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miércoles, 21 de noviembre de 2012

Luis Albeiro Muñoz Suescún diácono permanente

Cuando Leí la notica en el periódico de la Arquidiócesis de Medellín, Misión, numero del mes de octubre del presente año, reparé en el tercer diacono nombrado por la noticia. Luis Albeiro Muñoz Suescún.
 
Esos apellidos me sonaron a Sopetrán, por la existencia del médico otorrinonaringólogo y político liberal, Horacio Muñoz Suescún, en cuyo homenaje nuestro hospital lleva el nombre. Me propuse entonces encontrar al diácono.
 
No fue difícil, por algo la Arquidiócesis de Medellín es toda una unidad, aunque plena de actividades por la obra del Señor Jesús, obras que tuvimos oportunidad de conocer el pasado 11 del mes en curso en una exposición-conferencia con motivo de la inauguración del Año de la Fe y conmemoración de los 50 años de la apertura del Concilio Vaticano II.
 
Alguien —qué pena, no recuerdo quién— me contó que el diacono Luis Albeiro trabaja las mañanas en la Corporación. Santa María de la Paz, Emisora 1560 A. M. Santa María de la Paz.
 
Me comuniqué con él por teléfono y efectivamente es más sopetranero que una heliconia, aunque fue el único de sus hermanos que no nació en Sopetrán. A mi me pasa lo contrario: fui el único de cinco que nació en Sopetrán. La empatía telefónica fue mutua porque me invitó a la emisora para que explicara el valor católico que les doy a mis tres blogs; éste, uno de ellos.
 
Se llegó entonces el día de la entrevista mutua y me encontré con un personaje supremamente amable y totalmente entregado a la obra del señor.
 
Las preguntas y respuestas para esta entrevista se fueron desgranando con naturalidad para armar, mejor que un reportaje, una semblanza:
 
Es hijo de Carlos Muñoz Orrego y de Ester Suescún Pineda, ambos primos hermanos del médico Horacio por cada apellido correspondiente, lo que conforma un primazgo segundo doble. La coincidencia de apellidos lo llevó a detectar el carisma que su pariente, además padrino, había dejado en el Liceo Antioqueño. Luis Alveiro inició allí la secundaria, después de haber hecho la primaria en las escuelas Jesús Toro Quintero y Julio César García.
 
Del Liceo Antioquerño pasó al Colegio de Bachillerato de la Universidad pontificia Bolivariana donde terminó la secundaria y allí se quedo para graduarse de arquitecto, tampoco abandonó la UPB al terminar Arquitectura porque se quedó como docente de cátedra d0e Servicio Civil en la misma facultad de Artquitectura.
Escogió por compañera de su vida a Marta Ligia Ceballos Maya con quien tiene dos hijos: Samuel y Pablo.
 
Fue en el templo de Nuestra Señora del Santísimo Sacramento, templo universitario donde encontró su vocación diaconal y donde fue primero ministro extraordinario de la Comunión y ahora diacono permanente.
 
Es Luis Albeiro uno más en la lista de sopetraneros que dedican su vida a la obra de Cristo.
 
Laus Deo Virginique Matri.
 
Del diaconado permanente
 
Dentro de la estructura eclesial, los diáconos participan de una manera especial en la misión de Cristo. Es tarea de los diáconos, asistir al obispo y a los presbíteros en la celebración de los divinos misterios sobre todo de la Eucaristía y en su distribución, asistir a la celebración del matrimonio y bendecirlo, proclamar el evangelio y predicar, presidir las exequias y entregarse al servicio de la caridad».
 
Desde el Concilio Vaticano II, la Iglesia ha restablecido el diaconado como un grado particular dentro de la jerarquía, aunque no por ello se debe dejar de pedir para que haya más vocaciones sacerdotales, ya las funciones de un sacerdote son más amplias, por ejemplo, para conferir el sacramento de la Confesión. El diaconado permanente, puede ser conferido a hombres casados, y constituye un enriquecimiento importante para la misión de la Iglesia.
 
Es apropiado y útil que hombres que realizan en la Iglesia un ministerio verdaderamente diaconal, ya en la vida litúrgica y pastoral, ya en las obras sociales y caritativas, se fortalezcan por la imposición de las manos transmitida ya desde los Apóstoles y se unan más estrechamente al servicio del altar, para que cumplan con mayor eficacia su ministerio por la gracia sacramental del diaconado.
 

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