Related Posts Plugin for WordPress, Blogger...

jueves, 6 de febrero de 2014

Sopetrán, 400 años. Fascículo 1


Nota bene: Este es un pequeño grano de arena, para que la tierra conozca, con más exactitud, como empezó nuestra historia. Espero que a todos ustedes les guste y que lo disfruten, como lo pude saborear, mientras lo escribía.

Camello

Cuatrocientos años
Darío Sevillano Álvarez
Fascículo 1


Primer fascículo sobre los cuatrocientos años de la fundación de Sopetrán.

Como bien sabido es por todos nuestros conciudadanos, la ciudad de Sopetrán cumple cuatrocientos años de haber sido fundada por don Francisco Herrera Campuzano el día 22 de febrero del 2016, pero como ningún humano puede decir con certeza, que para esa fecha está vivo, el blogger http://losgaviriasdesopetran.blogspopt.com va a publicar con cierta frecuencia unos fascículos, de mucha importancia relacionados con el Sopetrán de nuestros amores, que serán coleccionables y le servirán a todos, como documentos históricos, relacionados con nuestro querido terruño.

En el fascículo de hoy vamos a hablar, como es lógico, de los pobladores de estas tierras, antes de la llegada de Colón y de su equipo de salteadores.


Recordemos en primer lugar que todo lo que ocurrió antes de la llegada de Colón, se llama en la prehistoria: El período precolombino o período prehispánico y para nosotros es muy importante, porque vamos a hablar de los aborígenes que vivieron aquí, recordemos que no eran Indios, sino americanos, muchos años antes de que pasara el descubrimiento de América, circunstancia histórica, que nunca debió pasar, porque los conquistadores españoles, no se preocuparon por el inmenso tesoro que habían descubierto y cómo cuidarlo, sino por saquear todas sus riquezas y al que se atreviera a contradecirlos, le aplicaban la santa ley de la inquisición: Pena de muerte por no profesar la religión católica.


Nuestro propósito en el día de hoy, es llegar con mucha precisión a las familias que habitaban las tierras de Sopetrán y por esa razón entremos en materia.

Los tres grandes grupos de aborígenes que cita la historia eran los chibchas, los caribes y los arawacos.

Pero si analizamos cuidadosamente los grupos que nuestro departamento tenía, estos tres nombres nada nos dicen y tal vez la razón sea que los grupos de familias antioqueñas eran descendientes de los chibchas y los caribes.

Los catíos que poblaban la región comprendida entre los ríos Atrato y Cauca, eran descendientes de los caribes, personajes guerreros y antropófagos; los nutabes que son los que realmente nos interesan, que habitaban las tierras comprendidas entre el río Cauca y el río Porce, aborígenes cazadores y recolectores, con sangre guerrera y costumbres de buenos agricultores, eran descendientes de los chibchas, pero hay historiadores que atribuyen esa descendencia a los dicen caribes; pero yo estoy convencido de que se trataba de una buena fusión de esas dos civilizaciones.


Y el otro grupo de familias se llamaban los tahamíes, que habitaban la parte comprendida entre los ríos Porce y Magdalena.

Todos los historiadores coinciden en decir que los aborígenes nutabes (otros les dicen nutabaes), ocuparon el valle de Aburrá, es decir lo que hoy constituye el área metropolitana de Medellín, que al institucionalizarse  fue mal llamada Área Metropolitana del Valle de Aburra, nombres escogido porque algunos municipios sintieron celos de que la ciudad grande conocemos como la zona metropolitana y todas las orillas del río Porce o río Medellín, nombre este que toma desde el alto de San Miguel hasta la confluencia del río Grande después de Barbosa se llama Porce, hasta su desembocadura, asociado con el río Nechí, en el Cauca.

También dicen los historiadores que la conquista de Antioquia fue una de las más sangrientas, por la condición guerrera de sus moradores que parecían familiares de los espartanos de Grecia.

Para el año de 1650, España había logrado 
dominar toda el área coloreada con rosa.

Los pobladores de estas tierras fueron sometidos a las más crueles humillaciones y como los españoles creían que los aborígenes eran animales, los maltrataban de todas las formas.

En la ilustración que muestro, pueden observar como era el trato para los pobres americanos, que en los primeros 20 años de conquista, fueron muriendo por la crueldad y las enfermedades que los famosos secuaces de Colón, habían traído como regalo: la viruela, el sarampión, los piojos y todo tipo de problemas de salud.

