Tercer archivo
Carlos Mazo Argüelles
Biografía de Carlos Mazo Argüelles, ilustre poeta
Carlos Mazo Argüelles es uno de
los grades hombres que ha dado la tierra sopetranera y, según la opinión de
muchos, era poeta, declamador, escritor, educador y, lo más importante, un
enamorado de la naturaleza.
Casi siempre estuvo viviendo, con
gentes muy humildes y en lugares en donde se vivía en condiciones infrahumanas,
como Vigía del Fuerte, Quibdó y Urrao, cien años atrás.
El nacimiento de Mazo fue en la
carrera Leticia, en la casa que antiguamente perteneció a la familia García y
que hoy pertenece al Señor Javier Arango, que manejó toda su vida la Secretaría
del Colegio José María Villa, dos casas más abajo de la casa de la familia
Jaramillo, en donde yo nací.
Su nacimiento fue el día 4 de noviembre
de 1895, doce años más tarde del nacimiento de Porfirio Barba Jacob.
Sus padres eran don Francisco
Mazo, un gran negociante sopetranero y doña Elena Argüelles, una matrona
antioqueña de pura cepa.
Según palabras textuales de
Gerardo Sevillano, mi tío, las gentes de los pueblos que visitaba lo llamaban
cariñosamente Carlitos o Macito, y vivían enamorados de sus escritos, de su sonrisa,
de su sabiduría y del estilo conque declamaba, porque todos al unánime decían
siente lo que está recitando. Era un verdadero espectáculo acercarse a una
tertulia en donde estuviera Macito, porque las gentes lloraban escuchándolo
declamar.
Cuando solo contaba cinco años de
vida, su familia partió para la ciudad de Medellín, buscando mejorar las
condiciones de sus hijos y dejando atrás nuestras tierras llenas de luz y
calor, que tal vez hubieran sido de mejor calidad, que aquellas en que le tocó vivir
en su infancia y adolescencia.
Con solo ocho años de edad, empezó
a recoger aplausos y felicitaciones por los poemas que publicaba en las
revistas y volantes de la escuela en que estudiaba; pero en esa etapa tan
floreciente, su familia tuvo que viajar a la ciudad de Urrao, un paraíso
escondido que nuestro genio sabría explotar en sus escritos.
Cuando terminó los estudios de
educación primaria, volvió a la ciudad de Medellín, para continuar con el
bachillerato y fue así como lo matricularon en el colegio de San Ignacio de los
Padres Jesuitas, en donde tuvo la fortuna de codearse con un antioqueño de
muchas virtudes, méritos y saberes como era el político Gonzalo Restrepo
Jaramillo que coincidencialmente, había nacido en el mismo año de nuestro
protagonista.
Mientras cursaba sus estudios en
este plantel se fue perfilando como un escritor, poeta y declamador con muchas
capacidades y el gran público de la ciudad, empezó a ver en él, al gran poeta
que se pudiera comparar, con Porfirio Barbajacob, Ñito Restrepo, Gregorio
Gutiérrez González y otros de esa misma generación, que engrandecieron el
departamento.
A la muerte de su padre, ocurrida
en el año de 1912, tuvo que volver a Urrao y aunque fue un fracaso en la vida
de los negocios, se convirtió en lo que de verdad era: un mago de las artes
literarias.
En esta ciudad, funda el
periódico: Ladillas, en donde se caracteriza por su capacidad para escribir,
polemizar, conmover y controvertir.
En el año de 1916, empieza una
carrera contrarreloj en la profesión de maestro, pero como él mismo lo advierte
esa no es su verdadera misión y fue así, como recorrió muchos pueblos del
departamento: Ciudad Bolívar, Anorí, La Estrella, Envigado, Betania, Jardín,
Andes y Amagá, en donde no encontró ni paz, ni sosiego, porque estaba destinado
para cosas más sublimes.
Los tres cargos más importantes
que ejerció en su docencia, fueron: profesor de tiempo completo del colegio
Carrasquilla de Quibdó, rector del instituto Manuel Uribe Ángel de Envigado, y
director de la escuela de varones del municipio de Andes.
Para el año de 1921, según
palabras de Gerardo, mi tío, Macito había recorrido todo el departamento de
Antioquia, repartiendo la semilla de sus poesías, sus declamaciones y su forma
de ser; esta razón es tal vez una de tantas, para que su obra esté en todos los
recovecos del departamento y por eso no ha sido posible recopilarla.
