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lunes, 9 de agosto de 2010

Historias
Nuestra Señora de Sopetrán

Darío Sevillano Álvarez

¿QUIÉNES FUERON LOS GRANDES PROTECTORES DEL MONASTERIO?
Los Mendozas llegaron a las tierras de Alcarria hacia el año 1425. Era una familia de noble abolengo y poseían grandes riquezas. El Mendoza más ilustre que ayudó a recuperar el Monasterio fue don Íñigo López de Mendoza, que tenía los siguientes títulos: primer conde real de Manzanares y tercer señor de la Villa de Hita.
Este ilustre hombre, hace una visita al Monasterio de Sopetrán haciéndose acompañar de su esposa doña Catalina Suárez de Figueroa y al llegar al Castillo encuentran la pobreza y las grandes necesidades que los frailes tienen y promete ayudarlos. Lo primero que hace es traer más monjes de Valladolid y luego escribe una carta al Santo Padre Calixto III, el cual por medio de una Bula convierte al Abad en Prior e independiza el Monasterio del Arzobispado de Toledo.
Más tarde por intrigas de don Íñigo, el Papa Calixto III, convierte en uno solo los conventos de Valladolid y Sopetrán. Este hecho se registró en el año de 1456 y su primer prior fue fray Pedro de Paredes.
Seguidamente, don Íñigo, regaló al Monasterio 10 de sus vasallos para que ayudaran a los monjes en las labores del campo, y años después, les concede 100 fanegadas más de tierra y 10.000 maravedíes anuales (el maravedí era una moneda española que se hacía en cobre y en plata).
También don Íñigo, encargó a su hijo el cardenal don Pedro González de Mendoza, la protección del Convento sobre todo después de su muerte.
Entre las cosas importantes que hizo don Íñigo hizo fue el contrato con un escultor flamenco para que escupiera la imagen de Nuestra Señora de Sopetrán que fue tallada en Flandes.
Con la imagen también regaló al templo: Una casulla, un alba, una estola, un manípulo y una caja de marfil (estos datos son del historiador español de la época Heredia).
En esta época el arzobispo de Toledo don Sancho de Aragón, concedió licencia al Santuario Sopetrano, para recoger limosnas con destino a la construcción de una Iglesia para Nuestra Señora; pero el proyecto de construirla sucumbió porque en ese momento histórico, el Arzobispado de Toledo estaba con los reyes católicos recibiendo a Colón que venía de la América.
Al final, don Pedro González de Mendoza, el Cardenal hijo de don Íñigo, dona todas sus riquezas para que se pueda construir la Iglesia.
En el año de 1646, Felipe IV, manda que el duque del Infantado, sea el patrono y protector del Monasterio de Sopetrán.
Vale la pena decir, que todos aquellos que protegieron el Monasterio de Sopetrán a excepción del Arzobispado Gómez Manrique, fueron de nobles familias Españolas, grandes letrados, ilustres personajes de la Iglesia Católica y nombres de la casa Santillana, honor y gloria de España y de Castilla.
Es importante aclarar que la Virgen que don Íñigo hizo tallar reemplazaría la que Petrán había hecho pintar en una tabla.

Bulto de Nuestra Señora de Sopetrán, que se venera en tres ciudades españolas: Madrid, Jarandilla de la Vera y Almoharín

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