Como nuestros aborígenes, no estaban preparados dn su sistema de defensas del cuerpo para estos bichos, la población murió en un alto porcentaje.


Las batallas que se libraron en el departamento, 
se muestran en obras de arte de la siguiente manera.


Los nutabes no fueron expertos en el arte lítico y, como eran cazadores y recolectores, vivían en chozas miserables metidas en la selva, pero también hacían pequeños poblados, como el que había en las tierras de Córdoba, cuando llegó don Francisco Herrera Campuzano que, según dicen algunos historiadores, era una población de unos dos mil habitantes.

Estas tribus contenían el 5 % de la población del departamento y debido a su buena formación para la guerra, lograron sobrevivir a la cruel matanza que se desató para poder tener bajo control, sus tierras y sus tesoros.


Hagamos un resumen de las costumbres y tradiciones de estas familias:

Como eran tribus nómadas, cambiaban constantemente los sitios en donde habitaban.

Eran muy aficionados a tomar licores y el preferido era la chicha, recordemos que la molían con sus mandíbulas y que el mejor fermento para la preparación era la saliva.

Sus viviendas eran unas pequeñas casas con techo de iraca u hojas de palmas, que terminaban en forma cónica a las que llamamos «bohíos».


Elegían para construir sus bohíos lugares que estuvieran cercanos a las quebradas y a los ríos, con el fin de tener agua en abundancia y buena pesca.

Solo usaban un taparrabo, que ahora llamamos «antea», con el que cubrían sus genitales.

Don Manuel Uribe Ángel dice que andaban desnudos y que solo se ponían una ligera pampanilla que ellos llamaban «guayuco» que fabricaban con un pedazo de corteza de un árbol llamado «damajagua».

Para las reuniones públicas, las mujeres usaban, una falda o delantal de lienzo y un pequeño manto parecido a un chal; los hombres y las mujeres, se adornaban los cuellos con collares fabricados con plumas, objetos dorados y sartas de cuentas.


También se tienen registros de que utilizaban el tabaco, que con el licor, eran los dos mejores componentes de sus fiestas.

En sus ferias de trueque, vendían y compraban joyas, alimentos, elementos para la cacería y la pesca, productos como sal, oro, esteras, mantas y todo aquello que necesitaban para su diario vivir.
Los trabajos eran distribuidos así: Los hombres hacían las siembras, recogían las cosechas, pescaban y cazaban; las mujeres preparaban los alimentos, cuidaban los niños y ayudaban a recoger las cosechas.

Entre las labores domésticas que hacían estaban los canastos, las esteras, las chinas, los trastos de barro cocido, los tejidos con chaquiras y la construcción de armas.


Recordemos que los clanes o tribus eran manejados por matriarcados; pero el infame de Colón y sus acompañantes los hicieron pasar a patriarcados.

En sus jerarquías había caciques, jeques, zaques, brujos y vasallos.

El gobierno era muy impreciso, al parecer era algo que no los preocupaba.

Los nutabes eran grandes agricultores y cultivaban maíz, frijol, frutales, algodón, plantas de aliño; pero también trabajaban en la pesca, la cacería y la minería.

Habían construido un puente sobre el río Cauca en el lugar que hoy está el puente de pescadero y lo llamaban en su idioma «Bredunto»; pero cuando los españoles los estaban acosando mucho, los aborígenes destruyeron el puente, para obstaculizar la marcha de los enemigos; más tarde Andrés de Valdivia lo reconstruyó, dada la importancia que tenía para la conquista.


La sociedad nutabe, estaba constituida por pequeños cacicazgos que no tenían poder central concentrado, pero cuando había circunstancias especiales, ellos se confederaban alrededor del cacique que fuera mejor guerrero; esta circunstancia se presta para decir que una reducida familia de nutabes se agrupó alrededor del cacique Zuburuco o Zubsabaruza y tomó el nombre de guamas o guacas y se estableció en las tierras de Sopetrán,  en lo que hoy llamamos corregimiento de Córdoba cuya extensión territorial iba hasta la quebrada Seca que desemboca cerca del puente de Occidente, en jurisdicción del municipio de Olaya.

