Arquitectura sopetranera
Fascículo 1
Fascículo 1
Darío Sevillano Álvarez
Templo Parroquial
de Nuestra Señora de La Asunción de Sopetrán, diseñado por don Juan Buesso de
Valdés y empezado a construir en el año de 1674.
Introducción
El documento que nos
presenta Don Darío Sevillano nos llevara en un viaje a través del tiempo
de la arquitectura sopetranera en
relación con el paisaje y con lo urbano. Será la solución para conservar
nuestra cultura y nuestra calidad de vida, que mirada dentro de un contexto
ecológico, se convertirá en un reto para nuestra generación la preservación de
ella, teniendo en cuenta que nuestros políticos y nuestros dirigentes están
caracterizados por contar con una cultura industrial y una falta de
conocimientos de nuestras raíces, por consiguiente, una carencia de criterios
para no destruir este conjunto de obras arquitectónicas que reflejan nuestro
pasado y presente de nuestro pueblo.
En su afán por
mejorarlo, los sacerdotes han hecho unas revolturas de órdenes
arquitectónicos, como este rosetón de arte gótico, que remplazó a la vieja claraboya
de arte romano simple o toscano.
Para lograr entender un poco
este concepto debemos remontarnos a analizar cómo nuestra cultura cambio desde
principios del siglo pasado. La revolución industrial, la Era del Acero, la
sistematización, la industrialización, cambiaron nuestra vida para siempre, por
lo cual la ciudad no es el inevitable resultado de las actividades
constructoras de una sociedad. Una ciudad puede ser construida y luego
prosperar solo si representa la meta colectiva de los individuos, de la
sociedad y de las instituciones. Una ciudad no es un accidente, pero sí el
resultado de visiones y de objetivos coherentes. Es una invención del espíritu
humano. Sin esta idea guiadora no habría civilización urbana.
La era industrial trajo
consigo la zonificación funcional, popularizada por la carta de Atenas de 1931,
fue una técnica para el desarrollo industrial, en contravía de sus pretensiones
universales. Es el instrumento para la expansión industrial, tan efectivo como
rudimentario. Ella inevitablemente conduce a la ruptura de asentamientos
polifuncionales integrados (ciudades, parroquias, pueblos dormitorio, centro
comerciales, zona industriales, centros de negocios, etc.), como en nuestro
caso vemos unos buenos ejemplos en ciudades como Medellín, Bogotá, Cali, entre
otras, y también, con timidez, pero
siendo ya una realidad, en Santa Fe de Antioquia y en San Jerónimo.
La zonificación en vez de
estimular la integración orgánica de las funciones urbanas, impone su
segregación mecánica. Aunque los controles de ruido y polución permiten la
integración o proximidad de la mayoría de los lugares de trabajo, con otros
usos, la zonificación perpetua y la separación de funciones siendo innecesarias
y anacrónicas ya que es antiurbano y antiecológico.
Estatua colosal
de San Roque, incrustada en la torre derecha del templo, antiguo patrono de
Córdoba, en donde nació Sopetrán en 1616.
El objeto fundamental de la
zonificación es organizar cada parte del territorio de tal forma que el
ciudadano pueda realizar sólo una función en un solo lugar a la vez. El segundo
objetivo de la zonificación es la movilización diaria de toda la sociedad
(adultos, ancianos, jóvenes, niños, bebés, enfermos y saludables, pobres y
ricos, empleados y desempleados) para acometer las simples tareas diarias. La
zonificación ha hecho extremadamente compleja y derrochadora la vida moderna,
en términos de tiempo y de transporte. La consecuencia más notable de la
zonificación funcional garantizar el máximo consumo de unidades de tiempo, energía,
equipamiento y tierra para la ejecución de las funciones diarias de toda
sociedad.
Estatua colosal
de San Nicolás de Bari, incrustada en la torre izquierda, otra de las
parroquias que integraban el viejo Sopetrán.
La circulación de la gente, los
bienes y la información representan la principal actividad de metabolismo
industrial del hombre con la naturaleza.
Calles, carreteras, canales,
corredores aéreos, tubería y cableado constituyen el sistema arterial de esta
sociedad atomizada. El carro, el metro, el avión, las computadoras, el
teléfono, la internet y la televisión son sus principales instrumentos, las
extensiones necesarias del cuerpo humano y de la mente.
