¡Año bisiesto, año de siniestros!
Darío Sevillano Álvarez.
Cuando tenía escasos seis años de edad, y vivíamos en
Tarroliso, un hermoso rincón del Sopetrán romántico de las viejas épocas, mi madre
y mi abuela materna, dos mujeres comunes y corrientes del pueblo y más bien mal
capacitadas escolarmente en los planteles educativos, esperaban con muchos
recelos los años bisiestos, porque las creencias populares de esos tiempos,
anunciaban que los años bisiestos eran muy peligrosos, por la cantidad de
tragedias que los acompañaban, según decía la tradición oral.
Veamos en primer lugar, que es lo qué ocurre cuando un
año es bisiesto:
La palabra «bisiesto» de idioma latino bis sextus,
significa que el año en vez de tener 365 días, debe tener 366, es decir, debe
tener repetido el número seis.
¿Pero de dónde aparecen esas veinticuatro horas de más?
Ocurre el año calendario, tiene 365 días, pero el año
trópico, que es el recorrido de la Tierra alrededor del sol es de 365 + 5
horas+ 57 minutos; que se acumulan cada cuatro años y forman el nuevo día.
Pero como quedan faltando tres minutos de cada
acumulación, es posible, que dentro de algunos años se acumule un día completo,
que se le deberá agregar a uno de los años, para no descuadrar los días de los
equinoccios y los solsticios.
¿Cómo se dieron cuenta de ese error?
Algunas culturas de la Tierra, como lo egipcios y otras
civilizaciones, por la observación de los astros ya sabían que cada año
calendario sobraba una mínima porción de tiempo y por esa razón la agregaban a
los años, para no descuadrar los tiempos en que inician las estaciones del año.
Pero si recordamos la circunstancia histórica, de que
América fue descubierta y conquistada por los españoles, en la mayoría de su
extensión territorial, tenemos que hacer memoria de que España, pertenecía en
esa época, al imperio Romano, que había venido agregando meses al año solar.
Es bueno que sepan que al año, para los Romanos, era la
mejor forma de agregarle meses, para recordar las hazañas de algunos de sus
hombre ilustres, como Augusto y otros.
También es importante decir, que el año fue manejado de
distintas maneras: una de ellas era hacerlo de doce meses de treinta días, que
sumados completaban 360 días y los cinco días que sobraban eran los que
dedicaban al nacimiento de los dioses Osiris, Seth, Horus, Isis y Neftis.
Cuando el emperador Julio Cesar llegó a Egipto, se dio
cuenta de que existían calendarios más perfectos que el romano, y contrató los
servicios de un sabio de Alejandría, llamado Sosígenes, para que mejorara el
calendario Romano y este sabio, corrigió las imprecisiones que el viejo calendario
tenía y para lograrlo en el año 46 a. C. hizo la primera corrección que
consistió en hacer un año muy largo, que duró 445 días, para calibrar los días
que había botado el calendario a lo largo del tiempo; este año se llamó el año
más largo o el año de la confusión.
Este calendario fue oficial en Roma y en todas sus
posesiones y en aquellos pueblos que
eran descubiertos por personajes del imperio, como las repúblicas americanas.
En el concilio de Nicea, presidido por el obispo Osio
de Córdoba, los sabios advirtieron que Sosígenes tenía un grave error, pero no
se hizo nada, para corregirlo.
Pero en el año de 1572 tomó posesión del papado de la
Iglesia Católica Ugo Buoncompani, que tomó el nombre de Gregorio XIII y gobernó
hasta 1585.
Este papa se encargó de muchas actividades religiosas y
mostró muchos bríos en el manejo de la Iglesia, a pesar de su alta edad y una de las cosas más
interesante que hizo, fue la reforma al calendario Juliano, que como ya dije,
había sido impuesto por Julio Cesar en el año 46 a. C.
El nuevo calendario iba a tener el nombre de su
reformador y por esa razón lo conocemos como el Calendario Gregoriano; por
esta reforma, este Papa pasó a la historia universal como un gran sabio.
