por ser poeta regional. Hizo su Canto a Antioquia para matricularse en la Universidad del terruño como G. G. G., Epifanio e Isaacs». Jaime Jaramillo Escobar dice: «Carlos Mazo tenía una sonoridad que gustaba y el sentido común lo acercaba a lo popular. Por eso sus versos hicieron carrera. Después de la publicación de su libro, su vida fue de andanzas y tertulias hasta 1939. En los años cincuenta se hablaba de él como si estuviera vivo». De la página web de la Biblioteca luis Angel Arango
Acallando del alma los dolores,
sólo por el laúd acompañado,
mis pálidos cantares, como flores
vengo a dejar en tu sepulcro helado.
De entre los vivos te arrancó la suerte
en un instante trágico. ., Sombrío.,.
Sin embargo, el abismo de la muerte
no impide que me escuches, padre mío! .
Cuando part iste, en nuestro hogar tranquilo
todo mudo quedó, todo sin vida,
pero tu imagen encontró un asilo:
mi pobre corazón, nunca te olvida.
Aún te contemplo con amor profundo;
aún te escucho, te adoro, sí, te adoro!
Sólo no estoy! Camina por el mundo
la sombra de tu espíritu, conmigo!
Cómo han dejado en la memoria mía
las noches de mi hogar, perennes huellas!
Noches de encanto, noches de alegría,
recamadas de fúlgidas estrellas!
Cuán dichosos instantes a tu lado:
olvidando del día los enojos,
todo lo contemplaba iluminado
por la lumbre tranquila de tus ojos!
Cuando ya el sueño halagador venía
me mirabas con íntimo embeleso. . .
Tu mano con amor, me bendecía. . .
Después dejabas en m i frente. . . Un beso.
Delicias del hogar, mi único anhelo,
hoy en las sombras del pasado, hund idas:
No os alejéis, venid, dadme un consuelo,
aliviad el dolor de m is heridas!
La desgracia llegó: sonó la hora.
Honda pena dejó en mi pecho abierto,
porque una oscura noche aterradora
te ví tendido entre una caja. .. Muerto! . . .
¡Ay! Cuán negros recuerdos: los blandones
ardían con su llama vacilante;
Coronas. . . Un altar. . . Entre crespones,
la blancura de un Cristo agonizante. . .
Tan sólo en la penumbra se escuchaban
acentos comprimidos y lejanos. . .
En tanto ál pie de tu ataúd, oraban
de rodillas, mi madre y mis hermanos. . .
Esa noche de lúgubre amargura
recliné mi cabeza en la almohada,
sin sentir de tu beso la frescura,
sin recibir tu bendición sagrada!
Fue un sueño acaso? Loco desvarío,
una ilusión que se forjó el deseo,
locura fue del pensamiento mío?
Nada más que un delirio? No lo creo!
Sí! Te sentí llegar! Mi mente absorta
caminar en la alcoba te sentía. . .
Verte no pude pero qué me importa? . .
Con los ojos del alma, te veía! . . .
Te acercaste: tus brazos me estrecharon. . .
Tu mano me bendijo, dulcemente. . .
Con ternura, tus labios estamparon
un beso de dolor, sobre mi frente! . . .
Desde esa hora, al reclinar mis sienes
no me conturba ni me ahoga el llanto.
Sé que tu bendición a darme vienes!
No lo puedo dudar, me amaste tanto!
Por Carlos Mazo
1 comentario:
Me gustaría ver publicado el poemaÑ CANTO A SOPETRÁN de Carlos Mazo.
Att. Roger Góez G.
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