Las Fiestas de las Frutas de Sopetrán
a través del tiempo
a través del tiempo
Darío Sevillano Álvarez
Las fiestas de las frutas de nuestro pueblo, se
remontan al año de 1929, cuando celebraron el primer intento de hacer unas
fiestas folclóricas, que mostraran todos aquellos elementos representativos de
nuestra etnia, que es una configuración bien lograda de por lo menos dieciséis
civilizaciones del planeta, porque tiene elementos de iberos, celtas, celtíberos,
godos, visigodos, anglosajones, romanos, atenienses, asirios, caldeos,
nilóticos, pigmeos, bosquimanos, bantúes, melanesios y polinesios.
Las fiestas folclóricas de los pueblos, han sido muestras culturales de mucha envergadura, porque en ellas se muestra la pujanza de una etnia y la grandeza de sus costumbres sociales, su folclor, su cultura, su idiosincrasia y todos sus parámetros estructurales, por estas razones las ciencias políticas y sociales les dan toda su importancia y centran su atención en el estudio de ellas, para poder llegar a conocer cada una de las civilizaciones de la tierra.
La señora Hilda Luz Oquendo, una fiel representante de nuestro hermoso mestizaje, se muestra tal como su etnia, llega a la plaza de mercado con sus productos.
Por estas razones, las fiestas tienen que ser una secuencia lógica de los períodos históricos que se van sucediendo, para que ese continuo transcurrir vaya mostrando las fases de la historia, como dice nuestro titular: «A través del tiempo».
Otro elemento importante de nuestra raza, es el aporte de las negritudes, pues recuerden que ellos fueron traídos del África, para hacer las labores del campo, porque nuestros aborígenes no daban la medida que exigían los españoles y en nuestra genética, se jugaron un papel importante.
Cuando un pueblo concibe unas fiestas, está dispuesto a mostrar cómo ha transcurrido su batallar para llegar a la meta colectiva de su historia, como sus genios, sus pintores, sus músicos, sus bailarines, los frutos de la tierra, las costumbres de los hogares, su manera de ser, sus propias ideas y todo aquello que identifica a esa comunidad, para ser, lo que son y esto es lo que no entienden algunos líderes comunitarios que creen que importando música extranjera, trayendo a la memoria genios foráneos, haciendo cosas que no son de nuestra etnia o trayendo algunas costumbres degenerativas como el aguardiente, la cerveza, la vagabundería, los juegos de azar, los grandes tablados y todo aquello que distrae el buen sentir de los ciudadanos y los lleva a las grandes borracheras y a la degeneración, se pueden hacer las fiestas y darse el lujo de decir:
«Fiestas como estas, nunca se habían visto».
Y de pronto hasta tendrán la razón, porque algunas de
ellas han perdido el sentido de identidad con nuestras costumbres y nunca se
identifican con la hermosa virtud de la pertenencia.
¿Quién dijo que
para hacer unas fiestas bien logradas, los reyes del paseo son el aguardiente,
la cerveza y los bailes de amanecida en los lugares públicos?
Esta es una muestra de las viejas silletas que concebían los sopetraneros; bien pudiéramos llamarlas «silletas montañeras», para diferenciarlas de las que exhibe Medellín en las fiestas de las flores.
Otro de los aspectos importantes que caracterizan las
fiestas de los pueblos es el no menos importante, encuentro de los miembros de
las familias, con aquellos que se habían marchado y que regresan, llenos de
alegría para estar en compañía de los suyos; pero en nuestro caso, es un
fenómeno contrario, porque todos los sopetraneros de bien, nos vamos de la ciudad
mientras pasa el evento, porque no reúne las condiciones, de tranquilidad y
familiaridad que necesitamos, dada la razón de que el pueblito de nuestras
cuitas se llena de tahúres, vagabundos, ladrones con escopolamina abordo,
vivarachos y todo un combo de maleantes, que desespera a cualquier miembro
honesto de nuestra comunidad.
