Lo bueno, lo malo y lo feo de las fiestas de las frutas
Darío Sevillano Álvarez
Si todos lo recuerdan, nuestras fiestas de las frutas, nacieron en el año
de 1929, cuando un grupo de ciudadanos ilustres de la época, entre los que
estaba nuestro tío, Gerardo Sevillano Mejía, querían conseguir unos fondos para
patrocinar las instituciones municipales, como el hospital, la escuela
complementaria de la mujer, y otras más que corrían por cuenta del fisco
municipal, porque para esa fecha, no existían el asilo ni el orfanato.
Esas primeras fiestas fueron todo un éxito, y en ellas no hubo ningún
tributo, para la cerveza y el aguardiente, como ocurre en las modernas
festividades, en donde esos dos entes, son los más exaltados.
Miremos de paso lo que hicieron: Ventas de comestibles de toda clase, en
las que no faltaron las empanadas, que han sido lo que más se vende en las
cercanías del templo, que para la época no tenía el atrio y solo contaba con
una acera de ladrillos cocidos al horno; carreras de caballos en la calle real,
que partían de la Guamala y llegaban a la plaza de Bolívar; un bazar, es decir,
una venta de boletas para adquirir objetos , que están en sus estantes;
concursos de juegos organizados, de trompo, baleros, bolas, carreras de
encostalados, y todos aquellos juegos inocentes de gratos recuerdos, en la
plaza principal; concursos de billar, en los cuales participaban personas como
José María Álvarez, mi abuelo materno, que hacía hasta trescientas carambolas
de fantasía, en un solo corte; serenatas que hacían los músicos merenderos,
acompañadas de los tres instrumentos que conforman las estudiantinas: Tiple,
lira y guitarra; paseos organizados a los que se les vendía el fiambre típico:
Machuco de papa, carne frita, tajadas de plátano maduro, arroz, fríjoles y
arepa.
Las fiestas no se volvieron a mentar, hasta la década del cuarenta, en que
sin llamarlas fiestas de las frutas, la Sociedad de Mejoras Públicas, integrada
por los señores Jesús Tamayo Gaviria, Arturo Girón, Emilio Bedoya, Gerardo
Sevillano, Gerardo Holguín, Jaime Botero y otros que no recuerdo, hacían
actividades que generaban dineros para ayudar al Orfanato que había sido
fundado por el padre Gerardo Martínez M. que más tarde fuera el obispo de
Garzón, y la madre Modesta de la comunidad de: hermanitas de los pobres de San
Pedro Claver; al hospital San Juan de Dios que era regentado por las hermanas
de la Presentación; a la Normal de Señoritas que había sido fundada por el
señor cura el padre Zapata, el padre Abigail Gutiérrez y la Señorita Gabriela Correa,
que era regentada por las Hermanas Carmelitas Descalzas Misioneras; a la
escuela complementaria para capacitar a las mujeres en los oficios de
puericultura y economía domésticas; y al liceo José María Villa que acababa de restaurar
el presbítero Francisco Medina Pérez.
Pero en la década del cincuenta, la Sociedad de Mejoras Públicas introdujo
unos bailes, por los que se cobraba el cover,
en la casa que hoy es de la familia Araque Cañola, que eran amenizados por
grupos de músicos sopetraneros, si así lo escribo, es porque yo era el director
de uno de esos grupos y con este cambio, se dieron cuenta de que las ganancias
de las fiestas mejoraban notablemente, porque había aparecido una nueva
institución de beneficencia, el Asilo San Bartolomé, que fundaron entre el
señor cura Reinaldo Carvajal y el Señor Bartolomé Peña y esta institución
demandaba muchos gastos para su dotación.
Me parece que con esta determinación dimos un salto mortal, porque aquí, nació la costumbre de meterle bailes en las noches
a nuestras fiestas folclóricas.
Si todo se hubiera quedado en pequeños bailes, nada habría pasado, pero
como la ambición rompe el saco, llegamos al exceso de tener en los tablados grandes
orquestas, que atraen, todo tipo de públicos: prostitutas, tahúres, vendedores
de todo tipo de sustancias alucinógenas, ladrones y borrachos a granel y con
esta decisión nos tiramos en las fiestas.