Don Manuel Uribe Ángel describe admirablemente la raza nutabe de esta manera:

«El hombre primitivo de estas montañas era de color moreno cobrizo; de pelo negro y lacio; de frente ligeramente achatada; de ojos pequeños, rasgados y negros; de nariz regular; de huesos salientes, especialmente en los pómulos y los juanetes; de talón prolongado hacia atrás; de fibra muscular tensa y dura; de cuerpo suelto y ligero, más bien delgado que obeso; arrogante, duro, áspero y decidido en la expresión».


Las tierras del departamento de Antioquia estaban habitadas por tribus cazadoras y recolectoras, desde el siglo V antes de Cristo y se cree que los nutabes estaban aquí 10.500 años antes de la venida de los españoles.

Recordemos que la mayoría de estas invasiones habían sido por el norte, porque el punto clave era Alaska, cuando se congelaba en los inviernos el estrecho de Bering.

Los nutabes, acostumbraban teñirse el cuerpo con la tintura que produce el Achiote y con otras sustancias que extraían de algunos vegetales; también cubrían sus dientes, para prevenirlos de las caries dentales, con el zumo de un bejuco que tiene la propiedad de matar esos microbios.


Los nutabes, como buenos descendientes de los caribes, practicaban la antropofagia, es decir, comían carne humana y algunos historiadores cuentan que sus prisioneros eran engordados en corrales, hechos de madera, para poder disfrutar de mejores carnes; agregan algunos que los elegidos para esta infame costumbre, aceptaban con cierto cariño la decisión y no los preocupaba el golpe fatal, que casi siempre era, un fuerte golpe sobre las vertebras cervicales.
Las ejecuciones, tenían un carisma religioso y las hacían en aéreas libres; el reo debía estar mirando hacia el oriente y agachar la cabeza, con el fin de dejar ver la parte cervical del cuello, en donde le descargaban con fuerza brutal una maza, para partir la columna vertebral.
Cuando Herrera Campuzano, llegó a sus tierras, estaban más civilizados y los recibieron con mucho beneplácito, razón por la cual simpatizó mucho con ellos.

Así se muestran los indios guerreros caribes.

Si quisiéramos hablar del idioma de los nutabes, nos quedaríamos sin palabras, porque los crueles españoles, cuando vieron que en nada se parecía al castellano, lo borraron del planeta y no dejaron evidencias de él.

A propósito de idioma, es irrespetuoso decirles a los idiomas de los aborígenes de cualquier lugar de la tierra «dialecto», porque para mí tengo que los dialectos, son deformaciones de un idioma que se habla en un lugar de la Tierra y que en algunas comunidades de esa nación lo han desfigurado y le han agregado o quitado palabras.

El idioma de nuestros aborígenes era muy escaso de palabras importantes y se limitaba a voces, gritos, ademanes, gesticulaciones, sonidos guturales, interjecciones en abundancia y algunas palabras compuestas, pero ninguna de ellas, se refería a cultura, ciencia, tecnología o cosa que se pareciera, a lo que en la actualidad hablamos, en términos generales, se podría decir que era un idioma que apenas se estaba configurando.


Las únicas palabras que quedan del idioma Nutabe, recuperadas por Vázquez de Espinosa:

Español y demonio: Ai.
Vieja: Guacú.
Viejo: Tobé.
Relámpago: Urichiquisi.
Ven acá: Noretó.
Anda vete: neto.
Agua: Ni.


Lumbre: Quia.
Está bueno: Guare me.
Estoy bueno: Si guarero.
Pan: Amiguiá.
Noche: Tebuna.
Mañana: Machiquí.
Muy de mañana: Macasa.
Yo me voy a mi tierra: Sine manascua.
Estoy flaco o enfermo: Fi apacudi.
Olla: Ur.
Vaso: Tatasi.
Gallina: Otocaro.
Bueno: Taná.
Ve de prisa: Necumurtu.
Ve corriendo: Necu murtiqui.
Luna: Eua.
Estrella: Papa.
Sal: Nacú.
Pimiento: Napa.

Este es el posible mapa de los primeros
pobladores de Antioquia.

En estos mapas a veces se encuentran imprecisiones, porque fueron hechos artesanalmente y sin las técnicas modernas.

Así estaba configurado el 
departamento de Antioquia en el siglo XVI.