Nuestro genio tenía una pasión por
pertenecer a todas las tertulias literarias y él decía: «Que las tertulias lo
habían hecho un buen poeta». Por esa razón perteneció a la del negro Cano, en
donde conoció grandes poetas; La Gruta simbólica; El Mosaico; Los Trece Panidas
o Tertulia de Manizales.
Para el año de 1922, Carlitos
viaja a la ciudad de Quibdó y en esa hermosa urbe a orillas del río Atrato,
escribe su Canto al Atrato, tal vez
uno de los mejores escritos que hizo; también a partir de esta fecha escribe el
Canto a Santa Rosa y el Canto a Gregorio Gutiérrez González, que
lo hicieron un poeta famoso.
En el año de 1926, la alcaldía de
Quibdó, publicó un libro que tituló: Poesías,
con toda la obra de Mazo; de aquí partió para el caserío de Vigía del Fuerte,
en donde pasó algunos años.
Entre 1926 y 1937, Mazo se dedica
de lleno a sus andanzas y tertulias por muchas partes de Antioquia y del viejo
Caldas; pero al final de su vida, regresa a Sopetrán enfermo, viejo y cansado
de vivir y muere en su ciudad natal el día 10 de Julio de 1939.
Con este verso, Mazo describe su
regreso a Sopetrán:
A ti, que estás
escrito en mi memoria,
A ti, que con tus
brisas me meciste,
Hoy, ¿qué te traigo?,
ni siquiera gloria,
Pues vuelvo a ti
desengañado y triste.
Este poeta, aunque es más profundo
y filosófico que Barbajacob y otros grandes de nuestra querida Antioquia, no
goza de fama mundial, porque como él mismo lo decía, no perteneció a los grades
círculos políticos, no tuvo contacto con grandes magnates, y nunca estuvo en
grandes ciudades o eventos, y la fama es una presea que hay que saber comprar y
debe estar respaldada, con dinero, con mucha gloria o con buena pinta política.
Sopetrán está en deuda con este
importante sopetranero, porque no hay un solo tributo de gratitud, que anuncie
su gloria.
Uno de los reconocimientos que se
le ha tributado, es que un buen sopetranero, el doctor Hernán Echeverry
Coronado, hijo de la ilustre matrona, doña Ester Coronado y jubilado en el
Senado de la república, escribió un libro al que llamó: Biografía y obras completas de Carlos Mazo.
Otro reconocimiento para exaltar
la memoria de este ilustre genio, fue contratar al artista dibujante, pintor y
escultor don Alfonso Góez González, para que esculpiera un busto de nuestro ilustre
paisano, y fue colocado por primera vez, en la plazoleta que está cerca del
banco agrario, pero ahí estorbó y fue trasladado al pequeño parque que hay
frente a la casa parroquial, pero también sirvió de obstáculo, para quitarle
belleza a Torres de la Asunción y fue trasladado para una de las eras del atrio
parroquial, lugar al que van todos los bustos de nuestros grandes hombres,
esperemos que en ese lugar se amañen con ellos y no los vayan a llevar, para un
rincón de la casa de la cultura, a donde llevan todas aquellas cosas que no
prestan servicios a los administradores.
Hay una de sus poesías que
describe su lucha del diario vivir que él la apellidó Cansancio, que a la letra
dice:
Anclado esta mi
barco. . . Con que pujante vuelo
Rompiendo fue las
olas del vasto mar jocundo. . .
Mas ya reposa
inmóvil tras el viaje infecundo
En éste golfo
henchido de témpanos de hielo.
¡Qué juventud
inútil! Qué estéril ese anhelo
De descubrirlo
todo; y ese deseo profundo
De beberme de un
sorbo los raudales del mundo
Y salvar en un
salto las escalas del cielo. . .
¡Ah! ¡Qué
cansancio inmenso! Ni el amor, ni la gloria,
Ni el “Vellocino
de oro” ni el lauro de victoria
Me incitan en su
loco frenético turbión. . .
Mi mano a veces,
alzo para luchar. . . Y cede. . .
Ya en luchas y en
amores, mi mano solo puede
Cerrarse en la
caricia y abrirse en el perdón. . .
Sopetrán, 11 de
octubre del 2015.
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