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martes, 2 de agosto de 2011

Yo vivo en Sopetrán,
un paraíso en América
Darío Sevillano Álvarez


Décima sexta unidad.
Reseña histórica del templo de Nuestra Señora.

Óleo del mariscal Jorge Robledo.

En el año de 1518, el Mariscal Jorge Robledo había descubierto un fértil valle, a orillas del río Cauca y muy cerca de la ciudad de Medellín, el cual estaba poblado por aborígenes nutabes, dedicados en su inmensa mayoría a las labores de la caza, la pesca y la producción de sal por compactación.

Óleo de una batalla entre españoles y americanos.

La gran labor del descubrimiento y la evangelización de estas gentes, era una obra de titanes, por la extensión del terreno y las grandes dificultades de transporte, amén de los peligros a que la selva tropical y la presencia de aborígenes ofrecían a los descubridores y colonizadores.

Recordemos que para la época, estaba en plena vigencia, la famosa inquisición, que no era otra cosa que un grupo de clérigos que se dedicaban a robar,  a matar y a torturar a las personas, en el nombre de Dios.

Para este momento histórico, Su Majestad, el Rey de España, había nombrado, como oidor real al señor Francisco Herrera Campuzano, el cual llegó a Bogotá y luego se trasladó a Medellín y asumió las funciones de gobernador oidor.

Por recomendación del gobernador Gaspar de Rodas, el oidor Herrera Campuzano,  realizó una visita, al valle del río Cauca, con el fin de mirar las condiciones de los caseríos y mirar la posibilidad de fundar ciudades, con nombres de santos Españoles o lugares de la Madre Patria.

La visita se desenvolvió normalmente y en ella se hicieron tres fundaciones, a saber: Sopetrán, San Jerónimo y San Lorenzo de Aburrá.

Las dos primeras fueron efectuadas el 22 de febrero de 1616. Unos días más tarde, fue fundada San Lorenzo de Aburrá en los predios en que hoy es el barrio El Poblado.

Busto de don Gaspar de rodas,
primer gobernador de Antioquia.

Es importante anotar que a Sopetrán se le ponía ese nombre en honor de una Virgen que en esa época se veneraba en la Villa de Hita, que en la actualidad tiene en nombre de Torre del Burgo.

¿Pero cuál fue la razón, para que Herrera Campuzano, invocara el nombre de esa Virgen?

Óleo de don Francisco Herrera Campuzano,
fundador de Sopetrán.

Herrera, había nacido en la Alcarria Española, Tierra de la Miel, y por esa razón, había visitado muchas veces el Santuario de Nuestra Señora de Sopetrán en la Villa de Hita, se podría decir que era su Santa de devoción.
El caserío empezó como viceparroquia, en los terrenos en donde hoy es el corregimiento de Córdoba, nombre que se puso en honor del Córdoba de España y no de José María Córdova, que sólo apareció en el siglo XIX y tiene otra grafía.

La primera Iglesia fue construida en Córdoba y solo tenía el nombre de viceparroquia y en ella se veneraba el retablo de la Virgen que había sido pintado en Santa Fe de Antioquia por los mismos pintores que hicieron las grandes obras de la ciudad Madre.

Se dice que Herrera había mandado pintar tres retablos de Nuestra Señora de Sopetrán y los regaló a cada uno de los pueblos que había fundado.

Placita de córdoba en la época colonial.

La Virgen se fue ganando la devoción de todos, con los continuos milagros que hacía y fue así como los fieles pidieron al gobernador, don Juan Buesso de Valdés, que además de ser un gran estadista, tenía muchos conocimientos de arquitectura, que les hiciera unos planos para hacerle a Nuestra Señora, un templo más amplio.

En el año de 1678, se empezó la construcción del Templo que ahora tenemos, pero vale la pena aclarar, ¿por qué se construyó aquí y no en Córdoba?
Los españoles y las grandes familias europeas que vivían en la zona, estaban cansados de convivir con los aborígenes, sus hijos y los negros que habían importado de África. Por esta razón decidieron, trasladarse a este lugar.
Desde el momento de su fundación, hasta el año en que fue reconocida como viceparroquia oficialmente, los administradores eclesiásticos, no se llamaban párrocos, sino curas doctrineros. Entre ellos figuraron el padre Rodrigo de Santander, que ejerció hasta el año de 1640. Éste fue reemplazado por el padre Francisco Pérez Holguín y el presbítero Gonzalo Mejía que entró la vice parroquia al siglo XVIII.

Cura doctrinero tratando
de convertir a un cacique.

Aunque Sopetrán fue creado, como partido o municipio, desde el 31 de diciembre de 1657, por el gobernador de la provincia don José Barón de Chávez; la viceparroquia, sólo fue erigida por un decreto del 27 de febrero de 1756, después de un acuerdo entre los patronatos real y diocesano y su primer párroco se llamó el padre José Javier Pérez, quien sirvió el cargo, hasta el año de 1770 y fue reemplazado por el presbítero Miguel Jerónimo de Montoya, él cual estuvo hasta 1790.

