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jueves, 10 de junio de 2010

De Darío para sus amigos

Apreciados amigos:
Alleluya, alleluya, alleluya....He cumplido setenta años. Recuerden que la palabra alleluya, traduce algo parecido a: Laudate Dominum omnes pópuli. Que en términos castizos significa: Alabad al Señor todos los pueblos.
Cuando el sol apuntó en el horizonte y dejó ver su rostro radiente de energias, siete en punto, me mostró su satinfacción por mi nuevo triunfo y yo coronaba el séptimo peldaño de la escala, claro que no la de rikter, sino la de un buen vivir, que según decía el poeta: Un bell vivir, tuta una vita onora.
Llegar a los setenta años, sin un dolor en un molar, es una de las grandes fortunas de la humanidad y yo la tengo.
A otro humano cualquiera, le daría miedo anunciar esta fecha y tal vez díría: Que miedo, ya tengo la lápida muy cerca del lomo. A mí esto no me asuta, porque la vida me ha dado la oportunidad de quemar en buenas condiciones, todas las etapas del desarrollo y estoy feliz de haber llegado al séptimo piso de ella.
He llegado con las sienes nevadas de canas y la piel cubierta de arrugas; pero he acumulado un sin número de conocimientos, que tienen que ver con Cultura, ciencia, tecnología, arte, religión, política y otras cositas más, que me llenan de satisfacción y me animan a seguir en la lucha.
Es importante anotar: Que en la maleta del camello, mi otro compañero de luchas, he podido guardar, todos aquellos recuerdos que producen alegrias y sinsabores.
Pero lo que más me gusta, es el escaparate de las experiencias, en donde aprendí a vivir cómodamente; a respetar a mis congéneres, a querer a mi pueblo; a disfrutar de los buenos amigos; a expresar mis ideas y a degustar momento a momento, los placeres que el diario vivir nos ofrece.
Como punto final de esta epístola, no muy parecida a las de San Pablo, les quiero recordar lo que es la vida, con un antiguo epigrama, lástima que no se invocar el nombre del autor, que a la letra dice: Gracias a Dios que ya tengo, dos camisas pa· mudar; una que se me acabó y otra que voy a comprar
Espero que sigan contando conmigo, como el mejor amigo:
Darío

Una aclaración, Darío:
No llegaste al séptimo piso, sino al octavo. Uno no nace en el sótano, sino en el primer piso, cuando se cumnplen 10 años se pasa al segundo piso y así sucesivamente, estás en el octavo.
Desmpolvando anaqueles, hemos encontrado el primer regalo de cumpleaños que le dieron a Darío hace 69 años cuando cumplió el primer añito.
Helo aquí:



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