Columna recién remodelada, ellas fueron en un principio toscanas, pero en las remodelaciones han sufridos varias transformaciones, como ponerles hojas de acanto que pertenecen al romano compuesto, una pintura imitación mármol que no pertenece a este templo y un mosaico imitación ladrillo que pertenece al arte moderno.
La zonificación funcional
reemplaza el orden orgánico de la sociedad con el desorden mecánico de los
suburbios y la ausencia de verdaderos centros y centralidades.
La fragmentación de una
sociedad genera instantáneamente la destrucción del campo, de los bosques, de
la naturaleza y de los recursos naturales y humanos en simples estadísticas
expresadas en índices y densidades.
La lógica industrial parece
estar en conflicto con la lógica social y con la ecológica, la lógica ética con
la estética. Transforma a cada ciudadano en un potencial e involuntario agente
de desperdicio de energía-
El metabolismo entre los
barrios y del el centro están condenados desde el principio a una fatal
corrosión. Esta fatalidad debe ser reversada si hemos de evitar promover nuevas
formas de barbarismo. La movilidad obligatoria de las masas suburbanas representa
una amenaza a la ciudad y al campo. Este síndrome moderno puede ser controlado
únicamente a través del desarrollo de un centro urbano dentro de los suburbios.
La economía urbana no crecerá por expansión hacia el campo adyacente o hacia un
sobredesarrollo de los centros históricos, pero más bien a través de un
redesarrollo y crecimiento internos de los suburbios.
Las labores de desarrollo en
los centros históricos deberían ser redefinidas según las siguientes metas:
definir sus parámetros y completar las aéreas de construcción, tipos de calle y
plazas públicas, técnicas de construcción y de arquitectura en armonía con los
patrones existentes, ajustar lotes de distintas proporciones y usos a las
capacidades estructurales del municipio o barrio existente, introducir todas
las funciones urbanas a distancia peatonal una de otra.
Todo el mantenimiento,
conservación, restauración y reconstrucción debería usar técnicas de
construcción tradicionales.
Vemos entonces cómo la
economía modela nuestro ambiente, en efecto, podría ser que la mayoría de
edificios construidos en el futuro por una economía de mercado fuera una
sucesión de intereses particulares y no comunes de toda una población, por ello
el desarrollo industrial que realizan nuestros actuales legisladores,
arquitectos y proyectistas están sirviendo al interés privado.
Si los mecanismos del
mercado libre y el centralismo estatal han demostrado incapacidad de crear un
verdadero dominio público uno tiene que concluir que las autoridades públicas
pueden ser las adecuadas para contratar planes maestros con profesionales
independientes.
En la fotografía
se aprecian algunas de las revolturas de orden arquitectónico como: Las hojas
de acanto, tanto en los capiteles, como en los arcos y la moldura ornamental:
Torcidos, que acompaña a la faja del arquitrabe
Es muy frecuentemente
olvidado en nuestros países que las ciudades y el campo no son transformadas
por actividades caóticas, incontroladas, pero más bien por decisiones políticas
y legislativas que determinan densidades residenciales, zonificación, uso del
suelo, índices de ocupación y alturas, como también la forma, apariencia y
finalmente el significado de edificio o construcción. La estructura y
apariencia de las ciudades y del campo como cualquier organismo vivo, natural
debe de tener límites definidos, debe de tener un tamaño máximo y uno mínimo en
términos de área y de volumen, el perfil de una ciudad y el número de
habitantes y las actividades que pueda contener y ser desarrolladas.
Exactamente como un
individuo que ha alcanzado la madurez, una ciudad «madura» no puede seguir
agrandándose sin perder la calidad de
vida. Tal como una familia, una ciudad puede crecer siendo esta policéntrica y
polinuclear.
La unidad de construcción
básica de la ciudad policéntrica es el barrio autónomo, una verdadera ciudad
dentro de la ciudad.
En la
administración del padre Gerardo Martínez Madrigal, que luego fue ordenado obispo
y ejerció en la diócesis de Garzón, fueron importados dos ángeles de mármol de
carrara, para portar los dispensadores del agua bendita, que sirve como
sacramental a los fieles.
