Cuatrocientos años
Darío Sevillano Álvarez
Fascículo 2
El peregrinaje de nuestra etnia a través de los cuatrocientos años que
tenemos ha sido una ardua labor de titanes, por caminos enroscados y llenos de
desfiladeros, por escarpadas montañas y cañones angostos, recorridos en busca
de la fortuna y un buen porvenir para sus hijos, montando ranchos a orillas de
quebradas o playas llenas de oro, con fogones de tres piedras y techos de
guadua pisada, en los que nacían quince y veinte hijos, cada uno con su pan
bajo los brazos.
D. S. A.
Ahora, cuando se va a presentar el cuarto centenario de
la fundación de nuestra ciudad, una de las primeras poblaciones fundadas en
tierra firme por los españoles, ciudad que en sus albores se llamó: Viceparroquia
de Nuestra Señora del Saladito de Córdoba y que hoy lleva el nombre de
Sopetrán, en reconocimiento a Nuestra Señora de Sopetrán o Virgen sobre
piedras, de la Villa de Hita en España, hoy Torre del Burgo, a cuarenta y cinco
kilómetros al noreste de Madrid, me parece oportuno aprovechar esa
circunstancia histórica, para hacer un recuento de las razas puras que
intervinieron en la configuración de nuestra etnia y de las distintas castas,
que surgieron a raíz de los encuentros genéticos entre ellas, porque para
nosotros es muy importante interpretar la cultura regional y demostrar su
vinculación con el medio social, con el territorio, con sus habitantes y con sus
instituciones.
¿Cómo está configurada nuestra etnia?
Aunque los nativos de estas tierras, los indios guamas
o guacas, fueron exterminados por el virrey Solís Folk de Cardona, en el año de
1757. No podemos olvidar la importante circunstancia de que nuestros aborígenes
y los negros de África, convivieron con los españoles y los extranjeros que
estaban poblando nuestras tierras, por espacio de 141 años y en esta
convivencia, generaron un gran mestizaje que favoreció nuestra etnia, porque
ellos pertenecían a dos civilizaciones puras y esto en genética produce el
milagro de humanos fortalecidos, con las bondades de las tres razas que
intervinieron.
Veamos en un gráfico, cómo es eso de la fusión de razas
en nuestro municipio y tratemos de entender cada uno de esos términos para que
podamos llegar a la descripción perfecta de nuestras gentes, que son joviales,
inteligentes, alegres, identificados con todas las ramas del saber humano,
astutos, con ejemplares muy puros de sus castas y con una serie de cualidades
propias de etnias bien fortalecidas genéticamente.
Estas fueron las castas que produjo el mestizaje en
Sopetrán:
americano con negro, zambo; americano con blanco, mestizo;
mestizo con blanco, castizo; castizo con blanco:, casi blanco; negro con
blanco: mulato; mulato con blanco, cuarterón; cuarterón con blanco, ochavón.
No hablo de lo que hubiera producido la unión de blanco
con zambo, porque ese, era un crimen muy grande para la Santa Inquisición y hay
de aquel que se atreviera a hacerlo; estoy seguro de que hubo muchos casos de
estos encuentros, pero como la historia casi siempre se ha escrito en forma sesgada
nunca sabremos de ellos.
Principales
castas que se produjeron en el departamento de Antioquia:
De
español e indígena – mestizo.
De Indio con negra – zambo.
De negro con zamba – zambo prieto.
De blanco con negra – mulato.
De mulata con blanco – morisco.
De español con morisca – albino.
De albino con blanco – saltatrás.
De indio con mestizo - coyote.
De blanco con coyote – harnizo.
De coyote con indio – chamizo.
De chino con india – cambujo.
De cambujo con india – tente en el aire.
De tente en el aire con china - no te entiendo.
De mulato con tente en el aire – albarazado.
De Indio con negra – zambo.
De negro con zamba – zambo prieto.
De blanco con negra – mulato.
De mulata con blanco – morisco.
De español con morisca – albino.
De albino con blanco – saltatrás.
De indio con mestizo - coyote.
De blanco con coyote – harnizo.
De coyote con indio – chamizo.
De chino con india – cambujo.
De cambujo con india – tente en el aire.
De tente en el aire con china - no te entiendo.
De mulato con tente en el aire – albarazado.