Ahora hagamos un relato de las fiestas que acaban de pasar:
Aunque la voluntad del gobernante de turno, es buena porque quiere
recuperar la parte folclórica y dejar a un lado los excesos con el alcohol,
tenemos que recordar lo que dicen las estadísticas mundiales acerca de los
vicos en que la humanidad está metida de lleno: El alcoholismo, el tabaquismo y
la adición a las drogas están apoderados de un 96 % de los ciudadanos terrestres
y estos males no tienen cura; por esta sola razón a cualquier gobernante le
quedaría imposible luchar con esos flagelos para que no interfieran la calidad
de las fiestas; pero se vuelve una imperiosa necesidad poner en práctica
algunos trucos que debiliten la acción de los viciosos.
Recuerden que aquellos que no utilizamos estos tres vicios, llevamos al
hombro los nombres de zanahorios, apendejados y bobalicones, porque según el
criterio de la mayoría de las gentes: nada nos gusta.
El primer truco, consiste en no contratar orquestas muy famosas, para que
los borrachines forasteros, no vengan a engrosar las filas de los que ya
tenemos, que son bastantes y muy fastidiosos.
Recordemos que el objetivo principal de unas fiestas folclóricas, es la
promoción de los artistas propios y de todos aquellos carismas que son de
nuestros nativos.
El segundo truco sería limitar la cantidad de permisos, para vender bebidas
alcohólicas y cobrar impuestos caros a esos expendios, porque las ofrecen hasta
en las puertas de las casas, toda vez, que son las baratijas que más se venden.
Aunque resulte un poco doloroso, es importante decir que la parte
folclórica de nuestras fiestas, fueron solo cuatro actos: el Desfile de la Edad
Dorada; el Desfile de Silleteros, aunque el que hicimos perdió calidad frente a
los de los años pasados; el Desfile de
Mitos y Leyendas, que parecía una caminada de las benditas ánimas del
purgatorio, por las calles del poblado, toda vez que el público no lo acompañó,
porque estaban ocupados velando sancocho; y la exposición de plástica que
organizó la casa de la cultura.
Es digna de alabanza la mañana que la Policía Nacional les regalo a nuestros
niños, porque fue una jornada sin alcohol.
Y a propósito de la Policía, es bueno decir que aunque la banda marcial que
nos prestó para solemnizar el desfile de silleteros y que no pudo hacerlo, por
un inconveniente en el túnel, luego mostró toda su belleza artística por las
calles del poblado, a las ocho de la noche.
El Festival del Sancocho, que hubiera podido ser una buena manifestación
folclórica de nuestros platos especiales, no tuvo la brillantez que necesitaba,
por la hora en que empezó, una de la tarde, y por la poca participación de las
familias sopetraneras.
Me parece justo, que cuando la reina de un pueblo, va en una carroza, ésta
vaya bien arreglada, por respeto a su majestad.
Como soy, el que asiste técnicamente el reloj de la Basílica, estuve dos veces
mirando algún problema que presentaba la máquina y no sé, como los sacerdotes
celebraban las funciones del culto, en medio de aquella algarabía.
Para futuros eventos, se deben habilitar lugares en la periferia de la
ciudad, en donde se puedan parquear las motos y los carros, lógicamente bien
vigilados, para que los amigos de los ajeno, no vayan a hacer su abril y a los
vehículos o motos que se parqueen en las vías públicas, hacerles partes bien
costosos, para que aprendan a respetar el espacio público y los lugares por
donde se van a desplazar los desfiles, como se hace en las grandes urbes, que
manejan turismo a granel, como Buga y Jericó, porque estos eventos pierden mucha gracia,
cuando encuentran todo tipo de estorbos.
Es saludable felicitar a las autoridades, porque el orden público, no se
descompuso en ningún momento, a pesar de la cantidad exagerada de gente que
siempre hubo en el parque.
También son dignos de una felicitación todos aquellos ciudadanos que de una
u otra forma colaboraron, para que las cosas que hicieron, pudieran salir
adelante.
Como punto final, se les debe pedir a las juntas organizadoras de las
fiestas, que se preocupen por cumplir los horarios, porque se está volviendo
ley y es un mal comportamiento, que anuncia un acto, para una hora y pasa hasta
hora y media y el acto no ha empezado.
Recuerden que esto produce cansancio y por esa razón, muchas personas no
asisten a ellos.
No utilicé fotografías, porque las comparaciones siempre resultan odiosas.
Tampoco quise resaltar ningún aspecto del escrito, porque lo que estoy
diciendo es algo que escribo con mucho amor por mi pueblo.
Sopetrán, Julio 4 del 2016.
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