Esta es una escena de nuestro Ballet Folclórico que, en viejas épocas de gratísimos recuerdos, mereció el aplauso de propios y extraños, por espacio de ocho minutos, en el que su majestad el público se paró de sus asientos, para celebrar las grandezas de nuestros artistas.
Esta es una escena de nuestro Ballet Folclórico que, en viejas épocas de gratísimos recuerdos, mereció el aplauso de propios y extraños, por espacio de ocho minutos, en el que su majestad el público se paró de sus asientos, para celebrar las grandezas de nuestros artistas.
Ahora el Ballet no goza de la bendición del Estado y tuvo que cerrar sus puertas, no sabemos hasta cuándo.
Recordemos que los días de las fiestas folclóricas de un pueblo son el espacio en que los miembros de la comunidad actuamos como comediantes, para mostrar nuestras fortalezas; palabras más, palabras menos:
En ellas estamos actuando como se hace en un escenario,
todas aquellas bondades de nuestra etnia, con las cuales nos diferenciamos de
los demás.
Con las fiestas que celebramos en la actualidad,
estamos mostrando que somos un pueblo depravado, al que sólo le interesa beber,
vagabundear y parrandear; y a cuyos organizadores, sólo les preocupa vender.
Así decorábamos
nuestra plaza en las viejas fiestas, para que los que nos visitaban, supieran
que esta era la capital frutera de Colombia, título con el cual no pudimos,
porque nuestras producciones, están visiblemente mermadas, dada la razón, que
nuestros campesinos, llenos de necesidades, vendieron sus tierras y fueron
convertidas en villas de descanso, por los grandes señores.
Sigamos mirando otros arreglos, con los que lucía nuestra plaza:
Estos motivos campesinos, que se les ocurrían a los decoradores antiguos, eran una muestra clara de lo que ocurría en la mayoría de los hogares de nuestras humildes gentes:
El pilón para las labores con el maíz; la gallina que, tal vez, va a poner en el pilón; un coco tirado en el piso; unas ramas de iraca, como galardón decorativo; la mesa rústica, con frutos de mi tierra; la banqueta, para sentarnos a comer; etc.
Todos estos elementos, son los que nos muestran ente
los demás, como lo que somos:
Un pueblo montañero.
Un pueblo montañero.
Pero analicemos lo más importante:
En las viejas fiestas, la junta organizadora, que siempre estaba constituida por personas muy prestantes del pueblo y lo más importante, que lo querían con alma, vida y corazón. Tenía como meta buscar unos recursos económicos para beneficiar nuestras instituciones como el Orfanato, el Asilo, la Parroquia, los planteles educativos y todas aquellas empresas de orden social, parroquial o municipal, que de una u otra forma, beneficiaban a nuestras gentes.
Como esencia de unas fiestas folclóricas se tiene que
los actores de las presentaciones en público seamos nosotros mismos y no las
personas forasteras. En la actualidad, nos contentamos con mostrar artistas
foráneos; bandas show muy bonitas,
pero que no son manifestaciones folclóricas de nuestras gentes; famosas
orquestas, que nada tienen que ver con nuestros propios artistas; y lo peor,
hemos confundido la tierra, con la pomada, porque creemos que las fiestas
folclóricas, son bacanales del vicio y de la degeneración, es decir, las hemos
confundido con parranda, palabras muy parecidas, pero que no significan lo
mismo.
En las viejas fiestas, la junta organizadora, que siempre estaba constituida por personas muy prestantes del pueblo y lo más importante, que lo querían con alma, vida y corazón. Tenía como meta buscar unos recursos económicos para beneficiar nuestras instituciones como el Orfanato, el Asilo, la Parroquia, los planteles educativos y todas aquellas empresas de orden social, parroquial o municipal, que de una u otra forma, beneficiaban a nuestras gentes.