Es
bueno que busquen en sus diccionarios todos estos términos, para que puedan entender
mejor el tema que estoy tratando.
A
continuación les muestro en un gráfico las tres razas puras y las tres primeras
castas:
Si notaron, cuando las castas se van mezclando,
mientras más puras, mejores individuos nacen, como es la de los casi blancos,
este fue uno de los casos de genética, que más se dio en la conformación de
nuestra etnia y esos parámetros son los que rigen la sociedad de hoy.
Es bueno traer a la memoria, que el día 22 de Febrero
del año 2016, vamos a cumplir los cuatrocientos años de fundados y este
acontecimiento se puede mirar históricamente, como el nacimiento de nuestra
raza, de donde proviene la inmensa muchedumbre, que en la actualidad habita
casi todo el departamento de Antioquia y que repercute con mucha fortaleza en
la república y tal vez en todo el planeta, porque cada que vamos a cualquier
lugar de la tierra, nos encontramos con sopetraneros ilustres que viven cómodamente
en esos lugares; otro ejemplo de lo que afirmo, es que nuestro Blogger, tiene
visitantes en todos los continentes, circunstancia que muestra la pujanza de
nuestra raza, porque estoy convencido que esos visitantes, son buenos
sopetraneros.
Tomo esta cita de un periódico muy prestigioso, para
que vean que lo que sostengo, es una realidad:
«Doscientos años
después de la limitada independencia de Antioquia, vale preguntarse: ¿Existe
una raza antioqueña? No es fácil negar un dogma civil con el cual comulgamos
dos siglos y que sigue permeando nuestros imaginarios de identidad. Desde el
conquistador peninsular hasta el mestizo triétnico de hoy, pasando por el
criollo esclavista, se sacraliza una raza supuestamente blanca y pura, y no es
otra que la española —una sangre con genes de iberos, moros, judíos, romanos,
cartagineses, celtas, galos, fenicios, gitanos, bárbaros—, y encima, de negros
e indios».
Nos podríamos
preguntar como un ilustre rector de la universidad de Antioquia:
«¿De dónde salió este ejemplar de humanidad, laborioso y
fugaz, tenaz y aventurero, altivo y apasionado, fiel amador de su terruño y de
su casa, individualista y rutinario, previsor y traficante, emprendedor y
tesonero? ¿En qué raro crisol se fundieron los genes de la especie que a través
de cuatro siglos, producen hoy un tipo inconfundible, en que se amoldan
aquellas virtudes, a veces contrapuestas y que visto en conjunto, parece una
raza especial y vigorosa, en el abigarrado cruzamiento biológico de la América
hispana?».
No es gratuito, que
en alguno de mis escritos dije hace unos treinta años: «La etnia sopetranera es
el producto de diez y seis civilizaciones de la tierra: Iberos, celtas,
celtíberos, godos, visigodos, romanos, griegos, cartagineses, asirios, caldeos,
nilóticos, bantúes, bosquimanos, pigmeos, melanesios y polinesios; esta fina
fusión de civilizaciones, es la que hace la pujante raza sopetranera».
El peregrinaje
de nuestra etnia a través de los cuatrocientos años que tenemos ha sido una
ardua labor de titanes, por caminos enroscados y llenos de desfiladeros, por
escarpadas montañas y cañones angostos, recorridos en busca de la fortuna y un
buen porvenir para sus hijos, montando ranchos a orillas de quebradas o playas
llenas de oro, con fogones de tres piedras y techos de guadua pisada, en los
que nacían quince y veinte hijos, cada uno con su pan bajo los brazos.
Invoquemos pues, los nombres de: Francisco Herrera
Campuzano, José Barón de Chávez, José Ignacio Tabares, Doña María de Quezada, José
María Villa, Vespasiano Peláez, Alfonso Góez, Abundio Posada, Jorge Restrepo
Molina, Carlos Mazo Argüelles, Germán Villa Gaviria, Luciano Carvalho,
Heliodoro Rodríguez, Atanasio Girardot, Ramón Carrasquilla, Anacleto Velázquez,
Tomás María Zapata, Francisco Medina Pérez, César Villa Gaviria, Iván Cadavid
Gutiérrez, Carlos González Gaviria, Horacio Muñoz Suescún, Jorge Rodríguez
Villa, Justiniano Vieira, Raúl Zapata, Carlos Muñoz, Jesús María Muñoz,
Teodomiro Villa, Benjamín Trespalacios y muchos otros más, sopetraneros
destacados y en tan ilustre compañía, penetremos en nuestro pasado, lleno
audacias, fatigas, tenacidad, alegrías, amarguras y aventuras, pero con la
mejor disposición para salir adelante, en nuestro largo caminar por esta tierra.