Su religión era una mezcla de brujerías, rituales, y ceremonias, para complacer a un dios que poco conocían y creían en la inmortalidad del alma; en un dios bueno y su antagonista, el malo; no tenían templos especiales para ese dios y solo se limitaban a una devoción en sus bohíos; ese dios era llamado Abirá, palabra que traducía ‘Sumamente bueno’ Creían en el Sol, la Luna y las estrellas, pero sus conocimientos sobre el Universo eran muy rudimentarios; al demonio lo llamaban Canicubá, que en ese idioma traducía: ‘Sumamente malo’; no tenemos registros históricos de que hubieran hecho sacrificios humanos o de otras formas, para honrar a su dios.

La historia del diluvio universal, estaba en sus tradiciones y contaban a sus hijos, como se había salvado la humanidad de esa hecatombe; no es esta una idea rara, porque debemos recordar que los ancestros de estos aborígenes, eran humanos que habían invadido por el estrecho de Bering.

Las ranas y los sapos eran animales muy apreciados por los nutabes, tal vez porque de ellos extraían un poderoso veneno, para aplicar a sus armas preferidas; también empleaban venenos vegetales como el que hoy emplean algunas tribus: el curare.

Utilizaban unas armaduras especiales para ir a los combates; y a ellos llevaban macanas, mazas, hondas, flechas y piedras.

A la hora de combatir, utilizaban coronas con plumas y también se las ponían en los brazos, en la cintura y en los muslos.


Los grandes militares de la tribu, se especializaban en adornar sus armaduras y hacer sus coronas de plumas a las cuales añadían piezas de oro bruñido.

Creían en la superstición y manejaban varios agüeros en forma de dichos, con los que se regían para las siembras, para predecir el tiempo y para consultar a los dioses.

Pero a pesar de la creencia en la superstición, en momentos especiales apresaban a los que practicaban la brujería y los condenaban a pena de muerte.


 A estos hechiceros, los llamaban mohanes, hechiceros, jaimanes,
Como creían en la inmortalidad del alma, enterraban a sus muertos, con todas sus pertenecías, incluyendo sus mujeres, sus hijos y parte de los duelos más cercanos: los enterraban con la cabeza hacia el oriente y los pies hacia occidente, para que la mano derecha, con el dedo índice mirara la estrella del norte.

En su vida corriente, nuestros aborígenes se desenvolvían así: La poligamia, era una costumbre normal y cada personaje se daba el gusto de tener tantas mujeres, como fuera capaz de mantener.

Los matrimonios eran negociados por los padres de la dama y se hacían grandes fiestas para celebrarlos; lo más importante era que la dama llevaba la iniciativa en las relaciones de pareja.
 
Dos mitos importantes.

Sus mitos eran muchos porque para cada circunstancia se inventaban uno; pero el más famoso, es el que cuenta que sus antecesores tuvieron la fortuna de vivir con una mujer llena de poder, que regulaba los fenómenos físicos, atmosféricos y meteorológicos.


Narremos como punto final de este documento, que los nutabes no fueron nuestros ancestros genéticos, porque una decisión  de uno de los virreyes, de la Real Audiencia acabó con esa civilización, en un año, así:

Una circunstancia desafortunada, protagonizada por el virrey Solís Folk de Cardona acabó con los aborígenes sopetraneros: El 24 de enero del año 1757 ordenó que llevaran los aborígenes sopetraneros para el resguardo de Buriticá, porque allá producían oro y nosotros solo aportábamos sal y frutas, pero como los de ese resguardo eran antropófagos, se comieron a los nuestros asados; cuando el Virrey se dio cuenta de su error ordenó traerlos nuevamente y solo regresaron los 34 más ancianos, porque su carne no servía para el consumo humano, dada la característica de que la carne humana vieja no cocina bien.

Este es el famoso virrey que acabó con los nutabes.

Esta circunstancia, nos muestra que los últimos guamas fueron los viejos que regresaron de Buriticá y como no tuvieron descendencia, a su muerte se acabó esa civilización.
En el próximo fascículo vamos a ver cuáles fueron nuestros ancestros.


Fotografía del historiador: Manuel Uribe Ángel, que fue el mejor en su género para contarnos la historia de los nutabes y los guamas.


Sopetrán, 29 de enero 29 del 2014

*

1 comentario:

Unknown dijo...

asombroso, revelador e impactante. muchas gracias por la información.