Esta es la naciente escuela de música, que la iniciamos en la época en que se abrió la Casa de la Cultura y que más tarde, gracias a mi amistad, con el maestro Luis Uribe bueno, pudimos ampliar con 13 instrumentos de viento, que luego recogió el Palacio de la Cultura de Medellín, por falta de colaboración de los gobernantes. Es bueno decir que los instrumentos que ahora se manejan, con algunas excepciones de unos que ha conseguido el Maestro Jhon Jairo, fueron conseguidos con mi colaboración en la Administración del doctor Álvaro Uribe Vélez como gobernador, cuando el señor Libardo Zapata era el gerente de la zona de Occidente cercano.
Analicemos algunos hombres ilustres
que manejaron las viejas fiestas de Sopetrán:
que manejaron las viejas fiestas de Sopetrán:
El padre Reinaldo Carvajal, que fue nuestro párroco, tomaba parte de la Junta Directiva de las Fiestas y tenía derecho a voz y voto en la configuración del programa que se iba a realizar.
Jesús Tamayo Gaviria, un hijo ilustre de nuestro
pueblo, que siempre estuvo acompañado del espíritu cívico, para patrocinar los
presupuestos de las instituciones sopetraneras.
Gerardo Sevillano Mejía, mi ilustre tío, que nació con
vocación de líder sociopolítico, que siempre estuvo pensando en su pueblo, para
sacarlo adelante.
Esta es una escena que hace parte de la coreografía de la cumbia, interpretada por nuestros muchachos.
Emilio Bedoya, que aunque no había nacido en Sopetrán,
quiso a nuestro pueblo con las fibras más profundas del alma.
Arnulfo Correa Sevillano, mi prestigioso primo,
político muy reconocido, que siempre ha tenido a Sopetrán, en su mente, para
hacer de él, un pueblo culto.
Gustavo Bustamante Morato, eminentísimo político, que
ha ocupado grandes posiciones en el departamento y en la nación y vive pensando
en Sopetrán, como su prenda más querida.
Ricardo Girón, un ilustre comerciante, que vino de
Liborina, pero que aprendió a querer el pueblito de nuestras cuitas.
Es importante decir, que los alcaldes de esas épocas,
aunque eran nombrados por el señor gobernador del departamento, aprendían a
querer los entes que manejaban y sabían tomar decisiones que los beneficiaran,
sin destrozar sus presupuestos.
Es muy importante resaltar que en las antiguas fiestas
de las frutas, participaban activamente las grandes instituciones de Sopetrán,
como los miembros de la colonia sopetranera residentes en otras ciudades del
país; la alianza de alumnos y exalumnos del colegio José María Villa; la
organización Normas de la Normal Santa Teresita, los grupos juveniles del
municipio y todo aquello que significa organización social, para poder
compaginar y aportar los elementos necesarios, para que las cosas marchen en
buenas condiciones.
Así organizábamos las casetas en donde se hacían los sancochos, pero es bueno contar que esta era una actividad muy bonita, porque ponía en competencia todas las manzanas del casco urbano y de los fondos de las fiestas se daban premios muy buenos a los mejores. Ahora no se puede hacer esta competencia, porque según los nuevos organizadores, las fiestas solo demandan gastos.
Observen a los niños sopetraneros cargando sobre sus hombros, unas silletas pequeñas, que muestran la abundancia de nuestras frutas tropicales.
Ahora miremos cómo continuó desenvolviéndose
la historia de las fiestas de las frutas:
la historia de las fiestas de las frutas:
Nuestro pueblito, en la mitad del siglo XX, empezó a
sufrir unos cambios en su agricultura, porque los viejos productos que
cultivábamos como el cacao, el café pajarito, el banano y otros, fueron
cansando a los agricultores y se introdujeron la papaya, la maracuyá, la
curucuyá, que es una maracuyá parecida a la granadilla y de sabor dulce y el
carambolo; como es lógico, cualquier cambio en las estructuras agrícolas,
genera otros tantos en la economía de los pueblos y eso influyó notablemente en
las costumbres que hasta esos tiempos manejábamos.
Así nos reuníamos en la plaza de Bolívar para celebrar nuestras grandes efemérides, sin mucho tilín pero con muchas paletas.