Si recordamos que el retablo de la Virgen de Sopetrán, no es la Asunción de Nuestra Señora, surge una pregunta: ¿Por qué Parroquia de Nuestra Señora de la Asunción?

Recordemos que en el Monasterio de España, en donde Herrera Campuzano rezaba con frecuencia, los monjes benedictinos, habían contratado los servicios de un pintor Italiano de apellido Ricci con el fin de pintar, la Asunción de Nuestra Señora, para que sirviera de patrona al monasterio y un retablo de Nuestra Señora de Sopetrán que representa una aparición de la Virgen, sobre un árbol de brevas, para liberar de la opresión a unos católicos que iban a ser matados delante del califa de Toledo; para adornar la nave lateral del lado del Evangelio. Lo que Herrera hizo fue traer esas dos devociones, para los pueblos de América.

También es importante decir que la fiesta de Nuestra Señora de Sopetrán se celebra en España el 8 de septiembre que es el Nacimiento de María; porque con esta Virgen, nació en España, gran parte de la religión católica.

Vieja arquería del monasterio de Sopetrán
en la Alcarria española.

A mediados del siglo antepasado, la Iglesia solo estaba construida hasta la altura del remate triangular que hay debajo del reloj. Dos Sopetraneros ilustres de origen Español, don Pedro Sevillano y don Manuel María Dávila, aportaron el dinero para la construcción de las torres y el remate redondo donde está el reloj. La construcción de las torres, fue entregada el 22 de noviembre de 1882 al presbítero Justiniano Madrid.

En este monasterio se veneraba a
Nuestra señora de Sopetrán en
España.

A principios del siglo XX, el templo carecía de atrio y solo una acera de ladrillos la enmarcaba en la plaza; bajo la administración del padre Ricardo Gutiérrez, se construyó el atrio que en la actualidad tiene.

Atrio del templo parroquial.

El frontispicio, que es una construcción de ladrillos y argamasa, estuvo forrado en arena con cagajón hasta la década del 50 y los presbíteros Ramón Ramírez y Germán Ceballos lo hicieron revocar con cemento.

También estos sacerdotes, emprendieron una reforma en el arte del templo y lograron hacer revolturas, que aunque no compaginan con el romano toscano, porque son elementos de romano compuesto y del gótico, se pueden soportar con paciencia y con resignación.

Hojas de acanto en los capiteles
de las columnas y en los arcos.

Según datos fidedignos, fueron colocados bajo la administración del presbítero Gerardo Martínez Madrigal, que luego fue obispo de Garzón; el mosaico del piso y el cielorraso de latón.

En la actualidad, el templo es sometido a unas reformas: la colocación de unos óleos en los cielorrasos y la pintura de las columnas, en color mármol.
Vale la pena decir Que los oleos son de buena calidad, pero el estilo colonial de esta joya arquitectónica, no compagina con ese tipo de reforme, porque no fue concebida para eso; y las columnas de los templos coloniales, son de ladrillo, de piedra pegada con argamasa o del material normal de este tipo de construcciones.

Para terminar, es bueno hacer un recuento del arte romano simple o toscano, de que están conformados: los altares, la columnata y el frontispicio.

Aspecto del mosaico del templo.

En el altar mayor, hay una composición de tres altares a saber: El altar del Santísimo que es tallado en madera y pertenece al arte romano compuesto que era el de las jerarquías romanas. Este se distingue porque las columnas tienen estrías y collarín y los capiteles están formados por hojas de acanto.

El altar del Cristo, que antes del Concilio Vaticano II fuera de la Patrona, está configurado por seis columnas toscanas, compuestas por neto o cubo, fuste, capitel, arquitrabe, friso, entablamento, en donde hubo derroche de arquitectura y abundaron todo tipo de moldura como escocías, esgucios, dentículos y cimacios, hay almocárabes y rosas que le dan belleza y seriedad al altar.

Encima de éste, está el tercer altar que, en tiempos de grata recordación fuera del altar de San José, el titular de la iglesia.

Columna pintada imitando el mármol.

Este altar, está compuesto por cuatro columnas toscanas, dos volutas o enroscamientos, dos acroteras y un remate triangular, coronado por una cruz romana.

Rosetón central del frontispicio.

Es bueno advertir que los capiteles de todas las columnas, están acompañados de volutas romanas de origen jónico.

Los altares laterales, están compuestos por columnas planas, adornadas con flores de lis, de origen gótico y como son composiciones de dos altares, el segundo, incrustado en el remate triangular del primero y sostenido por ménsulas (un buen recurso arquitectónico, porque le da énfasis al conjunto).

El remate de estos altares es redondo y están coronados por cruces latinas.
La columnata, está formada por diez columnas toscanas; cuatro media columnas; y diez arcos, que le dan al templo, efecto de profundidad, lo embellecen y le dan la dimensión de monumento arquitectónico.