La arquitectura tradicional
no es algo que pueda ser adquirido de una vez y por todas, no se compra en un
almacén. Es transmitida de individuo a individuo y su calidad crece con cada
generación. Puede desintegrarse de repente después de alcanzar grandes logros.
Una ciudad como un organismo vivo, se encuentra a sí mismo en un permanente
proceso de reconstrucción.
La arquitectura tradicional
se conserva como un lenguaje vivo, como lo veremos en este documento que nos
lleva en un viaje a través del tiempo donde por varias generaciones fueron
construyendo un pueblo llamado Sopetrán, que relata y nos muestra de manera
práctica su arquitectura, sus espacios públicos, sus calles que durante siglos
se han construidos en un valor arquitectónico y un legado para nuestros
descendientes, en este documento podremos aprender su gramática y usar su
vocabulario.
Todos los edificios, grandes
o pequeños, públicos o privados, tienen una cara pública, una fachada, ellos
por lo tanto, sin excepción, tienen un efecto positivo o negativo, en la
calidad de vida, enriqueciendo o empobreciendo en una forma duradera y radical
nuestro hábitat. La arquitectura de la ciudad y su espacio público es un tema
de interés común en la misma proporción a las leyes y el idioma; ella es la
base la civilidad y la civilización. Sin una aceptación común no podría haber
constitución ni mantenimiento de una vida civilizada normal. Ella no puede ser
impuesta. Y aun «el hogar» sobrevive en todos nosotros como el refugio más
profundo. La noción de hogar aun tiene significado fundamental para cada uno de
nosotros porque venimos de alguna parte y todos sentimos la necesidad de
pertenecer. Si este deseo no es satisfecho se convierte en dolor. Nuestro ideal
de ciudad hermosa, de una casa hermosa, no es utópico; como tampoco es la
fantasía. Lo esencial en este arte no es tanto la belleza de las ideas sino la
belleza de los resultados, de lo que el ojo puede ver desde el detalle a la
totalidad, sin preparación o explicación alguna. Ante el panorama de una ciudad
bella, frecuentemente somos golpeados por la esplendida coherencia del todo, la
forma, la intención, los materiales y los colores. Por otro lado, nada puede ser
más aburrido que la fealdad, no existe defensa contra sus fuertes efectos
corrosivos. Una bella construcción por sí misma es incapaz de mejorar un
miserable asentamiento, pero una fea y única construcción, puede matar el
espíritu de una ciudad orgullosa. La belleza de un conjunto, de una ciudad o de
un paisaje representa un estado de equilibrio extremadamente vulnerable o
frágil. Al crear o transformar ciudades nos creamos a nosotros mismos. Nuestros
más queridos recuerdos generan el veneno del remordimiento, de perdida
irrecuperable e incluso de odio por los que más apreciamos. Una bella ciudad
como Sopetrán, una bella casa sopetranera, son nuestro hogar para todos, un
hogar universal. Pero si perdemos este objetivo construiremos nuestro propio
exilio aquí en la tierra. Para evitar este exilio debemos de conocer y amar lo
que por tanto tiempo nuestros antepasados nos han dejado como legado y que
magistralmente don Darío Sevillano ha recogido y recopilado para que este
lenguaje vivo de una ciudad bella de la que muy pocos conocen su gramática y su
lenguaje, pueda valorar y transmitir de generación en generación antes de que
la modernidad destruya nuestro hogar, y
sin que nos demos cuenta estemos cavando nuestra propia destrucción.
Jorge Jhon Vieira Hoyos
En cada una de
las ventanas del templo, hay un vitral que representa uno de los sacramentos;
este es el del matrimonio.
Comentarios al tratado de Arquitectura sopetranerade don
Darío sevillano Álvarez.
He tenido el deleite de admirar
con ojos y mente la calidez y la cientificidad del trabajo realizado por don Darío Sevillano sobre la Arquitectura
sopetranera, que mediante una formidable redacción, no exenta de su crítica implacable como es su estilo, e
ilustrada con una colección de fotografías policromas, diseños, mapas y
bocetos, me presentó como un regalo de Navidad el 22 de
diciembre de 2009.