Por las razones antes citadas, en el año de 1961, una
junta cívica, tal vez llamada Sociedad de Mejoras Públicas, si no me falla la
memoria, organizó unas fiestas, con el fin de recoger fondos para el Hospital
que aún funcionaba en la vieja casona, (donada por Anacleto Velázquez a la
municipalidad con el compromiso de que si algún día, dejaba de ser hospital,
regresara a él o a sus familiares), para que fuera manejado por las Hermanas de
la Presentación; y para un asilo que entre el Padre Reinaldo Carvajal y Don
Bartolomé Peña, pretendían fundar, para albergar a una cantidad de ancianos sin
hogar que nuestra comunidad tenía y que iba a funcionar en la casa que había
sido de Don Alberto Mery y que compraba don Bartolomé, si el Padre Carvajal, les
garantizaría la comida para los ancianos y la dotación de la casa.
Las fiestas se realizaron, con el nombre genérico de Fiestas de las Frutas, con énfasis, en una fruta especial. la papaya, que era la fruta de moda y al finalizar la semana de festividades, la junta entregó una buena cantidad de dinero a las dos instituciones, que pudieron hacer grandes cosas, con esos aportes.
Dense cuenta de que las cosas que afirmo en los
párrafos anteriores, son realidades: La junta organizadora de las fiestas
entregó todo el dinero que produjeron los eventos, para que las dos mejores
organizaciones de tipo social de los sopetraneros, pudieran salir adelante.
Así eran las
cabalgatas ecológicas de otras épocas, sin aguardiente a bordo y tratando de
conocer la exuberancia de nuestros bosques. Recordemos que poseemos unas
riquezas naturales que se llaman bosque seco tropical, bosque montano bajo y
bosque montano alto; de los cuales, los sopetraneros no tienen ningún tipo de
información.
Pero recuerdo con mucha alegría, que en una celebración que hacía el Liceo José María Villa, como se le decía en esa época, mi primo hermano, Arnulfo Correa Sevillano invitaba, en uno de los números de su periódico El Terruño, a las grandes personalidades que estaban asistiendo a esa efemérides, para que vinieran a la celebración de las próximas fiestas de las frutas; y para bien de todos ese deseo se le cumplió, porque todos ellos estuvieron viniendo a algunas de esas celebraciones.
Recuerden que para esa época, Sopetrán tenía
representación muy activa, con sus hijos importantes en el Congreso de la República
y en los altos puestos del Departamento de Antioquia.
Esta es otra silleta montañera, de las que exhibíamos en nuestras viejas fiestas. Observan la sencillez de los motivos, que nos mostraban ante los visitantes, como un pueblo naciente.
También nuestro querido primo, se anotó el éxito de
liberar una campaña de radio, por emisoras que aquí funcionaban, como la de don
Jesús Giraldo, la de señor Rubén Flórez y la de Arnulfo Coronado y por algunas
que le colaboraban de Medellín, en el sentido de promover con los sopetraneros
que lo escuchaban, la celebración en serio de unas fiestas autóctonas, que
fueran capaces de promover nuestro municipio
y mostrar sus grandezas, ante las comunidades departamental y nacional.
Los municipios amigos de nuestro pueblo mandaban delegaciones, como se les decía en esa época a las comparsas, para que participaran en nuestro desfile de silleteros con el que concluíamos las fiestas. La llegada de estas delegaciones nos sirvió mucho como campo de entrenamiento, para aprender a hacer las que ahora hacemos.
Es bueno traer a la memoria que en algunas efemérides que celebramos en nuestro pueblo, logramos reunir hasta ocho bandas marciales de los establecimientos educativos de nuestros vecinos.