La primera salvedad que debemos hacer es, Sopetrán no
fue la primera ciudad fundada en tierra firme por los españoles, porque le
antecedieron Santa María la Antigua del Darién, San Sebastián de Urabá, Santa
Fe de Antioquia, de la que los relatos históricos dicen que cuando fue fundada,
llegaron a ella unos ochenta pobladores hispánicos, fuera de algunos
americanos, ya cristianizados y unos cuantos negros de servicio, como se les
decía a los esclavos para aquellas épocas, que habían sido traídos por Diego
Badillo y Luis Bernal de Cartagena de Indias.
Las Crónicas de Indias, no mencionan, en estas primeras
expediciones, la llegada de mujeres blancas españolas, lo que nos hace pensar
que en ese momento empezó el mestizaje con mujeres americanas, que no eran esquivas
y muy bien plantadas, como lo afirman los cronistas de la época en sus escritos: «Eran de buen cuerpo y bien dispuestas».
Álvaro Restrepo, un buen historiador antioqueño afirma
que hasta el año de 1600, no hay noticias, ni indicio alguno, de inmigración de
mujeres españolas, al departamento de Antioquia, porque el Mariscal Robledo a
su regreso de España, en el año de 1545, cuando llegó con los títulos de
Teniente Gobernador de Antioquia, Arma, Anserma y Cartago, arribó a Cartagena
de Indias con su esposa, pero la radicó en el Corralito de Piedras y se vino a
buscar la muerte a garrote, que le esperaba en la Loma de Pozo, hoy Pácora, en
manos del Adelantado Sebastián de Belalcazar, por querer arrebatarle sus
conquistas.
Entonces se realizó el milagro de que la sangre
guerrera de nuestros conquistadores se mezclara con la de los nutabes, guamas o
guacas, los catíos, los tahamíes y los caribes, para producir la mejor de las
razas: El mestizaje de América.
Es bueno traer a la memoria, que al finalizar el Siglo
XVI, el departamento de Antioquia solo tenía unos 600 españoles y los mestizos
llegaban a 8.000, esta población estaba distribuida en las ciudades de: Santa
Fe de Antioquia, Sopetrán, San Jerónimo, San Martín de Cáceres, Zaragoza y en
pequeños grupos mineros a orillas de los grandes ríos.
Hasta el año de 1550, la conquista fue un fracaso por
las continuas peleas entre los conquistadores y por las disputas entre ellos
para poseer las tierras conquistadas, pero después de la muerte de Robledo,
centraron su atención en exterminar los americanos (indios), todos los caciques
de nuestros antepasados fueron matados con crueldad, como Zuburuco, que se lo
comieron unos perros bravos, entrenados en España, por orden del rey, para
apoderarse de sus tierras, que comprendían los territorios de Peque,
Sabanalarga, Sopetrán, San Jerónimo y Ebéjico.
Casi siempre mentamos con mucho orgullo el nombre de:
Gaspar de Rodas, que fue uno de los primeros gobernantes de Antioquia, pero yo
le tengo cierto desdén, porque fue el que más americanos y caciques mató.
Era tan dura la pelea entre los conquistadores por
poseer las riquezas de nuestras queridas tierras que Santa Fe de Antioquia
cambió de dueños cinco veces, entre los años 1541 y 1546.
Los nativos perdieron la pelea, por la tecnología de
punta que manejaban los conquistadores, pero lucharon por sus posesiones, unos
30 años que fueron muy negros para los españoles, en los cuales perdieron a
muchos de sus soldados.
Para el año de 1575, los caciques de nuestras gentes,
habían sido exterminados por completo y los americanos que quedaban, sin unas
directivas estables y sin fuerzas, se dispersaron por las tierras de Urabá y la
región del río Atrato.
Fue así como las continuas guerras de los catíos, los
incendios de ciudades por parte de nuestros antepasados, el arrojo de los nutabes
y la crueldad de los españoles forjaron nuestra raza, con alma tenaz y
aventurera y con sangre mestiza y española y surgió, con genes de libertad y de
bravura.
