El primer año de vida
Darío Sevillano Álvarez
Darío Sevillano Álvarez
Segunda parte
Recordemos que no se puede cohibir al niño
de la acción de chupar todas las cosas, porque ese es el medio de trasporte que
él tiene, para llevar la
información al disco duro del cerebro, con el fin de
que en próximas veces, sea capaz de reconocer esos objetos, porque ya los tiene
codificados en su computadora.
Hay una condición indispensable, para que
la personalidad y la inteligencia del infante se desarrollen en forma normal: Que
el niño tenga una buena alimentación.
El niño debe conocer todo lo que lo rodea: flores,
olores, cosas, colores, árboles, animales, personas y muchas otras más. Esto
permite que el niño ejercite sus cinco sentidos: ver, oír, oler, gustar y
palpar, aunque yo sostengo que son seis los sentidos que tenemos, porque el
pene y la vulva son los órganos de un sentido muy importante, para los humanos
y que me atreví a llamar el sentido de la comunicación íntima, que tantas
amarguras causa, a quienes no conocen a fondo las ciencias biológicas.
Si al niño no le damos estas oportunidades,
le va a costar mucha dificultad comunicarse con los demás y, posiblemente, va a
tener problemas, para hablar, escribir y razonar.
Estas observaciones del niño son las que le
permiten el desarrollo normal de su inteligencia, que deberá estar lista y bien
organizada, alrededor de los quince años de vida.
Aunque la inteligencia se trasmite
genéticamente, podemos pulir y hacer desarrollar muy bien la del niño en su
primer año de vida, si le damos la oportunidad de analizar todo lo que ocurre a
su alrededor y lo dejamos para que, con sus sentidos y con su manera de
aprender, vaya mejorando la suya.
No impidamos ninguna acción que pueda mejorar
este conocimiento.
Uno de los grandes
fracasos de la humanidad radica en que los niños no hayan recibido una
formación adecuada de su inteligencia. Esta formación les corresponde a los
padres o a sus tutores, en defecto de estos; cuando esta formación falla, las inteligencias se atrofian y de ahí salen los grandes monstruos que ha manejado el género humano.
Es bueno que tengamos en cuenta que cuando
el niño nace, no le interesan ni las personas ni los animales, ni las cosas, ni
los juguetes. Estos cachivaches, como se les pudiera llamar, no le interesan,
no le gustan ni los quiere y solo aprende a interesarse por ellos, cuando los
ha manipulado y se los ha metido a la boca.
En el primer año de vida, el niño, no
piensa, no entiende y no resuelve nada, este es el momento preciso para que la
madre le enseñe a querer y a distinguir el bien y el mal; lo que se puede hacer
y lo que no debe hacer, y el mejor ejercicio para lograrlo es permitirle que toque,
que coja, que se mueva, que lleve las cosas a la boca y las identifique, porque
esto desarrolla y despierta su inteligencia.
Esta es una de las normas más sabias para
la formación de las personalidades de sus hijos y, por esta razón, ojalá todos
la escriban en sus cerebros con rasgos indelebles.
El niño
solo comprende lo que debe hacer y lo que no puede hacer a los once meses de
vida.
Este conocimiento es uno de los que al niño
le causa más dificultad aprender.
En términos generales, la infancia es la
etapa más importante, para que la inteligencia se desenvuelva, con toda
normalidad.
Hablemos un poco de los genotipos y delos
fenotipos, palabras que, aunque parecidas, significan cosas muy diferentes: La
primera son genes que los padres trasmiten a sus hijos y que integran las
trazas del genoma humano es decir, el plano para la construcción de cada
persona, como los ojos azules, el color de la piel, la textura de las piezas
dentales, las facciones, etc. Estos genomas, son que hacen que la inteligencia
sea como la de sus padres.
Pero lo fenotipos son cosas muy sutiles,
como el hecho de que el niño duerma sobre el brazo derecho metido bajo la
almohada, como lo hace su madre; o el
niño pestañea con el ojo izquierdo, como lo hace su padre; o tiene el tic de
mover la cabeza hacia el lado derecho, como lo hace su abuela.
Hay dos palabras muy importantes, que
tenemos que saber manejar, cuando de la formación de los niños se trata, para
que no vayamos a confundir la tierra con la pomada: cariño y mimos.
Posiblemente son dos términos muy
parecidos, pero no son iguales, porque el primero es el amor con que papá y
mamá cuidan, orientan y conducen a sus hijos, y el segundo son los defectos que
se pueden presentar con el cariño que lo pueden desfigurar y lo convierten en
el peor enemigo de la formación de la personalidad de sus hijos.