Con todo el despliegue de publicidad de mi primo, en los medios masivos de comunicación y con toda la presión que ejercieron los grandes hijos de Sopetrán, el honorable Concejo Municipal produjo el acuerdo 026, por medio del cual se creaban las fiestas autóctonas de Sopetrán, con base en lo que ocurría en muchos municipios de Antioquia, que ya tenían sus propias fiestas de acuerdo con el producto más representativo o con sus personajes más ilustres, como las de Urrao, que se denominan del Cacique Toné; este acuerdo rigió a partir del 9 de abril de 1967.
El acuerdo del que les hablo dice que las fiestas deben celebrarse entre los meses de mayo y agosto, que son los mejores tiempos de las cosechas.
Pero la esencia del acuerdo está en este párrafo:
«… el producido económico de las fiestas se destinará a favorecer instituciones de beneficencia y educativas, así como el mejoramiento de las condiciones económicas».
Este acuerdo parece haber sido olvidado
por las administraciones recientes
Nuestros concursos, se hacían con cierto grado de cultura y buena presentación; muy diferentes a algunos que he visto hacer, en la plaza pública, con presentadores de tres por diez que se encargan de torturar a los ciudadanos, como aquel presentador que le propuso a un hombre pobre de nuestra comunidad:
«Si te tragas un sapo vivo, te doy una recompensa económica».
Nuestro humilde ciudadano, se lo masticó y se lo tragó; después fueron las grandes amarguras de nuestro hombre con sus problemas de salud.
En este acuerdo tan importante, se decía que como el campesino agricultor era el genio que cultivaba las frutas, se debía proclamar como el personaje central de ellas;
En este acuerdo, también decía:
Que el 20 % del producido de las fiestas de las frutas,
se debía destinar a la celebración del Día del Campesino.
En el año de 1976, aparece un gran líder, el doctor Gustavo Bustamante Morato, y propone un gran encuentro de todos los sopetraneros, que están esparcidos por Colombia y en el mundo y a este evento le pusieron el nombre de:
Encuentro de la amistad sopetranera.
Es bueno decir, que de estos encuentros, se celebraron tres ediciones, las dos siguientes fueron en 1980 y en 1982.
En el año de 1977 se celebró una edición de las fiestas de las frutas, pero aunque fue un evento de poca monta, en ellas se institucionalizó el uso de una junta directiva, y si no tengo un lapsus, este evento fue publicado en el periódico El Colombiano.
Insisto mucho con las fotografías de nuestro Ballet Folclórico, porque era la mejor joya artístico-cultural que teníamos y las malas administraciones, lo dejaron desaparecer del plano de los posibles.
En el año de 1996, el Honorable Concejo, viendo la
desorganización que reinaba alrededor de nuestras fiestas, trató de
reivindicarlas, por medio de acuerdo número 11 de ese año.
Estas fotografías son de la época de oro de la Casa de la Cultura, bajo dos de sus buenas administraciones: Ruth Aristizabal Zapata y Fredy Bedoya.
A continuación les voy a mostrar, un poco desteñido el acuerdo municipal que reglamenta y reorganiza las nuevas Fiestas de las Frutas; es bueno decirles, que a mi juicio, creo que los gobernantes de turno desconocían su contenido. Eso me parece un desconocimiento al Honorable Concejo, que es el legislador municipal, porque la nueva Constitución, que yo sepa, no ha producido cambios en el sistema de las tres ramas del poder y sabemos, que el único que puede legislar es el Cabildo.
Cuando escaneé el documento, perdió mucha lucidez y me
veo en la necesidad de trascribirlo, para que todos disfruten de él.
Esta es una silleta moderna de la última rfición de la feria de las frutas, en ella se ven creatividad, gusto estético, excelente presentación, motivos adecuados. Este fue el único punto del programa, al que pudiéramos llamar Cultural y folclórico.
Acuerdo número 12.
Por medio del cual se institucionalizan las fiestas de
frutas en Sopetrán.
El Concejo municipal de Sopetrán, en uso de sus
atribuciones legales y en especial de las conferidas por la ley 136 de 1994 y
demás normas concordatarias,
Acuerda:
Artículo primero: Institucionalizanse las festividades de las frutas para que se realicen anualmente en este municipio en los meses de Junio y Julio, puente de San Pedro y de San Pablo.