Al crisol de nuestra raza le llega un nuevo elemento en
el año de 1630, los negros del África, que sin capacidad analítica y con
adolescencia total de abstracción, nos regalan sus rasgos físicos, de
resistencia para enfrentarse a los rigores de nuestros climas tropicales y su
gran fortaleza para sufrir todo tipo de improperios.
Para concluir esto de los aportes genéticos, tenemos
que decir que el aporte de los negros de África no fue muy determinante, porque
para el año 1700 solo habían llegado 2.000; en el año de 1770, no pasaban de
4.500, y en el año 1800 solo contaban con 7.000 ejemplares; pero 800 de ellos
fueron mandados a las campañas libertadoras y se convirtieron en escudos
humanos, para que los españoles debutaran con sus armas. Para mí tengo que el
principal aporte de nuestra genética radica en la raza blanca llegada del
exterior.
Veamos ahora, cómo progresaba la nueva población
americana, después del exterminio total de las culturas precolombinas, obra
máxima de los más distinguidos conquistadores de la mal llamada: madre patria.
En el año de 1700, la nueva población del departamento
de Antioquia estaba surcando el número de de 35.000 pobladores; pero en el
siglo XIX, alcanzó la suma de 100.000 habitantes, claro, con la ayuda de la
inmigración peninsular; si traigo a colación este relato, lo hago
intencionalmente, para poder hablar de las grandes familias europeas, que
llegaron a nuestro municipio, que son las responsables de muchas de nuestras
bondades genéticas; costumbres ancestrales; distinguidos rasgos arquitectónicos;
y todas aquellas herencias del pasado, que hacen de nosotros, un pueblo
especial en América.
Es importante decir que los conquistadores veían con
mucho entusiasmo nuestras tierras, porque parecían un edén en América, dadas las
riquezas de pastos naturales; fruticultura silvestre; buenos bosques;
abundancia de aguas; pesca y cacería garantizadas; producción de sal y cercanía
a la urbe principal, Santa Fe de Antioquia, que añoraban la hora de poder
poblarlas; esa circunstancia se dio con la muerte del Cacique Zuburuco y las
principales familias que poblaron nuestras tierras fueron los Gavirias, los
Blaire, los Vieiras, los Tamayos, los Morenos, los Encles, los Sevillanos, los
Álvarez, los Pérez, los Valderramas, los Jiménez, los Mirandas, los Gutiérrez,
los González, los Villas, los Carvalhos, los Góez, los Velásquez, los Vásquez,
los Garcías, los Aristizábales, los Zapatas, los Arbeláez, los Herreras, los
Ortices, los Espinosas, los Oquendos, los Brand…
Si recordamos que los conquistadores venían financiados
por prestamistas y reinos Europeos, que lógicamente debían recuperar sus
inversiones. La Corona española, que era la dueña absoluta de tan preciado don,
debía garantizar el dominio sobre las tierras y bienes de los aborígenes, con
un control militar efectivo, que permitiera someter las comunidades americanas,
saquearlas, embolatarlas con baratijas, como tijeras espejos, herramientas,
etc., obligándolas a entregar sus bienes, con un carisma comercial, que era un
buen disimulo, ente los ojos de la tierra y lógico todo esto era acolitado por
los famosos inquisidores.
Es bueno aclarar, que a los conquistadores también se
les presentaban grandes problemas, como el saber que las provisiones que
importaban cómo harinas, aceites, cerdos, caballos, vinos, herramientas y
armamento, los debían comprar a precios exorbitantes, muchas veces, cinco o
diez veces más caros que en Europa.
De estos problemas, nació la necesidad de repartirse
los americanos en encomiendas para poder explotar las minas y garantizar la
agricultura local, que serían las responsables de mantener bien a sus
majestades, los españoles; y fuimos pasando de la sociedad de conquista militar
y basada en el saqueo y en el comercio desigual, a una sociedad metida en las
normas de la colonia, centrada en la explotación del oro, con mano de obra de
los negros africanos y a una actividad agrícola, sostenida por los americanos.
En este momento de la historia, sacaron partido algunos clérigos de la Iglesia, que muy celosos por salvar las almas de estos seres indisciplinados y
por conseguir el favor divino, incorporando a nuevas almas a las filas del
credo religioso, cometieron todo tipo de atropellos en nombre de Dios.