Este valioso «aguinaldo» nos
presenta las construcciones de Sopetrán,
desde
los bohíos en donde habitaban los indios, antes de la llegada de los españoles, cuando nuestro pueblo era conocido
como Las Guamas, hasta nuestros días. Las construcciones que conformaron
la historia arquitectónica de nuestro
pueblo, sólo existen en el papel, ya sea en los escritos o en las fotografías
de la época, razón por la cual, el trabajo de don Darío constituye en una joya de la memoria cultura! de Sopetrán.
En un ingente esfuerzo del
autor, van apareciendo las maravillas arquitectónicas sopetraneras, que a fuerza de verlas
todos los días, pasan inadvertidas a los ojos
del pueblo, pero que son captadas por la lente
escrutadora de don Darío, para hacerlas visibles a los ojos de propios y visitantes. Allí desfilan las construcciones
antiguas y modernas con detalles exteriores e interiores,
corredores, salas, comedores,
zaguanes, puertas, ventanas, postigos, aceras y antejardines,
Capítulo
aparte merece el Patrimonio Arquitectónico Religioso, en el cual describe el majestuoso templo parroquia!, La
Iglesia de la Asunción y las Capillas
antigua y moderna de Córdoba, la de Horizontes, del Sagrado
Corazón de Jesús, de San Rafael y de San Nicolás.
Se ocupa luego de las
edificaciones modernas, públicas y
privadas, y de la remodelación de la plaza, indicando los
aciertos y los desaciertos en que incurrieron los gestores de las
construcciones y reformas.
Este genuino y
formidable trabajo es único en su
conformación y en su contenido, y sólo se le ocurrió a la
mente inquieta del maestro Darío Sevillano
Álvarez.
Cordial felicitación.
Gerardo Zapata
García
Talla de madera
en el altar del Señor Caído.
Prólogo del autor
A pesar de que
nuestro pueblo, goza de una buena arquitectura, basada en muchas etnias
importantes de la tierra, nadie se ha atrevido a trabajar este tema, no sabemos
si por falta de gusto; falta de tiempo; o pereza para manejar sus contenidos.
En el año de 1989,
me decidí a hacer un estudio cuidadoso del tema y encontré, cosas maravillosas,
relacionadas con nuestra civilización, porque la arquitectura es una
consecuencia lógica de etnias, que han habitado nuestras tierras.
Debemos recordar
que la gente sopetranera no es una raza cualquiera, porque tiene raíces en
dieciocho civilizaciones importantes de la Tierra, tales como los romanos, los griegos,
los asirios, los caldeos, los iberos, los celtas, los celtiberos, los godos, los
visigodos, los cartagineses, los nilóticos, los siberianos, los bantúes, los pigmeos,
los bosquimanos, los polinesios y los melanesios.
Fue tanta la
alegría que sentí, que sin ahorrar esfuerzos, ni viajes, ni tropiezos, me
decidí a buscar el material adecuado y la preparación necesaria, para manejar
el tema, porque es una materia, que tiene muchos contenidos, que un
principiante no conoce.
Cuando tuve todo
lo que creía iba a ser un buen trabajo, me dirigí al doctor Gabriel Jaime
Arango, que para la época, era el jefe de Extensión Cultural del Departamento
de Antioquia y le conté mi propósito, a lo cual él replicó: Voy a conseguir dos
personas que sepan de arquitectura para que te orienten.
Los resultados
fueron desastrosos, porque las dos arquitectas, se llevaron mis memorias y mis
fotografías y luego editaron un borrador de libro, que nunca se imprimió y
adoptaron la obra como concebida por ellas; la única participación mía, era
haberlas acompañado a buscar los materiales.
El borrador
permaneció guardado en un armario de mi casa, hasta el día 10 de Septiembre del
2009, cuando me resolví a escribir lo que tengo en mente acerca de la
arquitectura Sopetranera.
Pero vaya
sorpresa, encontré que el material estaba desactualizado y viejo y me di a la
tarea, de buscar las cosas nuevas que
pudieran relacionarse con mi cometido.
Gracias a este
tropiezo, que el destino me jugaba, tenía resuelto el mayor problema: Había
guardado las fotografías del Sopetrán de ayer y estaba reclutando las del
Sopetrán de hoy; que es la mejor forma, para demostrar el mal trato que nuestra
arquitectura ha recibido.