Parágrafo: Para el año de 1996, se realizarán en los días 12, 13 y 14 de octubre, (puente festivo del día de la raza).
Artículo segundo: La organización de las precitadas fiestas de las frutas estará a cargo de una junta integrada así: El Señor Alcalde municipal, quien la preside, o su representante.
Tres representantes del comercio de Sopetrán, elegidos por los propios comerciantes.
a) Para su elección, se requiere la presencia de por lo menos treinta comerciantes.
b) Para tener derecho
a elegir, se requiere que los comerciantes,
estén inscritos en la cámara de comercio y en el municipio de Sopetrán.
estén inscritos en la cámara de comercio y en el municipio de Sopetrán.
c) Un educador, elegido por los educadores.
d) Un representante de
Asocomunal, elegido por dicha asociación.
e) Un representante
legal, del ente deportivo.
f) El comandante de la
Policía.
g) Un director
general, elegido por la junta de las fiestas de las frutas.
h) La directora de la
sociedad de mejoras públicas.
i) La directora de la
casa de la cultura Humberto Jiménez Tavera.
j) El Señor cura párroco
o su delegado.
Artículo tercero: El período de la junta, será igual al período del Alcalde Municipal.
Artículo cuarto: El comercio del municipio de Sopetrán, en compañía de la Junta, organizará y financiará las fiestas de las frutas.
Artículo quinto: La administración municipal financiará y organizará, el orden público, el tránsito municipal y el espacio público.
Artículo sexto: La junta se encargará de organizar y estimular, todo tipo de actividad tendiente a engrandecer y embellecer el municipio.
Artículo séptimo: Las utilidades serán distribuidas en la siguiente forma:
a) Un 20 % para la celebración del día del niño. (Octubre 31).
b) Un 20 % para la
sociedad de mejoras públicas. ( Se encargará
del ornato y la buena presentación del parque principal en lo referente al aseo y se comprarán canecas para depositar basuras).
del ornato y la buena presentación del parque principal en lo referente al aseo y se comprarán canecas para depositar basuras).
c) Un 20 % para el
asilo San Bartolomé. (Compra de artículos de mayor necesidad que se requieran).
d) Un 20 % para el
orfanato.
(Compra de artículos de mayor necesidad que se requieran).
(Compra de artículos de mayor necesidad que se requieran).
e) Un 20 % como premio al desfile de silleteros de frutas,
como aporte únicamente entre las veredas que participan, motivación para el campesino de Sopetrán.
Parágrafo: La junta
vigilará y entregará todos los porcentajes para estas entidades. Estas deben
rendir un informe a la junta y esta a su vez, lo rendirá al Concejo.
Artículo Octavo:
deróganse en su totalidad, todas las disposiciones vigentes que versean y sean
contrarias al presente acuerdo.
Artículo noveno: El
presente acuerdo rige a partir de su aprobación, sanción y posterior publicación.
Dado en el Concejo
municipal de Sopetrán, a los treinta y un días del mes de agosto de 1996,
después de haber sida debatidos en dos ocasiones, comisión y plenaria,
reuniones que se celebraron en días diferentes
Estas dos firmas, que son las originales del acuerdo,
fueron extraídas cuidadosamente, por medios electrónicos, para darles todo el
respaldo a las normas del acuerdo.
Con todas estas
consideraciones, nuestros visitantes podrán creer que yo me opongo a la
celebración de las fiestas, pero eso no es lo que estoy buscando, sino que se
apliquen las normas vigentes, para que el producido de nuestras fiestas mejore nuestras
instituciones; se haga justicia con nuestros campesinos y se obligue a los
señores alcaldes a cumplir con la ley, que es muy dura, pero es la ley.
Todos los
organizadores de estas fiestas saben de memoria que a los ciudadanos de
Sopetrán, las fiestas nos perjudican en vez de beneficiarnos, entonces, como
consecuencia lógica, debemos esperar, que nuestro pueblito, pueda beneficiarse,
al menos de esas utilidades.