Doy un ejemplo: en un hogar en donde viven
papá, mamá y los abuelos paternos, el padre llega con un queso de banco para
hacer la merienda de esa noche, pero resulta que al niño que tiene 14 meses de
nacido le da, por coger el queso, para jugar en el suelo con él y su padre
reprocha la acción, pero el abuelo que es un hombre muy complaciente, dice: «Déjalo
que lo dañe y juegue con él, que yo voy y compro otro». Este es un verdadero
caos ocasionado por los mimos del abuelo.
Es de suma
importancia saber que el niño al nacer, es un ser egocéntrico, es decir, todo
está fundamentado en él; pero esto tiene sus razones, porque el infante tiene
como norma satisfacer sus deseos y hacer lo que más le conviene.
El gran rajatablas en la formación de la
personalidad de los niños es saberlos formar, para ser malgeniados o alegres,
odiosos o cariñosos, miedosos o descomplicados. Quien creyera que esa capacidad
la tienen que manejar e imponer los padres o los tutores del niño, con las
vivencias del diario quehacer.
Demos algunos ejemplos, pero no podemos citar
todos los casos, porque esos relatos coparían un libro completo.
En una familia, las relaciones son
excelentes entre los padres, los hijos y los demás familiares. No pelean, no
gritan, no se insultan cuando conversan, no se dicen malas expresiones, etc. La
grabadora del niño estará recopilando todas esas manifestaciones, para ponerlas
en práctica, todo el resto de su vida.
Pero si el caso es al contrario, gritan, se
insultan, se tiran con lo que encuentran a su paso, nadie razona, las malas
palabras llueven; estamos formando un niño agresivo, que siempre va a tener
disturbios; en los establecimientos de educación no lo van a soportar; la
sociedad lo va a rechazar y estas amarguras, lo irán volviendo, cada vez peor,
hasta convertirlo en un desechable.
Si suponemos que en una familia siempre
están metiéndoles miedo a todos y asuntándolos a cada paso: Ojo a la Llorona;
cuidado con el Caballo tres patas; te va a salir la Madremonte; en ese lugar
sale el demonio. Esas expresiones de terror irán puliendo a un niño amargado y
miedoso, que no va a ser capaz de liberarse de sus familiares y siempre va
poner problema en donde esté.
Según el estilo de música que se interprete
delante del niño, serán los sentimientos de ternura o desfachatez de nuestro
infante.
Con estos ejemplos, espero que me hayan
entendido, cuáles son las cosas que se deben hacer delante de los niños, para
que su personalidad sea modelo de virtudes.
El color que se emplea para pintar la casa
en donde estamos formando al niño, también influye en su futura personalidad.
Voy a dar unos ejemplos para que me entiendan mejor este tema:
Si la casa en donde vive el niño, está
pintada de colores cálidos, como el rojo o el naranja, la vida futura del niño,
será muy agitada.
Si los colores son fríos, como el azul o el
verde mar, el niño tendrá una personalidad agradable.
No son buenos los colores neutros, como los
grises, los cafés o las tierras y sienas, para pintar las casas en donde viven
los niños o los ancianos, porque los atropellan la tristeza y la nostalgia.
Lo ideal, para escoger las pinturas de las
casa, son los tonos pasteles, que están tan de moda en nuestra época, como el
amarillo otoñal, el azul celeste, el verde mar, el color melón y tantos otros
que hay en los catálogos modernos de pintura.
Hablemos ahora de los cuidados del
embarazo, porque muchas personas no saben las terribles consecuencias que
generan, cuando se llevan de cualquier manera y sin ninguna orientación.
Cuando usted está embarazada y sin hacerse
una ecografía, para saber el sexo de su hijo, hace comentarios como este:
—Cuando nazca mi hijo le voy a comprar un
pantaloncito azul y unas botas de vaquero,
Si lo que está gestando es una niña,
téngalo por seguro, que va a nacer con problemas de identidad sexual.
Esto ha sido comprobado a nivel científico,
porque los espartanos, que eran un pueblo europeo muy aguerrido, mantenían a
sus parturientas en salas grades decoradas con escenas de guerras, para que sus
hijos salieran buenos guerreros.
Si una madre maneja un embarazo lleno de
angustias, tristeza y desolación, el pobre niño que va a nacer, será un
desdichado, que cuando llegue a la edad de los quince años, casi con seguridad,
estará pensando en un suicidio.
Si una madre es parrandista, callejera,
trasnochadora y alcohólica, no es raro que el niño que va a nacer, sea un
enfermizo, que estará de médico en médico y de hospital en hospital.
En los meses del embarazo, no se deben
tener angustias, sustos, alegrías, grandes emociones o cualquier circunstancia
que altere el corazón y los sentimientos, porque eso se traduce en mala salud,
para el futuro niño.
Sopetrán, 6 enero del 2013.
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