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domingo, 5 de diciembre de 2010


Graduación de los tecnólogos en
Educación
de la
Normal Santa Teresita

Darío Sevillano Álvarez


El 3 de diciembre del año en curso, nos reunimos en el coliseo municipal, con el fin de asistir a la graduación de los tecnólogos en educación de la Normal Santa Teresita. Nuestras cámaras, se recrearon de la siguiente forma:

El señor rector de la Normal, mi alumno predilecto de la escuela primaria, la psicóloga y su secretaria, se disponen a empezar el acto.

El coliseo, próximo a su inauguración, se está llenando de los graduandos y de sus familiares.

Los alumnos entran en parejas, muy bien entrenadas.
 

 
Se colocan en los laterales para ser graduados.

Como el señor Alcalde tuvo que cumplir con una diligencia de carácter ineludible, me delegó como su representante.

Dos aspectos del momento en que me dirigía al público en nombre de su señoría.
 

En estos dos espacios estaban los familiares de los graduandos.
 

La secretaria lee el acta de graduación. Mientras los miembros de la mesa directiva escuchan atentamente.

Los alumnos responden al Juramento del Buen Maestro.



El señor Rector nos muestra uno de los diplomas. Y cada miembro de la mesa, entrega una cantidad de ellos.
 
 

El joven saxofonista Alexánder hace las delicias del público, con varias interpretaciones de jazz mientras entregan los diplomas.
 


Después de la entrega de diplomas, Alexánder siguió deleitando al público, con las notas de su pipa.
 

 
Seguidamente, se hicieron unas menciones de honor y se rifaron algunos regalos, en donde se incluyeron dos que el señor Alcalde ordenó.
 
 
 

Los graduados ofrecen a sus familias sus triunfos y luego posan para una fotografía colectiva, que seguramente será histórica.
 

Dos aspectos que muestran el júbilo que produjo la graduación.
 

Como punto final, nos deleitamos con un bufé preparado por doña Margarita Rosa Luján, alma y nervio de todo lo que ocurre.

Aspectos que mostraba la mesa, en donde estaban colocadas las viandas.

 
Los sentidos del gusto, el olfato y la vista, se deleitaban suavemente.
 

 
Lo único que hacía falta, era un buen apetito.
 

Así llegamos al final.
 

Sopetrán, 3 de diciembre del 2010
*

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