Como consecuencia lógica de todo este periplo,
podemos concluir algunas cosas:
podemos concluir algunas cosas:
1.º) Los alcaldes de turno han mostrado ignorancia de los Acuerdos del
Concejo razón por la cual se ha desfigurado la celebración de nuestras fiestas,
que debieran ser el mejor patrimonio de
nuestro pueblo.
2.º) No es justo, que se nombren personas que no nacieron en nuestro terruño y que por esa razón, no les importa el progreso de la ciudad, para que sean los secretarios ejecutivos de tan distinguidos eventos.
3.º) Los programas con los que se nutren las fiestas, no deben centrar su
atención en los bailes nocturnos y en la parranda degenerativa, como lo están
haciendo en las últimas celebraciones; sino en los aspectos culturales,
sociales, religiosos, artísticos y costumbristas de nuestra etnia.
Una silleta de la vieja guardia, como homenaje al campesino,
que era el centro de atracción de las fiestas.
4.º) Recordemos que es la junta directiva de la que que habla el acuerdo la encargada de elaborar el programa de las fiestas, porque en ella hay una inmensa gama de líderes sociales, que pueden hacer mejores aportes para que nuestras fiestas regresen a la normalidad.
5.º) Si queremos recuperar la antigua clientela de nuestras fiestas, como los hombres ilustres del pueblo; los grandes sopetraneros que manejan puestos importantes en toda la república; los miembros de las colonias esparcidos en todo el país; los socios de las dos grandes agrupaciones, Normas y Alexas, y todos aquellos distinguidos colombianos que venían con gusto a disfrutar de nuestros programas; tenemos la obligación de reestructurar el contenido de la semana cultural que manejamos en nuestras fiestas.
Si digo todas estas cosas, es porque habiendo vivido en mi pueblo, sin interrupciones, durante los últimos cincuenta años, he visto la negligencia con que los legisladores manejan la organización de esos eventos, pues lo hacen a topa tolondra, como lo reza el viejo dicho de los antioqueños.
Si esta organización se hiciera como lo hacen en otros municipios, donde al día siguiente de la realización de sus fiestas, se hace una evaluación cuidadosa de cómo transcurrieron los eventos, se miran todas las variables DOFA y se analizan las posibles soluciones, a los problemas que hubieran podido presentarse, las cosas cambiarían profundamente y regresaríamos a la vieja guardia; también se hace necesario el hecho de que después de esta reunión, se empiece a planear, como se realizaran las del próximo año, para no caer en las improvisaciones, que venimos manejando.
Como punto final de estas consideraciones, les anuncio algunas consecuencias funestas que nos dejan las fiestas de las frutas, desde el momento en que empezaron a degenerarse:
Cada que hacemos una celebración de ellas, los hogares humildes del
pueblo, se quedan dos o tres semanas, comiendo «agua molida y viento raspado»,
como reza el viejo dicho, porque los señores cabezas de familia, se gastan sus
salarios en parranda y se les olvida que sus hijos y sus señoras, comen y
beben.
Las prenderías o compraventas, como se les dice en la actualidad, en una forma más elegante, terminan llenas de electrodomésticos y joyas, que los sopetraneros empeñan, para poder asistir a la famosa parranda degenerativa y lo peor, casi nunca las recuperan.
En cada celebración de esas fiestas, resultan una cantidad, que nadie ha determinado ni investigado, de embarazos no deseados, porque nuestra preciosa doncella, se embriagó y no supo, con quien durmió.
A los ciudadanos comunes y corrientes, nos toca lo peor:
Aceptar los borrachos y los turistas indecentes haciendo todo lo que les viene en gana, en las calles y carreras; en las aceras de las casas y en cuanto lugar se les ocurre.
En cada celebración de las fiestas, se presentan una cantidad de robos a base de escopolamina, que fuera de dejar sin sus propiedades a los ciudadanos de bien, les descompone, por mucho tiempo su salud.
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