Mucho se ha hablado de nuestros ancestros judíos, pero
ese argumento no ha podido ser demostrado, y la coincidencia de los nombres de
las personas y de los pueblos con los de la Biblia se debe más a la
religiosidad de los españoles uy a la evangelización de n nuestros ancestros indígenas.
Si encontramos una cantidad de nombres hebreos en los
pueblos que fundaron y en los nombres que los padres ponían a sus hijos, no fue
por la pertenencia a esa etnia, sino por todos los conocimientos religiosos y
la historia sagrada, que los españoles les metieron a los americanos en su
dieta diaria de religión.
Cito algunos de esos nombre: Jericó, Betulia, Betania,
Belén; Samueles, Benjamines, Gabrieles, Migueles, Déboras y Raqueles; a veces
eran tantos los nombres que tenían que poner, en las casas en donde eran veinte
los hijos, que se agotaba el santoral de la Iglesia y debían apelar a los
nombres del antiguo testamento, como: Moisés, David, Elías, Jeremías, Adán,
Eva, Noé, etc.
Hoy en día, por la proliferación de organizaciones
religiosas que se dedica a estudiar la Biblia, los seguidores son atentos a los
nombres que no sean comunes y los guardan para cuando tienen un hijo poner al
pobre muchachito a estrenar nombre y aparecen Abimelec, Lemuel, Kelalia y otros
más, de los que estamos seguros, no aparecen en el directorio telefónico de Jerusalén.
Es bueno comentar que algunos psicólogos europeos,
abominan el mestizaje que se produjo en América y les adjudican a estos pueblos
indohispanos todo tipo de culpas, como la indisciplina política; la
desorganización administrativa; el caudillismo en grado muy alto; la garrulería,
es decir, hablantinosos, vulgares y petulantes; y hasta deficiencias biológicas
y Psicológicas, por creer que nuestras razas no eran puras, pero creo que se pelaron, como decimos los montañeros.
Se olvidan los que sostienen esas tesis, que para mí
son sofismas de distracción, tal vez alimentados por el sentimiento de que
nosotros, nos liberamos de ellos y no soportamos sobre nuestros hombros el yugo
de la opresión, por eso sostenemos: «Llevo
el hierro entre las manos, porque en el cuello me pesa».
Recordemos que la historia, que nunca miente, nos
cuenta que Europa, también sufrió su pubertad política y padecieron caudillismos,
dictaduras, reinados muy déspotas y hasta el momento, no han logrado la
perfección que ambicionaban.
Por alguna razón se dio la revolución francesa y por
algo se publicaron los derechos del hombre; tampoco podemos olvidar la reforma
del comunismo soviético que llevo a cabo Mijaíl Gorbachov, con su Perestroika; estos
acontecimientos, no fueron gratuitos y pensemos que las repúblicas del bloque
soviético y otras más, siguen luchando por recuperar la libertad en todos los
sentidos.
Para mostrarles cómo estaban de equivocados los que
hablaban de deficiencias biológicas o psicológicas les cuento lo que
argumentaban: «El cruzamiento de distintos elementos raciales produce
fallas de armonía en el organismo físico y en lo mental y emotivo produce
graves problemas de inestabilidad; haciendo un símil con las hibridaciones de
plantas, los injertos, se suponían que nuestras castas iban a ser estériles; hablaban
de desproporciones en los dos sexos y un debilitamiento de las capacidades
físicas y mentales».
Pero toda su teoría se fue al suelo, porque en genética
humana las cosas son diferentes y cuando dos razas puras se mezclan, el
producto recibe todas las bondades de sus genitores.
Para terminar, nuestra etnia es única en la tierra y
que debemos estar agradecidos por las bondades de Dios y de la naturaleza, que
se les fue la mano en los atributos que le concedieron a nuestras gentes.
Para mantenerlos contentos a todos, cuando a mí
preguntan:
—¿Cómo es la etnia sopetranera?
Respondo:
«En nuestra tierra se consigue mico para todos los
palos y usted.
Encuentra en nosotros desde el sabio más sabio, hasta
el bobo más bobo.
Esperamos que este fascículo sea del agrado de todos
nuestros visitantes y que lo reconozcan como un aporte a los escritos de la
historia de nuestro pueblo y a sus cuatrocientos años de fundado.
Sopetrán, 7 de febrero del 2014.
*
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