La obra es un
relato agradable, sencillo y con las explicaciones correspondientes, del
recorrido que realicé, por nuestras calles, carreras, corregimientos y
edificios, en el cual, recogí todos los elementos necesarios, de esta
disciplina y estoy seguro de que todos ustedes, van a disfrutar las bellezas
arquitectónicas, los gráficos y de los perfiles que incluyo y van a aprender a
cuidar lo que tenemos, para que nuestros hijos y la posteridad, tengan la
oportunidad de conocer el legado de la multietnia sopetranera.
Sopetrán, Septiembre 30 del 2009.
Darío Sevillano Álvarez.
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Arquitectura sopetranera
Arquitectura sopetranera
Darío Sevillano Álvarez
Introduccióm
El Sopetrán de
Colombia, rinconcito del departamento de Antioquia, en donde la naturaleza se
regaló, con todas sus bondades, es uno de esos lugares amañadores de la Tierra,
en donde se encuentra desde una fruta tropical hasta una mujer hermosa.
Otra talla del
mismo altar.
Una de las
grandes características de nuestro pueblo, es el hecho histórico, muy
importante: Los descubridores y los conquistadores de las tierras de América,
buscaban sus campos para vivir cómodamente en ellos, por muchas razones, tales
como tierras de clima cálido seco; suelos muy hábiles para la agricultura, por
el hecho de ser bañados por los limos de las grandes quebradas y ríos; la
abundancia de bosque secos tropicales que propiciaban una cacería abundante; la
fruticultura silvestre, fácil de manejar; los grandes caudales que atravesaban
su topografía, llenos de especies acuáticas, que mantenían estable la pesca y
las minas de sal de Córdoba, que eran las protagonistas número uno, dada la
razón de que la sal servía para los ganados que acababan de importar y era el
elemento indispensable para dar gusto a los alimentos y mantenerlos en buen
estado.
Estas
circunstancias, fueron propiciando migraciones continuas de muchas partes del
viejo mundo y como cada familia venía de civilizaciones distintas, esos matices
culturales, fueron los generadores de nuestra arquitectura, honra y orgullo,
del terruño, que en la actualidad luce espléndido y mudo ante las nuevas
generaciones.
Vamos a hacer un
recorrido por muchos lugares de nuestro pueblo, para que disfruten de esos rasgos
arquitectónicos, casi exclusivos de nuestra etnia, que proclaman la grandeza de
quienes nos antecedieron.
Nuestras tapias
de tierra pisada;
nuestros grandes caserones de arte republicano;
los recintos privados que protegen;
y los hermosos jardines que los acompañan
no han permitido que caigamos en el olvidoy día a día, rejuvenecen la vida de esos mudos testigos
de un pasado mejor.
nuestros grandes caserones de arte republicano;
los recintos privados que protegen;
y los hermosos jardines que los acompañan
no han permitido que caigamos en el olvidoy día a día, rejuvenecen la vida de esos mudos testigos
de un pasado mejor.
Antigua
casa situada en el cruce de la calle Luciano Carvalho con carrera Córdoba
Un poco de historia
Sopetrán,
un municipio privilegiado de Antioquia, por sus características geográficas,
culturales, religiosas y por sus recursos naturales ha sido cuna de ilustres
culturas desde los tiempos prehistóricos.
Si recordamos las épocas precolombinas, estuvo habitado por los indios
guacas o guamas, que vivían de la agricultura, la caza, la pesca y la
compactación de la sal. Si ponemos los ojos en la Conquista y en la Colonia
observamos con mucho agrado que fue poblado por grandes grupos de familias
europeas, cada una de las cuales traía su propia cultura. Si miramos el
presente, somos un pueblo pujante que cuenta con una economía cimentada en la
agricultura y la producción de pulpa de frutas; la ganadería, que ocupa grandes
extensiones de nuestro terruño; la industria textil, que emplea muchas personas
cabezas de familia; el turismo, que se perfila como el elemento dinamizador de
la época; el poder mágico de la construcción y las pequeñas industrias.
Sopetrán, 3 de enero del 2012.
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