Nuestro organismo es una caja de sorpresas, muchas de
ellas son mecanismos de defensa, que utilizamos inconscientemente
Darío Sevillano Álvarez
El cuerpo humano, es una máquina perfecta, que ha creado
muchos mecanismos importantes de defensa, para solucionar una cantidad de problemas
que podrían llegar a perjudicarnos.
El ejemplo más común y simpático es el estornudo, que es
diseñado por el aparato respiratorio para expulsar algo que no conviene que
llegue al organismo.
Cuando comemos muy rápido, podemos molestar el nervio vago
o neumogástrico, que antiguamente se escribía pneumogastrico, y como este
nervio tiene que ver con las amígdalas, la nariz, la garganta, la laringe, el
oído y el estómago, el organismo produce un mecanismo de defensa, para aliviar
estas dolencias, que conocemos con el nombre de hipo.
Algunas veces, cuando nos acostamos muy cansados, se nos
presenta una mioclonía o espasmo fuerte.
Esta es una manifestación de nuestro organismo, para
sacarnos del estado de cansancio; este fenómeno es una sacudida que nos hace el
organismo, para normalizar las funciones vitales, como la respiración.
Cuando se presentan ciertos problemas que se deben
resolver rápidamente, el organismo crea un mecanismo de urgencia que resuelve
el problema inmediatamente.
A esta circunstancia la llamamos una superfuerza.
Recuerdo que estábamos en una finca en donde había un
toro muy bravo y para llegar a ver el toro debíamos pasar un alambrado de cinco
cuerdas; una señora muy gorda y de bastante edad, iba con nosotros y casi no la
pasamos por las cuerdas del alambrado; cuando llegamos muy cerca del toro, el
animal la emprendió contra nosotros y todos a una salimos despavoridos. Cuando
llegamos a un punto seguro, todos decíamos:
—¿Quien ayudó a la señora?
—Yo pase sola —respondió ella con toda tranquilidad.
A propósito de recalentamiento, recordemos que el escroto
de los animales machos, incluyendo el hombre, es un saco que tiene la función
de estirarse y encogerse, con el único fin de proteger los espermatozoides,
para que siempre se mantengan a una temperatura estable.
Algunas personas, cuando viajan, la velocidad de los
vehículos, les producen un desfase de las imágenes, que los ojos captan y esto
les causa mareo, náuseas y borrachera, porque el cerebro no es capaz de saber si
estamos quietos o estamos en movimiento.
Para evitarlo es indispensable entretener el cerebro en
otras actividades, con el fin de que no se produzca el mareo.
Este fenómeno se llama técnicamente el suceso pilomotor.
El fenómeno es producido por una intensa ola de frio o
por una gran emoción.
Cada uno de los vellos del cuerpo, tiene un nervio
pilomotor.
En medicina también se la conoce como cutis anserina.
Recordemos que parpadear es el verbo que recoge la acción
involuntaria de los los párpados cuando se cierran y se abren.
Es importante decir que el único que parpadea es el
párpado inferior, porque el superior, nunca se mueve.
Esta acción es utilizada por el organismo, para limpiar y
lubricar los ojos, que son de una consistencia acuosa.
También la podemos llamar «pestañear».
Nuestro cerebro, es una verdadera caja de Pandora, y
parece que sabe algunas nociones de psicología natural; porque cuando un suceso
es muy nocivo para la estabilidad del organismo, el cerebro no lo fija bien en
el disco duro y a veces hasta se nos olvida por completo.
Hay un mecanismo de defensa que utiliza nuestro
organismo, cuando estamos molestando el sistema circulatorio y ese mecanismo se
llama «hormigueo» o «pequeños calambres».
Con estas hormiguitas, el organismo está avisando que hay
que cambiar de posición, para que la circulación se normalice.
Cuando se presenta un desastre una emoción o algo que nos acongoja mucho, el cerebro obliga a las glándulas suprarrenales, para que produzcan una descarga de adrenalina y esto puede producir dolor de estómago y hasta una pequeña diarrea.
El organismo ha creado una señal de alerta, para avisar
que estamos cansados, que hay mucho estrés, que hemos consumido mucha cafeína o
mucho alcohol y también se produce este fenómeno cuando hay deshidratación.
El fenómeno es un temblor en los ojos.