Instaurado el 4 de
octubre de 1582,
el nuevo calendario vino a solucionar el problema que planteaba el hecho de que
el año Juliano tenía 11 minutos y 14 segundos más que el año solar lo que había
provocado que la diferencia acumulada hiciera que el equinoccio de primavera se
adelantara en diez días.
Gregorio XIII, asesorado por el astrónomo jesuita Christopher Clavius promulgó, el 24 de
febrero de 1582,
la bula Inter
Gravissimas en la que establecía que tras el jueves 4 de
octubre de 1582
seguiría el viernes 15 de
octubre de 1582.
Con la eliminación de estos diez días desaparecía el
desfase con el año solar, y para que no volviera a producirse, se eliminaron en
el nuevo calendario tres años bisiestos cada cuatro siglos.
Los años bisiestos del siglo XXI serán:
A continuación vean ustedes el escudo de armas del papaGregorio XIII.
Si no hubieran diseñado la fórmula de los años
bisiestos, el tiempo se iría descomponiendo y llegaría el día, que el invierno
caería en pleno verano en los países en donde hay estaciones.
Hay una formula muy especial para saber si un año puede
ser bisiesto:
Un año es bisiesto si es divisible por cuatro, excepto
el último de cada siglo (aquellos deben ser divisibles por 100), que para ser
bisiestos, también deben ser divisibles por 400.
Esto de ser divisible, significa que al hacer la
división, no debe quedar residuo.
Hay un enredo aún más complicado: cuando la tierra rota
un poco más lento, cada cierto número de años se le agrega al tiempo un
segundo, para mantener la medida del tiempo, bien sincronizada; esto lo han
hecho las dos últimas veces en los años de 1998 y en el 2015.
Como curiosidad, les puedo contar, que han existido
cuatro formas de días, a saber:
El babilónico (que se cuenta desde la aparición del Sol
hasta ese mismo momento del día siguiente), el día judaico (que se verifica
desde la puesta de sol hasta el mismo momento del día inmediato posterior), el día
astronómico (que se mide desde un mediodía, cuando el sol está en el cenit, hasta
el mediodía siguiente) y el egipcio, que es el que utilizamos la mayoría de los
pueblos de occidente actualmente y es el que se mide desde la medianoche hasta
la medianoche siguiente.
Es muy sano contradecir las exageraciones que la gente
dice sobre los años bisiestos, es bueno traer a la mente como en cualquier año,
pasan catástrofes naturales, accidentes aéreos, y un sinnúmero de cosas, que no
tienen que escoger un año bisiesto para
pasar.
Como estamos predispuestos a creer esa afirmación,
entonces contabilizamos las cosas malas del año, para decir:
—Estas son las cosas malas que el año bisiesto nos
trajo.
Claro está que si miramos algunos sucesos del año que
va a terminar pudiéramos inclinarnos por esa creencia; pero si analizamos
cuidadosamente las causas que produjeron los desastres, podemos llegar a la
conclusión, de que hubieran podido pasar en cualquier tiempo normal.
Miremos los accidentes y tragedias del 2016:
Los atentados de Bruselas; los accidentes de los
aviones de la Compañía egipcia; el colapso del puente en la India; los
atentados islamitas en Estambul; La caída del avión de la compañía Fly Dubai;
el atentado de Niza; La caída del avión de Nepal; El doble atentado de Kabul;
El tiroteo del estado de Florida en los Estados Unidos; el accidente del avión
con el equipo chapecoense.
Pero si miramos el 2015, que no fue bisiesto,
encontramos una serie de tragedias que pasan en el tiempo, sin que tengan que
ver con que los años sean bisiestos o no.
Accidente de avión de Germanwings; terremoto en Nepal;
el drama de los refugiados; Avalancha de peregrinos en La Meca; incendio en una
discoteca de Bucarest; atentados de París; la lacra de la violencia machista y
muchas otras más, que no las tengo a la mano.
Estas razones deben empezar a producir un cambio en las
creencias de las personas, sobre lo malo que son años bisiestos, que lo único
de raro que tiene, es que en el mes de febrero, les resulta un día más: El 29
de febrero, que solo se da cada cuatro años.
Les deseo un año 2017, lleno de felicidad, ventura y prosperidad:
Sopetrán, 31 de diciembre del 2016.
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