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miércoles, 7 de septiembre de 2016

Nuestra ceiba revive

Ahora nuestra ceiba de la plaza revive
Darío Sevillano Álvarez

Por fin entendieron que a nuestra ceiba de la plaza la estaba matando una angustia hídrica raizal.

Sinceras felicitaciones a los que creyeron en nuestras súplicas.


Se alegran las gentes, el ambiente de nuestra plaza es totalmente diferente y podemos garantizar que nuestro árbol emblema seguirá en pie por muchos años.

En un sencillo informe voy a explicar cuál era esa angustia hídrica de nuestro árbol emblemático, que termorregula el calor y suaviza las angustias de nuestro clima tropical.


Apenas comenzaron a ayudarles con el agua a través de unos huecos que hicieron en el piso de la plaza, empezó a reverdecer.

Cuando publicamos los artículos que tenían que ver con los problemas de la ceiba, hablamos de fenología, es decir, de las distintas fases que el árbol ejecuta a lo largo de un año; en ese informe dijimos que este es un árbol caducifolio, es decir, que pierde sus hojas cuando empieza la época más seca del año y que pasados unos días, el árbol florece, luego nos regala sus semillas que son del tipo voladoras, porque están equipadas, de una lana que les permite desplazarse a cualquier lugar con la ayuda del viento y por último aparecen los brotes de las nuevas hojas.


Observen que una parte muy grande del árbol, estaba casi muerto, pero el precioso líquido hizo el milagro de hacerlo brotar.

Pero para ejecutar estas fases, el árbol necesita de una cantidad suficiente de agua, sin la cual retrasa su labor y si la descuidamos, puede llegar a perder gran parte de su frondosa copa.

No quiere decir que todo el año hay que aplicar grandes cantidades de agua en los orificios, porque cuando ella, tiene sus hojas, puede asimilar la lluvia y el rocío a través de ellas; pero cuando bota las hojas, se queda sin esa protección y hay que aplicarle bastante agua, para que el árbol sea capaz de florecer, regalarnos sus semillas y brotar los pezones en donde vienen las nuevas hojas.

Sigo pensando en que para esa época, en que el árbol está totalmente desnudo, se deben aplicar, por lo menos cinco toneladas de agua en cada riega que se hace.

Claro está, que no tienen que ser riegos diarios.

La razón que me acompaña, para hacer esta afirmación, es el hecho de que estos árboles, en especial, cuando están totalmente desnudos, acumulan agua en sus tallos, para resistir todo el año, la falta del precioso líquido; esa acumulación de agua en los tallos, es la que abulta el tronco principal y que le da a las ceibas el nombre de bongas, porque parecen una barriga.

Todavía no sabemos si esta parte del árbol vaya a florecer, que es un verdadero espectáculo en la naturaleza, porque ellas a veces dejan de florecer dos o tres años, dependiendo del buen clima que haya reinado en la región en donde viven.


En caso de no florecer, tampoco dará semillas, porque ellas son una consecuencia lógica de las flores en las ciencias botánicas.

Así son los orificios que abrieron para alimentarla.

Si ustedes recuerdan el último informe que dimos acerca de los hoyos que había que hacer para alimentar la ceiba, dijimos que se debían abrir entre siete y diez metros de distancia del tallo, porque las raíces de cualquier árbol, se extienden por el suelo a una distancia un poco más amplia que el follaje, para poder tenerlo y resistir la acción de los vientos.

No sabe uno cómo los constructores de ese famoso parque, no tenían las más mínimas nociones de ciencias bilógicas y se atrevieron a cubrir las raíces del árbol con tres capas consecutivas de concreto, que de ninguna manera dejan pasar el agua de las lluvias.

La razón principal del colapso de nuestro árbol fue el hecho muy significativo de que en el momento en que botó las hojas, se quedó sin el precioso líquido, por espacio de ocho o diez meses.

Tampoco se imagina uno, cómo personas que se ven cultas y hasta han pasado por las universidades dicen que si la ceiba está rebrotando no se debe al agua que le están suministrando, sino que ella, para esta época, lo iba a hacer sin la ayuda del agua.


Alégrense, por la hermosa resurrección de nuestro árbol de ceiba, que seguirá acompañándonos por mucho tiempo.


Sopetrán, 5 de septiembre del 2016.

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