El sentido del olfato nuestro parece tener memoria,
porque cuando sentimos algunos olores, recordamos inmediatamente
acontecimientos del pasado.
Tengamos en cuenta esta anotación: Cuando miramos a
alguien y la pupila de nuestros ojos se dilata, es casi siempre un anuncio de
que tenemos gran aprecio por esa persona.
Cuando estamos viendo un programa de televisión, con bajo
volumen, el cerebro se relaja y nos lleva lenta pero seguramente a un reposo
muy conciliador.
Hay un mecanismo especial que se genera en los vasos
sanguíneos de los ojos, cuando el organismo está a punto de tener una
hipotermia: Esos vasos se estrechan, para ahorrar energía.
Es de mucha importancia saber que nuestros huesos, son
hechos de un material tan fino, que pueden resistir el peso de tres toneladas.
Cuando sentimos cosquillas, es porque estamos en una
situación de miedo o de pánico; también se pueden sentir cuando nos tocan
ciertas partes del cuerpo, como la cintura o los laterales de las costillas.
Cuando bostezamos se está poniendo en marcha un mecanismo
del nuestro cuerpo, para indicar que tenemos mucho sueño o que estamos muy
cansados.
Dicen algunos expertos que es un modo de refrescar el
cerebro y disminuir las tensiones, que nos acompañan.
A veces se presenta un fenómeno muy común: Cuando las
personas mayores empiezan a rezar las oraciones de la noche, casi siempre a los
niños, les produce bostezadera; tal vez quiera decir que, a ellos, poco les
interesa rezar.
Aunque no estemos cansados, si vemos a alguien bostezar,
nosotros lo hacemos también. Una reacción muy común que todos hemos
experimentado. Pero ¿por qué sucede esto? La clave se encuentra en
la activación de una región muy concreta del cerebro, según una
investigación de la Universidad de Nottingham.
El estudio sugiere que la propensión al contagio del
bostezo involuntario se origina en la corteza motora primaria del cerebro, área
responsable de la ejecución del movimiento a través de los impulsos neuronales.
Los resultados arrojan luz sobre la base neural de este eco fenómeno (repetición
automática de las palabras o acciones de otros), desconocida hasta ahora.
Cuando pasamos mucho tiempo entre el agua, los dedos
toman una forma, que es común en esta circunstancia: Se ponen arrugados; dicen
los sabios que esto se debe a que el cuerpo presenta esas arrugas, para que, si
nos vamos a sostener de una superficie lisa, podamos aferrarnos muy bien.
Estas son curiosidades de los zurdos o siniestros y los
derechos o diestros.
Los zurdos suelen tener más fuerza que los diestros
debido al uso de los hemisferios de nuestro cerebro, según los estudios. Para
los primeros es más fácil abrir un frasco y para los diestros es más fácil
cerrarlo.
Es muy importante aclarar que esta circunstancia, no es
un defecto del cuerpo, sino una manera de trabajar los distintos lóbulos del
cerebro.
Pero los dos bandos, son igualmente inteligentes y
capaces de desenvolverse en cualquier trabajo.
Cuando nos desperezamos o hacemos estiramientos, sobre
todo en las horas de la mañana, nos estamos preparando para empezar la jornada
de trabajo, porque con estas dos acciones, estamos poniendo nuestros músculos a
tono.
En nuestro cerebro existen dos fases de la memoria: La de
corta duración y la de larga duración; para que la memoria de corta duración
sea llevada a la de larga duración, es indispensable renunciar a tomar
alcoholes y fumar
.
.
Recordemos que un alto porcentaje de la apendicitis o
inflamaciones de ese órgano, son causadas, por las frutas del tomate.
Vale la pena, cuidar nuestro apéndice.
Pobres de los que hemos perdido el oído derecho, como yo,
porque nos cuesta mucha dificultad, conversar con los demás.
Esta última información, tiene que ver con nuestra estatura
y es muy curiosa:
También es cierto que cuando nos despertamos somos unos
centímetros más altos que cuando nos acostamos. Eso ocurre porque las vértebras
de la columna se separan por discos cartilaginosos que por la mañana están más
alineados que por la noche.
Sopetrán, 7 de enero del 2018
1 comentario:
Genial, Darío. Me ha encantado leer este magnífico artículo. Un abrazo.
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