El frontispicio, es de una majestuosidad impresionante, pues domina todo el valle del río Cauca. En él se encuentran los siguientes elementos de arte: Seis columnas toscanas, con neto o cubo perfecto, fustes monumentales, capiteles acompañados de triglifos, oriundos del arte dórico, tres claraboyas, en las cuales fueron cambiadas las crucetas griegas, por rosetones, elementos propios del arte gótico. Este primer conjunto tiene un remate triangular, en donde terminada la primera etapa de la Iglesia. Más tarde se construyó el lugar para el reloj, con columnas planas y remate redondo.

Las torres son de arte toscano y están sostenidas por un pequeño altar de ocho columnas planas, que sirven de asiento, a la base de ellas.

El frente de cada torre, tiene un nicho de tamaño colosal, para soportar las imágenes de San Roque y San Nicolás, en honor a las dos viceparroquias, que en la antigüedad configuraban la gran parroquia. Sobre estos nichos aparecen los arcos de los ventanales y cinco columnas toscanas con todo tipo de molduras, volutas y dentículos. Sobre esta composición están las cúpulas, con remate redondo y coronadas por dos acroteras Otras dos de estas, están colocadas sobre el altar del reloj.

Para librarse de los perjuicios de los palomos y de los murciélagos, las puertas romanas de las torres, fueron protegidas con unas celosías de madera, que deslustran el espectáculo y la belleza de ellas, porque quedaron parecidas a puertas de escaparates.

El atrio, a pesar de que es una construcción del siglo XX, es una concepción bien diseñada, que hace juego con las formas arquitectónicas del templo.

Óleos de las naves del templo.

Importantes apuntes.

Gentes de avanzada edad, narraron que la construcción de las torres del templo, duró unos cuarenta o cincuenta años y que los dineros que se necesitaron en su construcción fueron donados, por Manuel María Dávila y Pedro Sevillano, hombres acaudalados del municipio. La entrega del templo se hizo al presbítero Justiniano Madrid. Los restos mortales del señor Pedro Sevillano, estuvieron sepultados en el altar del Corazón de Jesús, hasta la década del 40; en esa época el párroco ordenó retirarlos para el cementerio, porque Sevillano, había sido un hombre de vida desorganizada.

Los nombres de las personas que tuvieron que ver con la construcción del templo, están inscritos con punzón en la Cruz que tiene la Iglesia, sobre el sofito o techo del reloj.

Reseña Histórica Del Templo De San Nicolás

Ermita de San Nicolás en Sopetrán.

Dice una antigua leyenda, que aproximadamente en el año de 1650 se desplazaba por las aguas del río Cauca, el español Nicolás Landela (algunos le dicen Landeta) en un viejo chamán y de repente la pequeña embarcación sucumbió, por la acción de las fuertes corrientes. El señor Landela, muy preocupado, porque iba a perecer invocó al Santo que le había dado el nombre y prometió que si salía libre de este apuro, en el lugar donde se salvara, construiría un templo en honor de San Nicolás. Más adelante el señor Landela, se salvó, justo en el lugar donde hoy es el poblado. Doce años después, aparece el templo, como ermita (año de 1662). El templo empezó a prosperar muy lentamente y en el año de 1694, el capitán Manuel López Bravo, regaló las tierras del caserío y unos pesos en efectivo a San Nicolás, en manos del sacerdote que manejaba la Iglesia, el padre Diego Martín de la Cruz, que gobernó los destinos de la feligresía hasta el 12 de diciembre de 1745, año en el que testa todos los bienes y propiedades del Santo a sus familiares más inmediatos.

En el año de 1791, la ermita es elevada a la dignidad de viceparroquia.

En el año de 1828, el obispo de Santa Fe de Antioquia, monseñor Garnica y Orjuela, le concede la dignidad de parroquia.

El último cura que regentó sus destinos, fue el sacerdote Ciríaco García en el año de 1900.

Datos fidedignos, cuentan que la parroquia fue administrada en las décadas del 20 y 30 del siglo XX por el sacerdote Lisandro Valderrama, que manejó las parroquias de Córdoba y de San Nicolás.

En el año de 1959, el gobernador de Antioquia, doctor Dionisio Arango Ferrer, convirtió el caserío, en inspección de Policía y así se mantuvo hasta cuando el gobernante Álvaro Uribe Vélez acabó con las inspecciones de Policía.

Algunos gobernantes, tuvieron la intención de convertir este pequeño caserío en un Leprocomio, pero las autoridades municipales y la población no lo permitieron.

Interior de la ermita de San Nicolás.

Una de las grandes joyas que conserva el Templo es el retablo de San Nicolás de Bari, aquel que fuera obispo de Oslo, pero ese retablo amerita una restauración en serio, porque un pintor de mala calidad, con el pretexto de cumplir una promesa, profanó el cuadro y le aplicó pintura con muy mal gusto, deslustrando por completo la calidad de la obra.

Imagen de San Nicolás de Bari.


Sopetrán, 2 julio  del 2011.

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